Madres y el Deseo Sexual Ausente: Más Allá del “Es Normal”

Por Coachingparamamas

Hacia un Acompañamiento que Respete la Complejidad

A las madres se les enseña a interpretar las señales de sus hijos: el llanto agudo, el rechazo a la comida, la mirada evasiva que anticipa una rabieta. Pero rara vez se les invita a escuchar —con la misma atención— las señales de su propio cuerpo: el vacío donde antes había curiosidad, la indiferencia ante el tacto que antes encendía, la sensación de que el deseo no está dormido… sino ausente.

Y cuando intentan nombrarlo, la respuesta suele ser un trío de lugares comunes bienintencionados, pero profundamente invalidantes:

“Es el cansancio.”
“Date tiempo, volverá.”
“¿Has probado con una noche de hotel?”

Frases que, aunque contienen una pizca de verdad, ignoran una realidad más profunda: para muchas madres, la libido no regresa porque algo en su subjetividad ha cambiado —y ese cambio merece ser explorado, no corregido a la fuerza.

Si te resonó esta reflexión y sientes que ya es momento de dejar de esperar a que “el deseo vuelva solo”, hemos preparado para ti una guía descargable con estos 7 ejercicios en formato imprimible, diseñada con espacio para escribir, reflexionar y acompañarte mes a mes. Está pensada por y para mujeres que no buscan una fórmula mágica, sino un puente suave hacia su propio cuerpo —sin prisa, sin culpa, sin expectativas externas. Puedes acceder a ella aquí: Guía: 7 Ejercicios para Reconectar con tu Cuerpo — Sin Presión Sexual.


Más allá del posparto: una baja libido estructural, no circunstancial

Según datos del National Survey of Sexual Health and Behavior (Reino Unido, 2024), el 61 % de las mujeres entre 35 y 49 años con hijos reportan una disminución persistente del deseo sexual —no episódica, no vinculada únicamente al posparto inmediato, sino mantenida durante años. En el 34 % de los casos, esta ausencia no genera angustia clínica, pero sí una sensación de desconexión consigo mismas.

Es crucial distinguir tres escenarios —porque el acompañamiento debe ser distinto en cada uno:

SentimientoDescripciónSolución

Deseo ausente con sufrimientoLa mujer lo vive como pérdida, con culpa, tristeza o miedo al rechazo.Apoyo psicoemocional + evaluación médica integral (hormonas, medicación, salud mental).

Deseo ausente sin sufrimientoLo vive como una neutralidad o incluso un alivio. No quiere “recuperarlo”.Validación + exploración de identidad y límites, sin presión por “normalizar”.

Deseo ausente con conflicto relacionalLa pareja lo vive como rechazo; hay tensión, negociaciones tácitas o resentimiento no expresado.Mediación emocional + comunicación no violenta + renegociación de la intimidad.

El error más común —en medicina, en terapia, en redes sociales— es tratar todos estos casos como si fueran el primero: como un déficit a corregir. Pero un deseo que no se extraña no es un síntoma. Es una configuración subjetiva válida.


Consejos para un acompañamiento integral —desde la clínica, la relación y lo personal

1. En la consulta médica: ir más allá del cuestionario de rutina

Muchas madres acuden a su ginecóloga o médico de familia con una queja difusa: “No me siento yo”. Si el profesional solo pregunta: “¿Tiene relaciones? ¿Con qué frecuencia?”, se pierde la oportunidad de una escucha profunda.

Un acompañamiento clínico respetuoso incluye:

  • Preguntar: “¿Cómo vive usted esta ausencia? ¿La siente como una pérdida, una pausa o una elección?”
  • Evaluar factores médicos reales: niveles de testosterona libre, prolactina, función tiroidea, efectos secundarios de anticonceptivos o antidepresivos (especialmente ISRS).
  • No medicalizar lo normal: una baja libido prolongada no es siempre una disfunción. Según el DSM-5-TR, se requiere que genere malestar clínico significativo para diagnosticar Female Sexual Interest/Arousal Disorder.
  • Ofrecer opciones no farmacológicas primero: terapia cognitivo-conductual focalizada en esquemas sobre el cuerpo y la maternidad, o grupos de apoyo entre pares.
2. En la relación de pareja: renegociar la intimidad —no solo el sexo

El sexo no es la única forma de conexión. Pero cuando se convierte en el único lenguaje de amor permitido, su ausencia se vive como traición.

Estrategias para reconstruir la intimidad sin exigencia sexual:
El “toque sin agenda”: 5 minutos al día de contacto físico —masaje en manos, espalda, cuero cabelludo— con el acuerdo explícito de que no lleva a nada más. Esto desactiva la ansiedad del “prólogo obligado”.
La revisión semanal emocional: Sentarse (sin pantallas) y responder: “¿Cuándo me sentí más cerca de ti esta semana? ¿Cuándo me sentí más lejos?”. Centrado en presencia, no en rendimiento.
Reparto realista de la carga mental: Si ella es quien lleva el 90 % de la logística familiar, su cerebro está en modo vigilancia constante —un estado incompatible con el deseo. La solución no es “más sexo”, sino menos hiperalerta.

3. En lo personal: reconectar con el cuerpo —no para dar, sino para sentir

El cuerpo de una madre es visto, tocado, demandado… pero pocas veces habitado con curiosidad. Recuperar la sensación de ser dueña de sí misma —no solo cuidadora— es el primer paso.

Prácticas accesibles:
Autoexploración sin finalidad: Tocarse sin buscar excitación ni orgasmo, solo para reconocer: ¿Qué zonas aún me pertenecen? ¿Dónde siento placer neutral (no sexual), como el calor de una manta o el agua en la ducha?
Diario de microdeseos no sexuales: Anotar diariamente tres deseos pequeños: “Quiero callarme 10 minutos”, “Quiero caminar sola”, “Quiero no responder a ningún mensaje”. Esto entrena la conexión con la voluntad interna —prerrequisito del deseo sexual auténtico.
Rituales de transición: Crear un gesto simbólico al final del “rol materno” (ej.: quitarse el reloj, lavarse las manos con un jabón especial, decir una frase en voz baja: “Ahora soy yo”). Ayuda al cerebro a salir del modo multitarea.


Romper el tabú: no es confesar. Es reclamar el derecho a la ambivalencia

Que una madre diga:

“Amo a mis hijos, pero extraño sentirme deseada —y no solo necesitada”
o
“No quiero que mi deseo regrese. Me siento en paz así, y no soy menos mujer”

…no es una contradicción. Es humanidad.

El verdadero acompañamiento no busca “arreglar” a la madre, sino crear un espacio seguro donde su experiencia —por incómoda que sea para los demás— sea escuchada sin prisa, sin juicio y sin solución prefabricada.

Porque la maternidad no tiene por qué ser la muerte del deseo.
Pero tampoco su obligación.

Puede ser, simplemente, un capítulo donde el deseo se transforma —o se ausenta— y donde la mujer sigue siendo sujeto, no solo función.

Y eso, en un mundo que aún exige a las madres ser todo para todos… es un acto revolucionario de autenticidad.

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