La culebrilla ciega sólo vive en la Península Ibérica, y en toda Europa es la única especie de su familia, los Anfisbénidos. Tal nombre les viene de un monstruo legendario de la antigua Grecia, la anfisbena, la Madre de las Hormigas, la serpiente con una cabeza en cada extremo del cuerpo, con lo cual podía moverse hacia delante y hacia atrás sin que se supiera si iba o venía. Puede que esta criatura esté inspirada de algún modo en la culebrilla ciega, cuya cabeza cuesta a veces distinguir de la cola y cuya presencia, en las raras ocasiones en que se deja ver, suele advertirse entre los túneles de un hormiguero al levantar una piedra. Se dice que la anfisbena nació de una gota de sangre de la monstruosa Gorgona Medusa, cuya mirada petrificaba y cuyos cabellos eran serpientes. Después de que Perseo, el Destructor, la decapitase mirando su reflejo en un escudo pulido, la sangre de Medusa cayó al desierto de Libia y fecundó las arenas, produciendo serpientes insólitas que, según se cuenta, fueron el asombro de Catón y de sus soldados cuando recorrieron aquella desolación. Siglos después, en los escudos y bestiarios medievales, la anfisbena reapareció en forma de dragón de dos cabezas, y más tarde aún inspiró el misterioso relato escrito por un Jorge Luis Borges con toques de Lovecraft: There are more things. Ajena a toda esta vida imaginaria, la anfisbena de nuestro monte mediterráneo no tendrá dos cabezas, ni será hija de Medusa, pero, evocando otra leyenda griega, este reptil es para las hormigas el verdadero monstruo de sus laberintos subterráneos.
La producción de sonidos en la culebrilla ciega fue descrita por vez primera en Gómez Durán (1985) Producción de sonidos en Blanus cinereus. Doñana Acta Vertebrata 12: 326-327. Más sobre la anfisbena en "El libro de los seres imaginarios", de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero (edición de 2007).