Lunes

Por Francescbon @francescbon
La palabra es cruel y trágica: nada puede haber de bueno en un escrito que se titula así. Ah, claro, a no ser que seas, por ejemplo, empleado en uno de esos ya escasos establecimientos de hostelería que lo declaran su fiesta semanal. Ya quedan pocos: la implacable ley de mercado no permite en este mercado entregar un día a tus clientes al competidor. O a no ser que seas un futbolista de élite, justo de esos a los que el fin de semana les representa el momento cumbre, el partido, el público, la tensión. La batalla en pantalón corto. Parece ser que los políticos también trabajan lo suyo los fines de semana: se entregan a reuniones de negociación sin hora de finalización. Y nosotros nos fiamos de acuerdos alcanzados a las tres de la mañana, cuando todos se han aflojado la corbata y van locos por echarse en la cama a dejar babas con gusto a café en la almohada. Vamos creyéndonos que a esas horas se decida nuestro futuro y el porvenir de las sociedades en las que el azar nos ha destinado a crecer. Es mejor no hacer caso de lo que se piensa a altas horas de la mañana. Se piensan cosas raras, se piensa en sociedades competitivas que agotan al individuo. Se piensa en Messi marcando 90 goles en un año, echándose en la cama y mirando al techo de la habitación, pensando, jodido, vivo esto, alucino, y el 1 de enero, cuando estemos en 2013, la gente ya no me dejará disfrutar de lo hecho: todos me preguntarán, entonces, qué es los siguiente. Y el 1 de enero de 2013 mi contador estará otra vez a cero, y la gente esperará que lo vuelva a ponerlo todo patas arriba. Y sólo será el día siguiente a un lunes cualquiera.