Macedonia, el nuevo caldero balcánico

Publicado el 08 junio 2015 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Macedonia se localiza en la zona sur de los Balcanes Occidentales, compartiendo frontera con Albania, Grecia, Kosovo y Serbia.

Macedonia está en una encrucijada. En las últimas semanas la tensión política y social ha ido en aumento y miles de personas han tomado las calles de Skopje para mostrar, bien su apoyo o su desagrado con el actual ejecutivo liderado por el líder del VMRO–DPMNE Nikola Gruevski.

La tensión política en Macedonia no es nueva, sino que viene de abril de 2014, cuando la oposición socialdemócrata (SDSM) acusó al actual de ejecutivo de amañar las elecciones, negándose a tomar parte del funcionamiento normal de la Asamblea, lo cual no impidió al VMRO-DPMNE formar gobierno con uno de los dos principales partidos albaneses, la Unión Democrática para la Integración, liderado por Ali Ahmeti. Sin embargo, en los últimos meses la temperatura política ha estado subiendo debido a, por un lado, la publicación por parte de la oposición socialdemócrata de una serie de grabaciones que sitúan al gobierno en una posición delicada, y por otro, los enfrentamientos armados cerca de la frontera con Kosovo a finales de abril, con especial atención a los enfrentamientos en Kumanovo de mayo.

Estos hechos han profundizado una crisis política que ambas partes observan como un juego de suma cero, en donde uno de los dos contendientes deberá ser derrotado para que el otro obtenga la victoria. Además, a la crisis político-social se le juntan otras cuestiones ya clásicas en la zona como son las relaciones interétnicas (macedonios y albaneses en este caso), la inestabilidad que puede provocar en zonas limítrofes como Kosovo, Serbia o Albania, la “torpe” reacción por parte de la Unión Europea y la posibilidad de que las protestas antigubernamentales no sean tan espontáneas como parecen.

De las protestas estudiantiles a la bomba de 2015

En abril de 2014 se celebraron elecciones generales en Macedonia. Por generales se comprende elecciones presidenciales y elecciones a la Asamblea de Macedonia. En ambos casos, los candidatos del VMRO – DPMNE salieron vencedores sin ningún género de dudas. Sin embargo, rápidamente la oposición encabezada por los socialdemócratas declaró que las elecciones estaban amañadas, aunque para la OSCE, que monitorizó las elecciones, estás se desarrollaron por cauces más o menos normales, más allá de algunas dificultades y pequeñas irregularidades, las cuales no pusieron en ningún caso en tela de juicio la legitimidad democrática de las votaciones.

Como fue mencionado anteriormente, la oposición se negó a tomar sus posiciones en la Asamblea, poniéndole aún más fácil las cosas a Gruevski, el cual alcanzó rápidamente un pacto de gobierno con el partido liderado por Ali Ahmeti (Unión Democrática para la Integración), el partido más importante de la comunidad albanesa de Macedonia. No obstante, la principal oposición a Gruevski en lo que restaba de 2014 no le vino por parte de la esfera política, sino de la civil, más concretamente con un movimiento estudiantil bien organizado en contra de los objetivos del ejecutivo en relación con la introducción de un examen externo de validación para los estudiantes universitarios.

La importancia de la movilización estudiantil, que alcanzó su máximo en diciembre de 2014, fue que por primera vez en mucho tiempo se trataba de una manifestación sin una clara tendencia política, o mejor dicho, sin una tendencia de un determinado partido político, con un claro carácter inter-étnico y en donde la sociedad civil era la protagonista, sin estar dirigida por motivos políticos particulares, tal y como Gruevski denunciaba. Lo cierto es que la manifestación, más allá de estar centrada en un aspecto particular y protagonizada por un sector que tradicionalmente se muestra reivindicativo y rebelde como el estudiantil, aportaba dos grandes novedades. Por un lado, que la sociedad civil de Macedonia no era tan pasiva como se le consideraba hasta ese momento, y por otro lado, que dicha sociedad era capaz de colaborar y unirse, sin prestar atención a su procedencia nacional, con el objetivo de luchar por una causa común.

Una imagen de las protestas que lideraron los estudiantes en las calles de Skopje a fines del 2014

Para Gruevski, y en menor sentido para Ali Ahmeti, la unión interétnica resultaba negativa para sus intereses. Si macedonios y albaneses eran capaces de unirse por sí mismos, sin necesidad de sus respectivos partidos políticos haciendo de intermediarios, ¿cómo seguir manteniendo uno de sus principales argumentos para conservar el poder? Porque después de todo, ambos líderes y sus respectivos partidos, han monitorizado las tensiones étnicas aún existentes con el único objetivo de crear una serie de redes clientelares y así perpetuarse en el poder y controlar los resortes de las principales instituciones públicas.

Finalmente, los estudiantes lograron el objetivo que se habían marcado, que no era otro que forzar al gobierno a retirar la propuesta de ley de reforma educativa, e incluir a colectivos estudiantiles y educativos en futuras propuestas de reforma educativa. Sin embargo, lo más relevante de las protestas estudiantiles fue la constatación de que era posible la creación de una sociedad civil independiente e interétnica. Aún con todo, para poder forzar al gobierno de Gruevski a realizar cambios drásticos, no es suficiente con las acciones de una sociedad civil, sino que se necesita la colaboración de las élites. Es aquí en donde Zoran Zaev y los suyos vuelven a entrar en el juego político de primer orden.

La bomba

Tras meses de ausencia de la primera línea de las protestas, Zoran Zaev y sus correligionarios volvieron a tomar la iniciativa gracias a la “bomba política” que comenzaron a lanzar en forma de grabaciones secretas, las cuales fueron supuestamente ordenadas por Gruevski para así asegurarse el control de los resortes políticos y las instituciones.

Las grabaciones, que han venido siendo lanzadas desde febrero hasta el momento actual, aportan información altamente comprometida sobre las acciones del ejecutivo macedonio. Así, existen grabaciones entre la policía y el ministro de la finanzas hablando sobre la posibilidad de encargar a un fiscal general el abandono de sus obligaciones legales; hay grabaciones del ex jefe de los servicios secretos, Saso Mijalkov, negociado la nómina de un presidente de la Corte Suprema; existen filtraciones de la ex ministra del interior, Gordana Jankulovska, preguntando si un juez era completamente de los suyos antes de proponerlo para un ascenso, al igual que existen grabaciones de la misma persona sobre cómo se manipuló el empadronamiento de decenas de personas para obtener los resultados esperados por el partido de gobierno; existen grabaciones sobre cómo las autoridades de Macedonia trataron de ocultar pruebas y obstruir la investigación sobre el fallecimiento del joven Martin Neskovski, el cual fue golpeado hasta la muerte en la noche en la que el VMRO-DPMNE celebraba su victoria electoral del 2011; y también hay grabaciones sobre cómo el gobierno controla a los medios y presiona y vigila a aquellos periodistas que no se muestran obedientes con el gobierno.

¿Son verídicas las grabaciones? El gobierno se apresuró a desmentir la veracidad de los contenidos, alegando que estaban manipuladas, al tiempo de que acusó a Zaev de espionaje y traición a Macedonia debido a que dichas cintas fueron logradas supuestamente con ayuda de servicios de inteligencia del extranjero, sin especificar qué país o países estuvieron involucrados en el “Watergate macedonio”. Sin embargo, los indicios muestran que en efecto las grabaciones son verídicas y vienen a confirmar lo que ya se sabía desde hacía algún tiempo: Gruevski ha conseguido fusionar las redes estatales con aquellas de su partido, obteniendo el control de las instituciones clave, lo que le proporciona un gran control sobre los resortes políticos, económicos y sociales. Después de todo, como indica Ivana Jordanovska, miembro del partido socialdemócrata de Zoran Zaev, “los trabajadores públicos no se pueden mostrar críticos porque si así fuese se arriesgarían a perder su puesto de trabajo”.

Dicho lo anterior, lo que no nombra Jordanovska es que su partido tampoco está limpio de todo. Hace unas semanas se dio a conocer un vídeo en donde el líder de la oposición socialdemócrata, Zoran Zaev, solicitaba un soborno mientras ocupaba el puesto de alcalde de Strumica. Ante las acusaciones Zaev se ha limitado a responder que la filtración va en contra de la Constitución de Macedonia, al mismo tiempo que ha acusado al Ministerio del Interior encarnado en el departamento de la Fiscalía General de haber filtrado el vídeo. Lógicamente la respuesta no es indicativa de que Zaev sea culpable, pero sí que es paradigmático que en un momento en donde la hegemonía política en Macedonia está en discusión, el líder de los socialdemócratas no haya negado las acusaciones de una forma más vehemente.

Gruevski ha construido a su alrededor un aparato clientelar que le ha servido para mantener y aumentar su cuota de poder, todo ello con la inestimable ayuda de la Unión Democrática para la Integración, que le ha brindado un gran apoyo como miembro menor de la coalición de gobierno. No obstante, eso no resta para que el partido socialdemócrata también haya construido sus redes clientelares mientras estuvo en el poder, tal y como pone de manifiesto Rainier Jaarsma. Esto último explica que tras la escalada de tensión sucedida en los últimos meses, detractores y simpatizantes de Gruevski hayan salido en masa a manifestarse por las calles de Skopje.

Así, el domingo 17 de mayo miles de personas tomaban las calles de la capital del país para manifestarse y exigir la dimisión de Gruevski y la formación de un gobierno de transición hasta unas futuras elecciones generales. Los seguidores de Gruevski no tardaron en contestar a esta manifestación con una contra-protesta el lunes 18 de mayo, la cual también contó con bastante apoyo popular. Sin embargo, y a pesar de lucir músculo, Gruevski sabe que su situación es delicada. El renacimiento de la sociedad civil, las acusaciones de coacción a la libertad de prensa por parte de algunos medios y periodistas y el escándalo de las grabaciones son cuestiones que ponen en tela de su juicio su hegemonía para dirigir los designios del país y le acercan a la situación de deflación de poder.

Por ello, el actual primer ministro macedonio tomó la sorpresiva decisión de cesar de su cargo a Gordana Jankuloska (Ministerio del Interior), Mile Janakieski (Ministerio de Transporte), y Saso Mijalkov (Jefe de los Servicios Secretos). Todos ellos se habían visto directamente involucrados en el escándalo de las grabaciones, ya que o bien salen hablando directamente o son mencionados como piezas claves en las supuestas irregularidades cometidas. El objetivo de Gruevski con esta estrategia es claro: sacrificar a algunos miembros clave y de su confianza para poder mantenerse en el poder. Sin embargo, a juzgar por la actitud de los manifestantes, no parece que eso vaya ocurrir. Éstos quieren la dimisión de Gruevski, y si es para ayer mejor que para hoy.

Lo anterior pone en una situación complicada a Zoran Zaev. Al igual que los manifestantes, él también desea la salida de Gruevski del poder. Lo que no está tan claro es que ni él, ni los dirigentes de su partido deseen la instalación de un verdadero Estado de Derecho. Lo que sí está claro es que Zaev tiene una gran oportunidad de capitalizar el descontento existente en contra del actual ejecutivo, aunque para ello arriesgará más de lo que desearía.

El delicado equilibrio étnico

Hasta ahora no se ha hecho ninguna referencia a la delicada relación entre macedonios, que forman la mayor parte de la población, y albaneses, que forman aproximadamente el 25% del total. Lo cierto es que, como se ha referenciado anteriormente, las protestas contra Gruevski tienen un carácter interétnico. Sin embargo, los problemas entre ambos grupos nacionales continúan existiendo y marcando las agendas políticas y sociales del país.

Los últimos eventos cerca de la frontera con Kosovo, y especialmente en Kumanovo vienen a demostrar que el Acuerdo de Ohrid con el que se puso fin al conflicto del 2001 no deja de ser una solución de mínimos y la construcción de una Macedonia verdaderamente multiétnica está todavía por hacer. Pero estos últimos acontecimientos son simplemente añadidos a la ya una larga lista de rivalidades y enfrentamientos entre albaneses y macedonios que dejaron varios hechos de relevancia tanto en el año 2013 como en el 2014.

Aún con lo anterior, el conflicto se ha reactivado en abril cerca de la frontera con Kosovo y especialmente el enfrentamiento entre fuerzas del orden macedonias y paramilitares albaneses en Kumanovo, producido el 9 de mayo. Aún hay detalles sobre dichos acontecimientos, especialmente sobre la batalla de Kumanovo, que son un misterio y están poco claros, aunque lo que parece claro es que no se trata de una operación de falsa bandera preparada por el ejecutivo de Gruevski para desviar la atención, tal y como sugirió Edward P. Joseph en su artículo de hace algunos días, sino un verdadero ataque terrorista que contó con la colaboración de terroristas provenientes de Kosovo.

Otra cuestión diferente es si Gruevski intenta usar la carta de la división étnica para conseguir dividir y debilitar a la oposición contra él. No sería la primera vez que el Primer Ministro usa dicho recurso. Después de todo, el proyecto arquitectónico de Skopje 2014, que viene a convertir el centro de la ciudad en un parque temático del state-building macedonio, tiene, entre otros muchos objetivos, dejar a un lado de la construcción del Estado macedonio y de la conciencia nacional macedonia a la población albanesa.

Grupo nacional predominante por municipio. Los datos pertenecen al censo del año 2002. La población albanesa en Macedonia representa, según el mismo censo, último realizado, el 25% del total de la población del Estado.

La indiferencia de la Comunidad Internacional

Desde el plano internacional la principal conclusión que se extrae del estudio sobre lo que ha venido ocurriendo en Macedonia desde febrero de 2015 es que Macedonia no es Ucrania, ni tan siquiera es Serbia. Ni los Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni el Consejo de Europa se han pronunciado claramente sobre los eventos de Macedonia. Quizás, el único país que se ha mostrado más activo en relación con la situación en Macedonia ha sido Alemania, quién a través de su embajadora en el país, ha solicitado la dimisión del ejecutivo. Además, son muchos los periodistas, comentaristas políticos y científicos sociales los que consideran que sólo la mediación de la Unión Europea y la OTAN son vitales para poder solucionar la crisis de Macedonia.

Lo anterior no deja de ser el típico esquema orientalista por parte de la Europa occidental hacia su “primo tonto” la Europa balcánica, algo que Maria Todorova ya puso de manifiesto hace 20 años. Sin embargo, tratar con condescendencia a las personas y élites de la zona balcánica sólo trae problemas, principalmente porque aquellas élites son más inteligentes de lo que se suele pensar y eventualmente suelen ser ellas las que acaban manipulando a los occidentales, que en muchas ocasiones saben cómo han entrado en la cuestión balcánica, pero nunca saben cómo salir airosos de ella.

Es más que plausible que la crisis de Macedonia necesite de mediadores internacionales para poder canalizarla hacia una solución de compromiso entre los dos bandos enfrentados. No obstante, no parece que la Unión Europea, una organización que no puede resolver sus contradicciones y crisis internas, sea la organización más adecuada para tomar la iniciativa en el plano internacional. Y en segundo lugar, porque la Unión Europea valora más la estabilidad en la zona balcánica occidental que la instauración de democracias liberales, por lo que si la situación en Macedonia no se descontrola demasiado, es probable que su perfil diplomático sea de baja intensidad. Por otro lado, sea la Unión Europea, sea otra institución como la OSCE, lo que está claro es que la aproximación a la crisis de Macedonia no puede ser la clásica condescendencia occidental sobre el vecino oriental. Ese enfoque fracasó en el Congreso de Berlín de 1878, fracaso en las Guerras Balcánicas (1912-1913) y también en las Guerras de Secesión de Yugoslavia (1991-1999). Tratar como iguales a los políticos de la zona será la primera clave para el éxito de una intermediación internacional, si es que ésta se llega a producir seriamente.

¿Una revolución de color?

La mayor parte de comentaristas internacionales han hecho hincapié en que la Unión Europea y los Estados Unidos no están sabiendo reaccionar a la crisis macedonia y que gran parte de la inestabilidad de los últimos meses se debe al bloqueo que Macedonia sufre por parte de Grecia para iniciar el proceso de adhesión tanto a la Unión Europea como a la OTAN. Sin embargo, no todas las opiniones coinciden sobre el desdén de la Unión Europea y los Estados Unidos hacia Macedonia. En este sentido, el ministro de exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dejó caer la posibilidad de que las protestas no son más que una nueva revolución de color.

En la misma línea que Lavrov va el profesor universitario serbio Vladislav Sotirovic, el cual en un mismo artículo argumenta que lo que sucede en Macedonia es una operación coordinada por occidente (UE y EEUU) con el objetivo de desestabilizar y debilitar a Macedonia y a Grecia por mantener sus vínculos con Rusia, y especialmente dar su apoyo al proyecto energético Turkish Stream Pipeline. Así, occidente está apoyando y dirigiendo una revolución de color que acabe con el gobierno de macedonia para convertirlo en un gobierno marioneta al que controlar tal y como se desee, al mismo tiempo que está animando la creación de una Gran Albania en la zona de los Balcanes. Otros autores como Andrew Korybko y Thierry Meyssan coinciden con los argumentos aducidos por Sotirovic.

No obstante, ¿puede existir una verdadera revolución de color en Macedonia? Quizás sí que exista, pero los datos que se tienen en este momento no permiten ir en esa dirección. En primer lugar, porque ni la Unión Europea, ni los Estados Unidos han mostrado interés en lo que está sucediendo en Macedonia más allá de declaraciones aisladas. En segundo lugar, porque el acercamiento a Rusia, algo que los autores consideran como clave para explicar la revolución de color en Macedonia, es inexistente. Macedonia lleva desde el 2005 nominada como candidato a entrar en la Unión Europea y el ejecutivo de Gruevski no ha declarado nunca sus reservas a entrar en la UE. Si las negociaciones no comenzaron aún es por la cuestión de la disputa del nombre que Macedonia mantiene con Grecia, o mejor dicho, que Grecia mantiene con Macedonia, pero no por la negativa macedonia a alinearse con la UE. Y en tercer lugar porque el proyecto Turkish Stream no deja de ser más que un proyecto propuesto hace menos de seis meses y del cual todavía se saben poco detalles, entre ellos, quiénes serán finalmente los países de tránsito y cuál será el destino final del gasoducto.

La crisis de Macedonia sin fin a la vista

La tensión en la pequeña república balcánica, que viene desde las elecciones de abril de 2014, pero que se acentuó en los últimos meses con el escándalo de las grabaciones secretas, no tiene visos de que vaya a ser resuelta a corto plazo. El 19 de mayo los principales líderes de los partidos políticos más relevantes tuvieron una reunión en París, auspiciada por Johannes Hahn, Comisario para la Política Europea de Vecindad y Negociaciones de Ampliación, de la cual no se obtuvieron grandes progresos para desbloquear la situación. Pero incluso las futuras conversaciones tuvieran éxito y se alcanzase un acuerdo político entre las principales fuerzas, no está tan claro que la crisis se pueda resolver. No se debe olvidar que Gruevski sí puede desmovilizar a sus seguidores, pero Zaev no puede proceder de tal forma con los manifestantes contra el actual ejecutivo, ya que éstos no responden directamente a los intereses de los socialdemócratas macedonios.

Además, las delicadas relaciones entre los principales grupos nacionales, albaneses y macedonios, las redes clientelares existentes, la corrupción latente, el control y presión contra los medios independientes y la extrema polarización de la sociedad puede hacer que la crisis se prolongue por un tiempo relativamente largo. Y todo eso sin contar con la actuación de la comunidad internacional, la cual aún no ha comprendido que tratar con desdén y superioridad a las élites de la zona es el peor de los abordajes posibles, y con la posibilidad de que las tensiones se derramen hacia los Estados fronterizos, principalmente Albania, Kosovo y Serbia, puede empeorar la situación.