Luz. Gas. ¿Personas?

Publicado el 25 diciembre 2014 por Diego Navarro @diegonavarro

Ultimamente parece que en la agenda pública comienza a estar cada vez más presente la pobreza energética [1] Como estamos ya en epoca electoral antes de que sea demasidado evidente, nuestros gobernates van haciendo campaña, aprovechandose de los recursos que les brinda la capacidad de gobernar. Y cual medida electoralista, llego el acuerdo entre Endesa y el Ayuntamiento de Zaragoza.

El acuerdo consiste en lo siguiente: el Ayuntamiento se compromete a pagar la factura de la luz y gas a los ciudadanos que así lo soliciten en los los Servicios Sociales de base, y Endesa se compromete a no cortar la luz a estos ciudadanos. Seguro que a la gran mayoría esto nos parece en un principio bien, incluso pensaremos: «que maja que es Endesa y que orgulloso soy de ser cliente de está empresa»; o podemos pensar «menos mal que el ayuntamiento hace alguna medida pensando en todos los ciudadanos». No seré yo el que os diga que esto es solo una estrategia de marketing para que pensáis esas cosas u otras positivas de ambos entes jurídicos. Pero por debajo hay otras cosas que no nos las cuentan, o que si nos quedamos solo en la superficie pasan desapercibidas.

  • Por un lado no podemos olvidar el quid de la cuestión que hemos dejado en el fondo. La electricidad es un bien de primera necesidad, al que todos los ciudadanos tenemos derecho. Al igual que el agua no puede ser cortado. Lo que pagamos no es la luz, sino la distribución y comercialización de la misma, que es el negocio de las empresas eléctricas. Entre Gonzalez y Aznar privatizaron un sector estratégico que siempre debería de ser público, se lo regalaron a unos amiguetes, los mismo que a día de hoy han convertido a los ex-presidentes en consejeros delegados de las dos compañías eléctricas más grandes del Estado Español, ambos con un cuantioso sueldo por hacer no se sabe muy bien el que.
  • Todo esto le sale muy rentable a Endesa en costes de operación, ya que se evita la gestión del proceso de decidir a quien se acoge a está medida, ese trabajo lo hacen los funcionarios de Servicios Sociales. Al no tener que ejecutar cortes, también se ahorra los gastos judiciales en despachos de abogados que nos recuerdan que somos deudores y hacen una primera gestión de la deuda; también ahorran en técnicos que tengan que ir a las casas a llevarse el contador; para terminar evitan que los ciudadanos que necesitan la electricidad, pinchen su instalación de forma según las leyes, ilegal. Al final saben que un día el ayuntamiento les reembolsara todas las facturas pendientes de estos ciudadanos que de otra forma quizás nunca fueran a cobrar.
  • Con todo esto lo que se logra es destinar el dinero de las AUN [2] que deberían destinarse al pago de alquileres para evitar que las personas sin recursos se queden también sin techo; o al pago de ayudas de alimentación, necesidad más que básica para asegurar la Salud de las personas. Serán destinadas al pago de las facturas de la luz. Como lejos de aumentar esta partida no hace más que reducirse, al final lo que hacemos es destinar el presupuesto de Acción Social a Endesa.

Todo esto resulta cuanto menos curiosos, si sabemos que el ayuntamiento mantiene una deuda de muchos millones con esta empresa, porque no puede acometer el pago de la factura de luz de los centros públicos y de la iluminación de la ciudad. La pregunta es: ¿qué empresa privada en su sano juicio seguiría incrementando su deuda con un mal pagador?...

Todo esto lo entendi el día que lejos de hacer la revolución con las personas con las que comparto los viernes en Cáritas, me vi a mi mismo aconsejándoles que se cambiaran a Endesa, para que así al menos no los cortaran la luz y el gas. Ya que podían exigir su derecho como ciudadanos a que el ayuntamiento les cubriera esa necesidad. Ese día comprendí que es imposible vivir en este sistema y ser coherente. No podemos ni siquiera intentarlo.

¡Feliz día de Navidad!

Imagen | malagón


[1] Que la wikipedia la define como aquella situación en la que los ingresos son nulos o escasos para pagar la energía suficiente para la satisfacción de las necesidades domésticas. También se considera pobreza energética cuando se destinan por obligación una parte excesiva de los ingresos a pagar la factura energética de la vivienda como una realidad que día a día llega a más hogares.

[2] Ayudas de Urgente Necesidad