Madres

Por Mientrasleo @MientrasleoS


      "Mi querida madre, si posees realmente un alma maternal y si todavía no estás harta, ven a París, ven a verme, e incluso ven por mí. Yo, por mil razones terribles, no puedo ir a Honfleur en busca de lo que tanto desearía, un poco de ánimo y unas caricias. A finales de marzo te escribía  ¿Volveremos a vernos algún día? Me encontraba en una de esas crisis en que uno contempla la terrible verdad. No sé lo que daría por pasar unos días a tu lado, tú, el único ser de quien pende mi vida, ocho días, tres días, unas horas."
Carta a la madre. Charles Baudelaire
     Este fragmento posiblemente refleje a la perfección lo que es una madre a lo largo de nuestra vida. Ese reducto al que recurrimos sin importarnos demasiado si ya no tenemos edad, la seguridad en una mirada, la sed del calor que emana aunque no nos toque, solo por estar, solo por ser. Tal vez por eso es una figura tan repetida en la literatura, la madre. Y aprovechando que mañana lo celebramos, es un buen momento para pensar en madres.
     Hablemos de madres, tenemos poetas que hablaron de ellas, están Neruda, Lorca, Alberti, Mistral... todos ellos hablaron en sus versos sobre madres. Todos ellos y muchos más.
Porque son incontables las veces que encontramos madres dentro de los libros, madres buenas y malas, claro, tiene que haber de todo y a fin de cuenta crecemos entre madrastras de cuentos de hadas. Luego crecemos y vamos descubriendo otras madres: La madre de Gorki que daba todo por su hijo, la de ese libro entrañable, Mujercitas, que nos hizo vivir con sus hijas tantas aventuras... la longeva Úrsula de Cien años de soledad no podía faltar tampoco,  que seguramente hubiera hecho buenas migas con Clara, residente en La casa de los espíritus. Aquí tuvimos, y tenemos, a esa recia Bernarda Alba, dueña de su casa y del destino de quienes moran en ella, aunque para ser justos, no es mala por ser de aquí, pensemos en Como agua para chocolate y su Mamá Elena... A propósito de Elenas, la madre que dibuja Andrés Neuman, a quien presenté hace unos días, en su obra Hablar solos es también memorable.Y hablando de mis últimas lecturas memorables, no puedo evitar recordar a la irritante señora Incandeza, supongo que @yossibarzilai me entiende, es... una Broma infinita. Y cómo no hablar de la madre de El mal de Portnoy, la presente ausente en todo momento. Porque sus ausencias marcan tanto como sus presencias, ¿Qué hubiera sido de Holden Caulfield si su madre no lo hubiera enviado a un internado? Tal vez no sería hoy El guardián entre el centeno. O la madre de Jean-Baptiste Grenouille, ¿imagináis qué hubiera sido de El perfume si esa mujer no da por muerto al hijo y lo cría en familia? Tampoco me olvido de esas otras que parece cayeran en desgracia como Ana Karenina o Madame Bobary, cuyo carácter difiere de casi cualquier otro con que me haya tropezado, pero todas ellas son madres que han marcado nuestro rumbo literario
     Pero me gustan más las luchadoras, me gusta Fantine, aunque se quede en el camino, porque consigue salvar a su hija de un mundo que parece estar poblado por Los Miserables. Y me gustan las madres representadas a la perfección en la literatura victoriana que buscan casar a sus hijas de la mejor forma y ayudan a sus hijos a buscar la mejor esposa.
   
     Y si hablamos de madres, hijos, esposas y hablamos de las nuestras, también hablamos del ánimo al escritor. Tal vez sea por eso por lo que tenemos un reflejo literario tan ámplio. Porque de alguna forma y puesto que a un autor le sobreviven sus palabras, han dejado un testigo en forma de letras recordando a quien les impulsó. Desde aquí felicito a todas las madres, las presentes, las ausentes, las jamás olvidadas y, como no, a la mía, que jamás se ha sentado a leer un blog.
     Y vosotros, ¿tenéis alguna madre literaria favorita?
     Gracias