Después de una lluvia purificadora, la atmósfera se muestra límpida y transparente para que una luz diamantina haga relucir los contrastes cromáticos que existen en cualquier rincón de Sevilla en los que resplandece la belleza. Un cielo inmaculado de puro celeste recorta el perfil de torres de orgullosa verticalidad que emergen entre la fronda verde y ocre de una arboleda otoñal. Un aire fresco y limpio, como cristal impoluto, deja que las pupilas se impresionen con imágenes que brillan bajo la luz diamantina que baña Sevilla y la acicala hasta la hermosura. Días pulcros para mirar y admirar con deleite los encantos de una ciudad que refulge luminosa y se exhibe sin pudor.
(Fotografía: Lienzo de Babel. Torre Sur de Plaza de España)