Si David Chase hubiese querido decirnos que Tony muere al final de Los Soprano, el último plano de la serie habría sido uno de su familia en un cementerio. Si hubiese querido decirnos que Tony (James Gandolfini) vivirá feliz el resto de su vida, probablemente le habríamos visto alejarse de la mano de su familia. Pero David Chase decidió acabar una de las mejores series nunca hechas con un primer plano de Tony y luego un corte a "negro". Un corte brusco a un plano vacío y en silencio. Después, los créditos. El significado de ese plano nos tiene discutiendo desde el año 2007. Para mí, ese plano en negro y en silencio es la nada. Y la nada es la muerte. Pero vosotros podéis interpretar lo que queráis.
Matthew Wiener, que fue guionista y productor ejecutivo de Los Soprano (1999-2007), decide acabar su propia serie –Mad Men (2007-2015)- con otro primer plano de su protagonista, Don Draper (Jon Hamm), seguido de otra imagen que probablemente nos tendrá discutiendo durante años. Pero esta vez no se trata de un “negro” sino de un anuncio de Coca-Cola de 1969 ¿Qué significa esto?
Recapitulemos. Durante los últimos siete episodios hemos visto a Don Draper perderlo todo: su familia, su matrimonio, sus muebles, su piso y su agencia de publicidad. Tras estas pérdidas, el propio Draper comienza a deshacerse de todo: de su trabajo en McCann Erickson, de su coche y hasta de su identidad: su “pariente”, Stephanie (Caity Lotz) le llama “Dick”, su verdadero nombre. Don es rico, pero cada persona que conoce durante su viaje al oeste le pide, le quita, le roba un poco de dinero. Este proceso podría estar relacionado con la “gran renuncia” de Buda, que, deprimido por la realidad de la vida, decidió abandonar su palacio y llevar la vida de un asceta. No por casualidad, en el mencionado plano final, Don Draper practica la meditación y tiene una enigmática sonrisa. Lo que no sabemos es si sonríe tras alcanzar la iluminación, o porque se le ha ocurrido la idea del anuncio de Coca-Cola más famoso de la época. Lo cierto es que dicho spot fue producido realmente por Mcann Erickson, por lo que cuesta muy poco imaginar que Don volvió a Nueva York –Peggy Olson (Elizabeth Moss) le ha asegurado antes que le perdonarían todo- para triunfar de nuevo en publicidad. Los malvados guionistas de esta serie, además, se han esmerado en plantar pistas sobre Coca-Cola en episodios anteriores: cuando el presidente de McCann le ofrece la cuenta a Don; o cuando el veterano del motel en el que se hospeda Draper le pide que arregle una máquina expendedora del famoso refresco. ¿Podría Don Draper haber estado rumiando una idea genial todo este tiempo?
Pero todo eso no son más que teorías. Objetivamente, lo que nos ofrece Mad Men es un final feliz para cada uno de sus personajes. Un final que, curiosamente, todos y cada uno de ellos le debe a Don Draper. La depresión del protagonista es precisamente causada porque éste siente que su familia y amigos se han olvidado de él. “Nadie se despide” dice amargamente Don. Sus sentimientos son expresados verbalmente por otro personaje que participa en una terapia de grupo. Un hombre gris e insignificante que confiesa que no llama la atención y que su propia familia le ignora. Para explicarse, utiliza una metáfora sobre un producto indeterminado en una nevera que se parece mucho a uno de esos discursos emocionales que ha utilizado Draper durante la serie para vender sus ideas a los clientes. Cuando Don abraza llorando a este hombre, Leonard (Evan Arnold), quiere decirle que él se siente igual, a pesar de ser guapo, exitoso y rico.
El final de Mad Men es sorprendente, pero al mismo tiempo lógico, verosímil y hasta realista. Hemos visto a Betty (January Jones) fumar sin parar. Ahora parece inevitable que tenga cáncer de pulmón. Joan (Christina Hendricks) da un giro que no esperábamos justo al final, pero es coherente con su personaje el que no quiera resignarse a ser la mujer de Richard (Bruce Greenwood). El propio Roger Sterling (John Slattery) se sorprende de que nadie se sorprenda de sus planes para casarse con la madre de Megan (Jessica Paré) interpretada por Julia Ormond. En la mejor escena del episodio, Stan Rizzo (Jay R. Ferguson) le declara su amor a Peggy. Ella, sorprendida –y demostrando que es una actriz genial- descubre que también está enamorada de él. Esto puede parecer forzado, pero si nos remitimos a los hechos descubriremos que ambos personajes siempre han estado juntos, que sus respectivas parejas no han funcionado y que ya se habían besado alguna vez. La escena es preciosa, sorprendente, pero coherente. Por último, Don Draper es un hombre que ha tenido todo lo que el mundo material puede ofrecer. Es lógico que busque consuelo en el mundo espiritual. Pero también sería más que razonable que volviese a la publicidad con una gran idea. Igual que la –posible- muerte de Tony Soprano fue hasta cierto punto inesperada, pero ¿qué otro final podía haber tenido un peligroso gánster?
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