Mad men -temporada 7- the milk and honey route

Publicado el 13 mayo 2015 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertran

THE MILK AND HONEY ROUTE (10 DE MAYO DE 2015)

Las series se acaban y los personajes mueren. Los espectadores mediocres necesitan la sensación de que las historias se cierran. Y no hay nada más definitivo que una muerte. Al fin y al cabo ese es el final de nuestra propia historia. Pero hay que decirlo claro: matar a un personaje suele ser un truco barato. Una forma burda de sorprender y conmover al espectador. Mucho han cambiado las cosas desde la clásica Star Trek (1966). En aquella los únicos que morían eran los "camisa roja", extras sin frase que sufrían las consecuencias del arrojo del capitán Kirk (William Shatner) y compañía. Hoy, hay series en las que las muertes se convierten en una forma de estilo. Juego de Tronos apostó por matar indiscriminadamente para dejarnos sin asidero emocional, sin un punto de vista claro. Ya lo había hecho Hitchcock en Psicosis (1960). En The Walking Dead la lógica de su planteamiento exige muertes constantes, pero éstas suelen coincidir con los finales de temporada. Huele a truco.

Mad Men nunca ha utilizado estos mecanismos pueriles para interesarnos. De hecho, su estrategia narrativa suele apoyarse en lo no contado, en lo inferido, en la elipsis. En este penúltimo capítulo -AVISO SPOILERS- Betty Draper (January Jones) descubre que tiene un cáncer de pulmón terminal. Esto puede parecer, la verdad, un golpe bajo. Ocurre justo cuando el personaje comenzaba una nueva vida. Había "despertado" del estereotipo reprimido de ama de casa y madre de familia, para comenzar a estudiar psicología. Ahora descubre que ya no le queda tiempo. El mensaje no puede ser más demoledor. Lo que eleva a esta historia por encima de la muerte de un personaje en un drama lacrimógeno como Anatomía de Grey (2005) es la complejidad con la que Betty afronta su destino. Probablemente perfilada siguiendo el modelo de las rubias hitchcockianas, al menos yo nunca sabré Betty era muy sabia -la entereza con la que acepta su final, la emocionante carta que deja a su hija Sally (Kiernan Shipka)- o completamente hueca: se preocupa por el aspecto de su cadáver. Cuando Betty se prepara de nuevo para ir a las clases de psicología, su marido Henry (Christopher Stanley) no entiende nada. Ella, tranquilamente, le suelta una frase, una verdad, existencialista ¿Qué sentido tenía antes ir a clases? ¿Qué cambia el conocimiento de que la muerte está cerca? Nada.

El cáncer de Betty funciona a otro nivel, que responde a la estrategia de Mad Men en este final de serie: la de destruir sus propios mitos. Betty era una mujer guapísima, elegante y sexy en su frialdad, que fumaba constantemente. Que tenga cáncer parece una bofetada de realidad. Lo mismo ha ocurrido con Joan (Christina Hendricks), una voluptuosa secretaria que consiguió abrirse camino en un mundo de hombres hasta llegar a ser socia de la agencia de publicidad. En el episodio anterior la pelirroja se rinde ante el machismo de la época y se retira.

El final de Mad Men juega contra las expectativas. Todos esperábamos que el desagradable, mezquino y trepa de Pete Campbell (Vincent Kartheiser) acabase mal. Y de hecho, esto casi ocurre. Pete es tan pringado que huye del fracasado de Duck Phillips (Mark Moses) cuando este le ofrece un trabajo mejor. Pero al final resulta que el destino le regala un empleo absurdamente bueno y la reconciliación con su exmujer, Trudy (Alison Brie). Pete dice haber crecido y debe ser verdad, porque si antes su prioridad era reflejar una imagen de éxito y vivir en Nueva York, ahora prefiere ser realmente feliz con su familia en Wichita, sin que nadie se entere.

Por último seguimos asistiendo a la caída de Don Draper (John Hamm). El que fuera la imagen del éxito -un rico y guapo publicista- vaga sin rumbo hospedándose en pequeños hoteles. Aquí encuentra a un chaval, Andy (Carter Jenkins) -que debe recordarle a él mismo- que le tima. Además, unos veteranos de guerra, que le sacan una confesión sobre su pasado, le pegan una paliza pensando que es un ladrón y un impostor. Don es inocente, pero se siente culpable: recordemos el sueño que tiene al principio del capítulo, en el que un policía le detiene. En los últimos capítulos todo le ha salido mal, pero curiosamente Don mantiene siempre el buen humor ¿Por qué?Draper ha perdido o renunciado a algo en cada uno de los últimos episodios: su familia, su mujer, sus muebles, su casa, su trabajo y ahora su coche ¿qué le queda?

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