Madame Ching, almirante de Los Ladrones, es considerada por algunos autores la pirata más notable de la historia. Los Ladrones era una confederación de bandidos, de poder inimaginable. Así llamados por los portugueses, causaban estragos en los mares desde hacía mucho tiempo. Al principio eran sólo una partida de facinerosos chinos en rebelión abierta contra los mandarines. El primer escenario de sus hazañas estuvo en Cochinchina. Atacaban los buques mercantes, a bordo de juncos de remos, cada uno de ellos con unos cuarenta hombres. Con el paso del tiempo aumentaron sus efectivos, accedieron de todas partes gentes seducidas por su forma de vida, pescadores, culis, pero sobre todo miserables medio muertos de hambre.
bloquearon las desembocaduras de los ríos, barrieron las costas y se apoderaron de algunos juncos armados, con hasta diez o quince cañones. Estos buques de guerra pusieron bajo sus órdenes las demás embarcaciones, y a partir de entonces fue imposible para las gentes honradas circular por aquellos parajes.
la audacia de Los Ladrones siguió creciendo, paralelamente a sus fuerzas. Ya no se contentaban con saquear los mares y comenzaron a realizar desembarcos en masa. Empezaron con correrías en pueblos vecinos a la costa y, al estilo de los bucaneros de las Antillas, finalmente los piratas chinos se lanzaron sobre las grandes ciudades, varias de las cuales fueron sorprendidas y saqueadas.
entonces el emperador de China comprendió que no se podía ignorar a aquella gente y decidió declararles la guerra. De los cuarenta juncos armados que envió para combatirles, los piratas capturaron veintiocho. Los doce restantes sólo lograron salvarse gracias a una rápida huida. El prestigio de la victoria y los nuevos juncos incrementaron los reclutamientos, y así los piratas, nutrido su prestigio y su armamento, dominaron todos los mares por los que navegaron.
en 1809, la época de Madame Ching, se encontraban en el apogeo de su poder. Contaban con 70.000 hombres divididos en ochocientos grandes buques, más miles de pequeñas embarcaciones, incluidas las de remos. Esta espectacular armada estaba comandada por el capitán Cheng. Cuando un tifón envió al fondo del mar a Cheng, su joven viuda tomó el mando. Madame Ching ejerció el poder de manera inmisericorde, según un estricto código de piratería que ella misma dictó. Gobernó los mares durante años hasta que finalmente, vencida por las intrigas internas, aceptó un indulto del emperador y acabó sus días dirigiendo un burdel y una casa de juegos en Cantón, en 1844.
la señora Ching era un maravilloso monstruo entre los más retorcidos, ornada de oro, sedas y piedras preciosas como jamás se han visto. Llevaba a tripulaciones provistas de ratas y chinches al más exaltado coraje, triunfos de gloria y botines regios.
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