El guión de Eric Darnell y Noah Baumbach combina muy bien el humor que la industria admite para el público infantil, y los gags y guiños destinados a garantizar el interés de los espectadores adultos (en definitiva, quienes pagan las entradas y artículos de merchandising). Por un lado, ofrece las peripecias accidentadas, maldades frustradas, torpezas amorosas, lecciones varias (sobre amistad, solidaridad, libertad) que atraen a los chicos. Por otro lado, para complacer a los mayores, juega con distintas citas de la cultura pop (sobre todo musicales y cinematográficas) y -en la versión subtitulada- con las voces de actores conocidos.
Además de los reincidentes Ben Stiller, Chris Rock, David Ross Schwimmer, Jada Pinkett Smith, Sacha Baron Cohen, también prestan sus voces Frances McDormand, Martin Short, Jessica Chastain, Paz Vega. La actriz fetiche de los hermanos Coen interpreta a una oficial de policía monegasca, especializada en la captura de animales salvajes. Los espectadores quisquillosos terminarán de perdonar cierta confusión geográfico-cultural entre Mónaco y Francia cuando la Capitaine Chantal DuBois cante “Non, je ne regrette rien“, himno que inmortalizó Edith Piaf, para recomponer la moral de sus subordinados.
Habrá quienes protesten porque los protagonistas (norteamericanos, ellos) son quienes caen mejor parados en la mencionada pica internacional. Aunque justo, el reclamo tiene poco sentido ante una producción made in USA que lógicamente reivindica la idiosincrasia de los suyos frente a los siempre subestimados ciudadanos italianos (brutos, cobardones), franceses (obsesivos, sindicalistas, chauvinistas), rusos (adoctrinados, derrotados).
Aunque desde el punto de vista estético estas franquicias pierden puntos cuando se las compara con trabajos artesanales (éste o éste por ejemplo), Madagascar 3 disimula sus costuras de fábrica con un despliegue de formas y colores que se disfruta especialmente en la versión tridimensional. El homenaje al Cirque du Soleil le viene como anillo al dedo a la gente de DreamWork, no sólo para incorporar nuevos personajes que harán posible la promocionada fuga (y para contar una fábula sobre la posibilidad de aggiornamiento y cambio), sino para explotar efectos visuales muy atractivos.
Cuando a éstos se les suma una banda de sonido que parodia grandes hits de la música pop y disco (“Wanna be”, “Every dance now”, “I like to move it”), quedamos absorbidos por una suerte de burbuja audiovisual. Así, aún los espectadores más reacios al entretenimiento masivo abandonamos la sala con una sonrisa después de ver la tercera entrega de Madagascar.