Madame Proust y la cocina kosher - Kate Taylor

Publicado el 26 noviembre 2012 por Rusta @RustaDevoradora

Edición: Siruela, 2012 ISBN: 9788498416510 Páginas: 420 Precio: 23,95 € (e-book: 9,99 €)

Toronto.

La silueta de una mujer que contempla la ciudad desde su balcón es la carta de presentación de Madame Proust y la cocina kosher, el debut de la canadiense Kate Taylor (Boulogne-sur-Seine, 1962), periodista cultural y licenciada en Historia e Historia del Arte que también ha escrito A Man in Uniform (2010). La novela recorre el siglo XX a través de tres personajes que reflejan las vivencias de tres generaciones distintas, con un tono cargado de delicadeza y predominio de la introspección por encima de los acontecimientos históricos. Publicada en inglés en 2003, ha ganado numerosos premios, entre los que destacan el Commonwealth Writers Prize for Best First Book y el City of Toronto Book Award.
La dama que da nombre al libro es Jeanne Proust, madre del célebre Marcel Proust, una mujer judía culta y educada que está casada con un médico católico. La conocemos mediante unos diarios ficticios en los que vuelca toda su preocupación por su hijo Marcel, que siempre ha padecido una mala salud y se muestra incapaz de adquirir las responsabilidades que sus padres desean para él. Jeanne sabe más de lo que expresa y el lector debe leer entre líneas para entrever sus sentimientos, lo que no deja de ser una demostración del gran esmero que ha puesto la autora al elaborar estos diarios. Aunque descubrir la personalidad de Marcel Proust y sus difíciles inicios en la literatura es un gran aliciente, para mí el mayor atractivo de los fragmentos de Jeanne es el magnífico retrato de París a finales del siglo XIX y comienzos del XX, con el ambiente de los intelectuales en los salones, el caso Dreyfus y los avances tecnológicos, entre otros muchos temas. Una ambientación exquisita y un enfoque inmejorable para hacer las delicias de los amantes de la cultura en general; estas fueron, sin duda, mis partes preferidas por lo jugoso de sus contenidos.

Torre Eiffel, París.

Por otro lado, la historia de la segunda protagonista recoge el testimonio de un suceso clave del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial. Sarah Bensimon es una niña que se ve obligada a dejar a su familia en su Francia natal durante el conflicto para huir a Canadá, donde un matrimonio la acoge. Con el tiempo, Sarah se convierte en una mujer frágil que lucha por recomponer los lazos rotos y que en un determinado momento de su vida se refugia en la cocina kosher (a propósito, el traductor hace un trabajo excelente al añadir notas aclaratorias sobre los términos en yiddish). Narrada en tercera persona, esta trama no se centra en la acción ni en la política, sino en la psicología del personaje, sus heridas y su evolución con el paso del tiempo. Las escenas de Sarah son probablemente las más duras de toda la novela, pero a la vez me han maravillado por la habilidad de la autora para plasmar su sufrimiento con tanta sutileza.

Illiers-Combray, París.

En tercer lugar está Marie Prévost, la traductora de los diarios de madame Proust, que habla en primera persona desde el presente. Vive en Canadá, pero viaja a París para traducir los textos y recorrer las calles donde vivió la familia Proust, por la que siente un gran interés. No obstante, Marie tiene su propia historia, la de una mujer marcada por la pérdida del amor. Sus fragmentos aportan información sobre los Proust y a la vez recrean los acontecimientos de su relación con Max; sin duda es la trama en la que los sentimientos son más palpables. La presencia de Marie en la novela también resulta interesante por alguna que otra reflexión sobre los entresijos de la traducción y, todavía más importante, el bilingüismo inglés-francés que conoce de primera mano. En este sentido, Marie siente debilidad por la lengua francesa y habla del contraste entre algunas zonas de su país. Me resultó un tema fascinante, no solo por tratarse de un asunto poco abordado en la literatura, sino porque en mi propia condición de bilingüe me reconocí en las palabras de Marie y valoré el acierto con el que Kate Taylor ha hablado de ello.
En general, Madame Proust y la cocina kosher destaca por tener tres protagonistas muy bien perfiladas, con una caracterización profunda y un gran cuidado a la hora de plasmar sus emociones, de tal manera que el lector enseguida siente empatía por ellas. Diría que en Jeanne Proust predomina el tono ameno de lo cotidiano, centrado en la relación madre-hijo y en el estilo de vida de la época; en Sarah Bensimon sobresale el peso de los horrores de la historia y la dificultad para construir una existencia normal cuando se arrastra un trauma; finalmente, en Marie el tema estrella es el amor en forma de recuerdos que duelen y que la llevan a refugiarse en las traducciones. Aunque sean historias aisladas, las tres mujeres tienen algo en común que no se aprecia a simple vista y que está relacionado con sus experiencias vitales. El desenlace es redondo y acorde con todo lo planteado previamente.

Bois de Boulogne, París.

Además, el hecho de que Kate Taylor sea canadiense se refleja en la obra: por una parte, la fascinación por Francia y la lengua francesa; por otro lado, la mitad anglófona de Canadá. Esto le da un carácter especial al libro: pese a estar escrita en inglés, no parece la típica novela anglosajona de un autor estadounidense o británico, sino que posee tintes de la elegancia del francés, un componente que se ve acentuado por las escenas desarrolladas en París y la preferencia de Marie por este idioma. Si me hubieran dicho que la autora es francesa, me lo habría creído sin dudar. La cuestión lingüística de Canadá está poco explotada en la literatura de nuestro país, cosa que a mí, como amante de la cultura francófona, me parece una pena, pues se trata de un tema interesantísimo, sobre todo cuando se propone con el buen gusto con el que se hace aquí.
Por si fuera poco, la novela rebosa amor por el arte (arquitectura, pintura…); se nota que la autora sabe de lo que habla y siente verdadera devoción por las creaciones artísticas. No hace ninguna tesis, sino que plasma los comentarios sobre las obras de una forma espontánea en apariencia, sin que el lector perciba que ha querido referirse a ellas expresamente. También se aprecia, por supuesto, la admiración por el legado de Marcel Proust, hasta el punto que me ha hecho sentir ganas de descubrirlo en primera persona. El simple hecho de descubrirnos al escritor con todos sus defectos, todas sus debilidades, ha despertado en mí un enorme deseo por querer leer lo que escribió.

Kate Taylor

Todo ello, narrado con una escritura elegante y fina, de ritmo lento y con adjetivación abundante. Madame Proust y la cocina kosher dista mucho de ser una novela para masas; yo la veo como una obra para lectores exquisitos, para aquellos que disfrutamos con las historias para saborear con calma en las que importa más la profundidad de los personajes que la acción, para los que sabemos apreciar los matices de una prosa cargada de sensibilidad, para los que buscamos algo más que una trama llamativa y también disfrutamos con su fondo. Me embelesó desde el principio por su refinamiento, por el enorme trabajo de documentación que hay detrás y porque todos los temas que trata me resultan cautivadores, desde las situaciones personales al bilingüismo y la vida en otros tiempos. Me ha encantado conocer a una escritora como Kate Taylor y solo me queda desear que esta pequeña joya consiga llegar a muchos más corazones sensibles que, como Marie, encuentren su refugio en la delicadeza de la palabra escrita.