Hola, Toni.
¿Qué te parece la nueva imagen del blog? Cada cierto tiempo siento la necesidad de renovarla. Me apetecía un diseño menos cargado, así que he dejado un solo menú lateral, procurando dar más visibilidad a mi actividad literaria.
La verdad es que el cambio obedece también a mis sensaciones personales. Han pasado algunas cosas desde mi última carta (de hace casi dos meses, demasiado tiempo), que me han hecho modificar mi punto de vista sobre cuestiones interesantes, y que han abierto caminos poco explorados por mí hasta ahora.
Todo empezó un día en que me paré a pensar. En realidad pienso mucho, a todas horas. Demasiado, probablemente. Pero pensar, a menudo no es sinónimo de actuar, sino todo lo contrario. Hacerlo en demasía puede acabar desembocando en la inacción. Yo tenía muchos frentes abiertos, proyectos a medio arrancar e ideas, que era imposible acometer de forma simultánea. Sobre todo cuando uno está tratando de avanzar en una novela compleja, que requiere toda mi atención. “Quien mucho abarca, poco aprieta”. En este caso sí acierta el refranero.
Además, y esto ya no va a ser casualidad, entre febrero y marzo he vuelto a sentirme poco inspirado. Hace dos años, mientras escribía Con la vida a cuestas, por esta misma época me quedé en blanco. Fui vilmente atacado por el virus del bloqueo creativo y tuve que parar. Ahora no me he bloqueado, pero sí que he llegado a la conclusión de que debía hacer una pausa para dar respuesta a los proyectos que estaban ocupando demasiado espacio en mi mente, antes de retomar la novela.
Debo decir que estoy bastante satisfecho de lo escrito hasta ahora. Tú has tenido la oportunidad de leerlo y, como siempre, tus comentarios exhaustivos me han servido, no para replantearme la obra, pero sí para acabar de convencerme de que, antes de seguir adelante, debo resolver aspectos que no están lo bastante desarrollados. Apuntalar lo construido para que el edificio sea sólido.
A ello me pondré muy pronto, en cuanto pase esa fecha señalada en rojo por editores y escritores: el 23 de abril, día de Sant Jordi. La fiesta del libro, el momento del año en el que se concentran la gran mayoría de las ventas. Muchos catalanes lo consideramos el día más bonito del año, y yo voy a tener la suerte de vivirlo por tercera vez consecutiva como autor/editor.
Esta era la primera de las cuestiones que interfería en el proceso creativo. Sabes que tenía un manuscrito acabado desde hace tiempo, Memorias de Lázaro Hunter, un proyecto conjunto con mi hermano Fran, que él está adaptando a formato gráfico. Teníamos la idea de publicarlo primero como novela, pero al meterme de lleno en la historia policíaca lo dejé para más adelante. El caso es que la aparición del 23 de abril en el horizonte temporal me llevó a plantearme por qué no hacerlo ya, y ya sabes que revisar, corregir y editar un manuscrito, aunque sea breve, como en este caso, no es tarea que se complete en un par de mañanas.
También en este caso me has hecho el favor de leerlo (algún día tendré que compensarte las horas de “editor” altruista), y también tengo que agradecerte algunas sugerencias que he incorporado a la versión definitiva porque considero que la mejoran.
Evidentemente, ponerme el traje de editor significaba guardar en el armario por un tiempo el de escritor. Creo que fue una buena decisión porque el resultado merece la pena. Memorias de Lázaro Hunter: los caminos del genio es el primer volumen de un western repleto de acción, situaciones extremas, personajes atractivos y humor. Al menos yo me divertí muchísimo escribiéndolo.
Es una novela corta (120 páginas), físicamente muy manejable (12 x 18 cm), muy agradable a la vista (las ilustraciones de Fran Recacha ayudan mucho a ello), que creo que no va a defraudar a mis lectores habituales y espero que atraiga a otros muchos. De momento he hecho una tirada de sólo 150 ejemplares, que vendo a 10 euros. Pronto me pondré con la versión digital.
Así que el próximo sábado podré participar en la fiesta del libro con nuevo título bajo el brazo. Por la mañana estaré en Caldes de Montbui, con un espacio propio, en la feria que organiza el ayuntamiento en el Parc de l’Estació. Quien se acerque a mi mesa podrá elegir entre cuatro títulos: El viaje de Pau, Con la vida a cuestas, Memorias de Lázaro Hunter: los caminos del genio, y el cuento El pequeño pescador, proyecto familiar ilustrado por mi hermano, escrito por mi padre y corregido y editado por mí.
Por la tarde llevaré mis libros a Barcelona, a la feria que organizan los libreros de Gràcia en la plaza de la Vila. Como el año pasado, tengo que agradecer a Adrià Rodríguez que vuelva a confiar en mí como uno de los escritores invitados al stand de Sons of Gutenberg. No sé si firmaré muchos libros, pero sí estoy seguro de que volverá a ser una tarde inolvidable, que pasaré en compañía de buena gente, como el colega Jordi ‘Cuervo Malasartes’ Fernández, a quien conocí el año pasado y se ganó el colarse en la (larga) crónica de la jornada.
Espero que pronto puedas vivir un día tan bonito desde el lado del autor. Merece mucho la pena. ¿Qué hay de Autotomía? ¿Tienes ya fecha para la publicación en papel?
Hemos hablado muchas veces sobre lo importante que es para un escritor (que pretende llegar a sus potenciales lectores) disponer de obra publicada. Y la verdad es que debo reconocer que tres libros en papel y dos más en digital (creo que con Cartas a un escritor: ¿cómo se escribe un best-seller? tendremos que conformarnos con que llegue a ser un long-seller) es un buen balance para tres años de actividad editorial. Puedo sentirme orgulloso porque, independientemente de los gustos de cada uno, creo que son obras bien trabajadas, mejorables, desde luego, pero producto de una labor honesta y profesional.
Me estoy alargando (como siempre) y aún no he abordado la segunda cuestión que quería comentarte. Tiene que ver con la otra obra disponible sólo en formato digital, La cooperante, una novela corta que, como sabes, publiqué por entregas en el blog ‘Salto al reverso’ y posteriormente ofrecí gratuitamente a los suscriptores de la newsletter de ‘la recacha’.
Hace algo más de un mes se me iluminó la bombilla, decidí subirla también a Amazon e inscribirla en todos los programas promocionales que proporciona la plataforma, como Kindle Unlimited y la biblioteca de préstamos. La puse tres días gratis y, para mi sorpresa, registró 431 descargas. Después se podría adquirir a 0,99 euros o dólares. Estaba seguro de que se hundiría en las profundidades de los millones de ebooks que pasan desapercibidos, pero, sorpresón, la siguieron descargando, de modo que durante un par de semanas se mantuvo en las primeras posiciones de varias categorías en Amazon España, llegando incluso a rondar el puesto 50 en el ranking principal.
Hasta hoy, en un mes, ha registrado 64 descargas. Parece poca cosa, pero es mucho más de lo que consigue el 99% de los ebooks subidos a Amazon. Desconozco el motivo. Quizás llame la atención la portada, la sinopsis, el que sea una novela corta muy barata… No sé, para mí el éxito comercial en las plataformas digitales continúa siendo un misterio, pero ya puedo decir que soy autor de un best-seller, ¡jajaja!
La cosa no acaba ahí. A través del programa Kindle Unlimited y la biblioteca que Amazon ofrece a sus suscriptores también se ha producido un buen número de descargas. No sé la cantidad, pero sí el número de páginas leídas por quienes lo han adquirido: 2.845. Teniendo en cuenta que el ebook apenas tiene 60 páginas, me parece una cantidad respetable.
El éxito del experimento con La cooperante me lleva a preguntarme si puede ser una buena idea ir subiendo cada cierto tiempo obras de características similares. Por ejemplo, tengo bastantes relatos que podría reunir en un volumen.
Lo que sí tengo cada vez más claro es que sólo Amazon registra una actividad comercial que valga la pena para autores independientes como yo. Las otras plataformas digitales quedan muy lejos. En Kobo, por ejemplo, muy de vez en cuando alguien adquiere El viaje de Pau.
Me he dado cuenta de que las promociones que concede Amazon por inscribir títulos en exclusividad son, probablemente, la única posibilidad de lograr algo de visibilidad en un mercado tan saturado.
De todas formas, sigo sin depositar demasiadas expectativas en el mercado digital. Pensaba que quizás a través de La cooperante pudieran llegar lectores a mis otras obras, pero, por ahora, nada de eso. Tendré que continuar experimentando, aunque de momento, al menos en mi caso, el “negocio” sigue estando en la publicación en papel, a pesar del eterno hándicap que supone la distribución y la gestión de los ejemplares que los amables libreros/as me aceptan en depósito.
Voy a dejarlo aquí. Ahora ya tengo la mente bastante más despejada, la he vaciado de esos proyectos que interferían en la escritura de una novela que va a ser el reto más complejo al que me enfrentado hasta ahora, y en cuanto ponga en orden algunas cosillas más, volveré a ponerme el traje de escritor para no quitármelo hasta que concluya el trabajo.
Seguiremos charlando sobre todo ello.
Un abrazo.