Hace unos años nadie se consideraba machista abiertamente, al igual que el racista ocultaba sus opiniones y solo en sus círculos de confianza se mostraba tal cual, reía los chistes rancios del gracioso de turno y jaleaba los comentarios del locutor de radio que todos los de su especie escuchaban.
Hace unos años parecía que nuestra sociedad evolucionabay que a pesar del poder de la costumbre y la moral establecida durante tantos siglos se superabanlos prejuicios, las desigualdades se reducían y las personas se miraban empatizando entre sí. Fue solo una ilusión. Tengo la impresión de que las leyes van por delante de una sociedad idiotizada, solo así se puede entender tanta furia contra la igualdad, solo la maldad o la estupidez pueden hacerte creer superior al otro por pertenecer a un sexo, una raza o clase social que se ha determinado comoprincipal y mejor. Los “expertos” analizan las causas de esta involución y llegan a conclusiones diversas, después de leerlas me viene a la cabeza la inteligentefrase de Edward R. Murrow (1908-1965) “Una nación de ovejas engendra un gobierno de lobos”.No quiero formar parte de ese rebaño y me niego a que los miserables se salgan con la suya.Me pregunto qué podemos hacer para impedir que los tontos o los lobos o lo que es peor que los lobos tontos gobiernen el mundo. Y lo primero que se me ocurre es valorar más el simple gesto de votar. Por suerte estamos en una democracia. Desconfío del que dice que todos los políticos son iguales porque no todas las acciones de la política son iguales. Las leyes que nacen de esas gestiones rigen nuestra vida para bien o para mal y depende de quién legisle tu vida puede cambiar más de lo que te imaginas. Nos hemos acostumbrado a una libertadque ni siquiera esos descreídos de la política serían capaces de vivir sin ella. Nos hemos acostumbrado a unos derechos que ni ésos que aplauden a los tontos y a los lobos serían capaces de vivir sin ellos. Ojalálos que votan a los lobos sufrieran solos las consecuencias pero por desgracia lo haremos todos y la historia ya nos ha mostrado los resultados.
No pertenezco a ningún partido político, ni sindicato ni asociación, me rige el sentido común. Como mujer me defiendo del machismo no entiendo otra razón. Se me escapa que una ideología política, doctrina o religión me convenza de que soy inferior al hombre o que estoy predestinada a una función o rol social por mi género. No entiendo a las mujeres que admiten ese ideario a no ser que tengan alguna patología o hayan sido incapaces de reflexionar lo suficiente. No hablo de las mujeres quesufren el machismo en su grado más asqueroso y asesino sino de las que defienden a los tontos o lobos que se las comen a bocados. Una mujer machista es una anomalía en el desarrollo humano y un hombre machista el que no ha evolucionado todavía, al igual que el racista se ha quedado anclado en siglos atrás.