La lista de alimentos que podía catar resultó ser igual de larga que suculenta: queso brie con flor de sal y trufa en Lactalia Foodservice; salmón salvaje marinado en Alaska Food; jamón de Guijuelo en Carrasco; boquerones con soja en Sempio; cebolla echalión en Aparici; frutas y queso en el stand de Minas Gerais (Brasil); café 100% arábica en Cafés Baqué; caviar en Nácarii; una larguísima lista de vinos en el espacio de Enofusión; torta del Casar; caviar con espuma de limón de Riofrío; una nueva bebida refrescante llamada Pinkcow; podría haber probado incluso -si atendemos a la ausencia de gluten- agua de mar embotellada en Mediterránea, aunque esa mejor probarla en un arroz ya cocinado... Qué duda cabe, que aquellos que no puede degustar, bien por estar sobre algo con gluten, bien por contener gluten, o por saturación, los disfruté a través de la vista y el olfato, tanto, que aún tengo en la pituitaria los aromas que se desprendían de las cazuelas de las demostraciones así como de las bandejas que circulaban por los pasillos y mostradores.
Queda demostrado la gran variedad de productos que un celíaco puede tomar, aunque lo admitiré, los soportes elegidos para dar a catar facilitaron bastante la 'pequeña' limitación que en ocasiones supone no poder tomar gluten.