Madona con abrigo de piel - Sabahattin Ali

Publicado el 19 febrero 2018 por Rusta @RustaDevoradora

Edición: Salamandra, 2018 (trad. Rafael Carpintero Ortega)

Precio: 18,00 € (e-book: 11,99 €)

La vida es una partida que sólo se juega una vez y yo he perdido. No puedo jugar una segunda...

Un pequeño clásico de la literatura turca del siglo XX, inédito hasta ahora en castellano, inaugura la rentrée de Salamandra, un sello que suele acertar con sus recuperaciones ( Irène Némirovsky, Sándor Márai y Austin Wright, entre otros). Se trata de Madona con abrigo de piel (1943), la novela más aclamada de Sabahattin Ali (1907-1948), que se reeditó en los años noventa en Turquía y desde entonces ha sido traducida a diez idiomas y ha vendido cerca de un millón de ejemplares. Los motivos por los que ha causado sensación no son solo literarios, ya que también entrañan una reivindicación del autor, disidente político, encarcelado por sus críticas al gobierno de Kemal Atatürk y muerto en extrañas circunstancias cuando intentaba cruzar la frontera búlgara; las sospechas apuntan a que fue asesinado por la policía secreta del Estado. Sus libros fueron prohibidos hasta 1965. La fama de Sabahattin Ali en la actualidad se relaciona en parte con la situación de los escritores turcos del momento que han sufrido asimismo duras represalias por sus desacuerdos políticos. En este contexto agitado, Sabahattin Ali se ha convertido en un símbolo de resistencia y libertad de pensamiento.

La narración de Madona con abrigo de piel empieza por el final y está contada por un personaje no involucrado en los hechos; una técnica poco común, desarrollada con eficiencia. El narrador, un joven empleado en una oficina, comparte despacho con Raif Efendi, el traductor de la empresa. Conocer a este hombre produce un fuerte impacto en él: Raif, un tipo ya maduro, parece un muerto en vida. En la empresa lo tratan con desprecio, pero él no se queja ni se exalta; se muestra frío, resignado en su desdicha, como si no esperara nada del futuro más que ver pasar los días uno detrás del otro. En su familia, descubre más tarde, también lo ningunean. ¿Qué le ha ocurrido a este hombre para acabar así? El narrador tiene la oportunidad de leer un misterioso cuaderno que su colega guarda con celo en el cajón de su escritorio. Allí, en primera persona, el protagonista, este señor tan esquivo, narra su historia, la historia de un amor breve pero intenso, condenado al fracaso, que sin embargo, o tal vez por eso mismo, lo marcó para siempre ("Esos pocos meses, ¿no valen varias vidas?", p. 221).

En los años veinte, un joven Raif llega a Berlín para aprender el oficio de su padre, la fabricación de jabones, aunque nunca le interesó. Solitario y retraído, dedica las horas a la lectura, inmerso en otros mundos. No sale, no se divierte; tan solo alimenta su vida interior con los libros (entre otros, los grandes novelistas rusos; esta novela tiene un poco de ese espíritu). Al visitar una exposición, Raif se obsesiona con el cuadro de una pintora, un autorretrato que apodan "Madona con abrigo de piel". Una noche, se topa con esa mujer, Maria Puder, y ya nada vuelve a ser como antes. Juntos conforman una pareja peculiar, puesto que encarnan arquetipos casi opuestos: él, ingenuo, tímido, soñador, ajeno por completo a los placeres mundanos; ella, experimentada, sagaz, bohemia, una habitual de la noche berlinesa. Y, aun así, tienen cosas en común. Maria, pese a su apariencia desenvuelta, ha sufrido desengaños y se siente insatisfecha: "Ya lo verá: vivo más dentro de mi cabeza que en el mundo. Para mí, la vida real no es más que un sueño desagradable" (p 124). Contra todo pronóstico, encuentra en Raif, en el muchacho candoroso y dócil, la horma de su zapato.

Como en novelas como Tú no eres como otras madres, de Angelika Schrobsdorff, oBerlín secreto, de Franz Hessel, esta obra de Sabahattin Ali es también un excelente fresco de los años veinte en Berlín. Por aquel entonces se produjo una liberación de las costumbres de las mujeres occidentales, reflejado en el personaje de la pintora: Maria, que toma la iniciativa en su relación, expresa sus ideas (modernas) en torno al rol de la mujer, rechaza ser la sumisa, rechaza el egocentrismo de los hombres. En cierto modo, se da una "inversión" de los papeles típicos de una pareja, y para ello resulta fundamental el pasado de cada uno. Mientras que él se ha mantenido en un mundo de fantasía, aislado por voluntad propia de la realidad, ella ha tenido que trabajar duro para sacar adelante a su madre, ha lidiado con hombres que le han enseñado la peor cara del ser humano, ha aprendido el valor de las cosas. Tiene lo que podría denominarse dignidad, unos principios elevados que la unen íntimamente a Raif: "[la pintura] es el único trabajo en el mundo que me tomo en serio. Sólo por eso no tengo intención de ganarme la vida pintando. Porque entonces me vería obligada a hacer lo que otros quisieran y no lo que yo quiero. Nunca... Nunca... Preferiría vender mi cuerpo... Porque en mi opinión eso sí que no tiene importancia" (p. 125).

Y no obstante se sabe de antemano que no terminaron bien. Este es el relato, apasionado y apasionante, de dos seres alienados que se cruzaron por una feliz casualidad que se tornó adversa, escrito con la elegancia y la precisión de un narrador curtido. La nostalgia late en sus páginas, así como la herida irreparable de las ocasiones perdidas ("Con el tiempo se olvida el dolor por la pérdida de objetos valiosos, de fortuna, de cualquier tipo de felicidad mundana. Lo único que nunca nos abandona son las oportunidades perdidas, y cada vez que se recuerdan, nos hacen sufrir", p. 206). Más allá del romance, destaca por su cuidada estructura y punto de vista, ese narrador que se acerca al protagonista desde fuera, paulatinamente, y por el acierto de "encerrar" la peripecia de Raif Efendi en un cuaderno. Quizá, ante todo, este libro es el retrato de un hombre solitario que se niega a vivir: por fuera, puede equipararse a una planta, por dentro, en esas páginas escondidas, oculta la pasión que le removió las entrañas ("Tendré que esconder este cuaderno [...]. Tengo que esconderlo donde no puedan encontrarlo; todo, especialmente mi alma...", p. 221). ¿Nos define nuestro interior o nuestras acciones? ¿Conocemos de verdad a la persona que tenemos al lado? Muchas preguntas, un alma afligida y una hermosa historia; todo eso es Madona con abrigo de piel.

Cita inicial en cursiva de la página 220.