madres coraje

Publicado el 02 julio 2012 por Enriquestenreiro @soyconfeso
Lo sé: en más de una ocasión amenacé con escribir una entrada dedicada a las madres coraje, pero por unas cosas u otras, al final la idea permanecía en el tintero y no veía la luz. Pues bien, ha llegado el momento de adentrarse en el apasionante mundo de estas madres y, con ellas, en el siempre delicado terreno del melodrama, ese género para el que no suele haber un término medio: o brilla o... produce espasmos.
No se trata de hacer un listado de más a menos (madre preferida, madre melodramática, madre sufridora....madre coraje al fin y al cabo) sino de citar aquéllas que, a bote pronto, llegan a mi memoria. En definitiva, una suerte de brainstorming cinéfilo-maternal que espero y deseo completéis. Vamos allá.
Hace casi un año, remataba una de mis entradas así: "Yo confieso: si algún día me animo a realizar una lista de madres coraje, Stella Dallas estará en primer lugar". Dicho y hecho. Stella Dallas (King Vidor, 1937) es, posiblemente, la madre coraje que más me ha emocionado. Quizás, que la gran Barbara Stanwyck sea la encargada de dar vida al personaje, es el motivo principal. Otro, podría ser la dirección de King Vidor. Con todo, estamos ante el típico caso de madre capaz de renunciar a su propia hija con tal de garantizar su felicidad pero... ¿Qué manera de renunciar? Stella es un ser patético pero delicioso, ingenuo pero ambicioso. Y, sobre todo, madre, madre incondicional. Con este personaje, Barbara Stanwyck consiguió la primera de las cuatro nominaciones al Oscar de su carrera. Como sabéis, sólo recibiría una estatuilla honorífica en 1982.

Madre coraje similar, es la encarnada por otra de las diosas veneradas en YO CONFIESO: Olivia de Havilland. En La vida íntima de Julia Norris (To each his own, 1946), de Mitchell Leisen (director a quien, por cierto, dedicamos capítulo en Hollywood revelado), la historia es, quizás, un poco más rocambolesca. Aquí se juega con la información que el espectador posee y los personajes ignoran, lo que genera mayor desasosiego. Julia Norris, por una serie de circunstancias, se verá apartada de un hijo que será educado por una amiga autoproclamada única madre legítima. A lo largo de muchos años comprobaremos cómo, desde la sombra, la madre coraje mueve los hilos en beneficio de un vástago que ignora su verdadero y triste origen. Aunque tenemos un happy ending, nos quedamos con un sabor agridulce, posiblemente porque el final del vía crucis que emprende en solitario Julia Norris llega demasiado tarde.
Con este papel, Olivia de Havilland conseguiría el primero de los dos Oscar que debe tener en su mansión de París. El segundo, como sabéis, le llegaría con La Heredera (1949).
¿Hay madre coraje más sufrida y sufridora que Mildred Pierce? En Alma en suplicio (Michael Curtiz, 1945), Joan Crawford se autoinculpa de un asesinato cometido por su hija, la insufrible Veda, encarnada por Ann Blyth. Film negro melodramático por todos conocido y del que ya hemos hablado largo y tendido en YO CONFIESO. Recordemos, eso sí, que con este papel de mamá con visón Joan Crawford recibió el único Oscar de su carrera. El que recogió en nombre de Anne Bancroft por El milagro de Anna Sullivan (Arthur Penn, 1962) no cuenta.

Sintiéndolo por Drama Turner, en Imitación a la vida (Douglas Sirk,1959), la madre coraje es Joanita Moore, quien da vida a Annie Johnson, la fiel, solícita y humilde asistente negra cuya hija blanca se averguenza del color de su madre. Aunque tener como hija a Sandra Dee da muchos puntos, es Joanita quien sufrirá hasta la extenuación definitiva los desplantes de su tierna niña. Douglas Sirk fue uno de los reyes del MELODRAMA con mayúsculas, y aquí deja buena muestra de ello. Joanita Moore, por su parte, borda un papel por el que fue nominada a Oscar y Globo de Oro en 1960.

Curiosamente, todas estas madre coraje recibieron premios y nominaciones, alabanzas y parabienes. Pero, estoy seguro de que me he olvidado de muchas otras madres sufridoras. Así que ya sabéis....