Madrid pierde los papeles

Por Malagatoro

El Cid. Foto: Juan Pelegrín (Las Ventas.com)

La pérdida de papeles del público de Madrid es evidente y preocupante. Ayer regalando orejas y puerta grande, y hoy una oreja de poco peso al Cid que parece querer volver del destierro, pero lo que no se puede entender es que se haya pitado a Perera por estar hecho un tío, valiente, firme, jugándose la vida sin trampa ni cartón. Cuando había aficionados eso no ocurría en Madrid. Los que quedan caben en un vagón del metro y dentro de muy poco en un taxi como en Málaga. En fin, son las cosas de la modernidad taurómaca que ha plantado definitivamente sus reales en los tendidos de las Ventas.

La corrida del Puerto San Lorenzo un fiasco en presentación y en comportamiento. Otra colección de animales sin trapío y sin casta. Se lidiaron dos sobreros, un mansurrón granduñón para hamburguesas de Salvador Domecq  y otro de Carmen Segovia soso y descastado. Pero los que deberían se devueltos a su casita son los veterinarios y el presidente que aprobaron tanta infamia.

En su primero, noble, pero sin poder, El Cid anduvo toreando en redondo sin enjundia, con carestía de temple, despegado y desplazando para afuera la embestida. Al natural se mostró inseguro. Varios pases de pecho buenos y poca cosa más hasta que se le apagó el motor al burel. Dos pinchazos y estocada contraria. La cosa cambió en el cuarto, otro ejemplar muy blandito.Tras un tercio de banderillas nefasto, en el que hizo el ridículo Alcalareño (que mal anda este gran subalterno), el de Salteras inicia la faena por la derecha despegado, a media altura para evitar que el toro se le cayera, sin advertir que el animal tenia clase embistiendo por abajo. Se da cuenta de ello y comienza a bajarle la mano en una tanda de naturales, en el que destaca uno imponente. Entonces el toro rompe a embestir con nobleza, lo que nada tiene de extraño en este encaste. Otra serie de buenos naturales dados con gusto y hondura, ejecutados pulcramente y  rematada con un gran pase de pecho. Pero la faena no adquiere la rotundidad necesaria. Hay momentos en que torea despegado y al hilo, y no acaba de sacar todo el provecho a su oponente. Mata de una estocada trasera y tendida. Se le concede una oreja sobredimensionada. Pero me alegro por el Cid, espero que le sirva para reconciliarse consigo mismo e iniciar el camino de vuelta de su destierro.

Perera anduvo toda la tarde valentísimo, muy firme y demostrando que tiene vergüenza torera a raudales. Su primero era un mutante de cabra que se le cuela al inicio de faena por ambos pitones. Pero el extremeño no se amilana y le presenta la franela baja, con temple y cargando la suerte. En esa distancia corta en la que se encuentra muy seguro y, a base de firmeza y mucho valor, exprime lo poco que tenía su oponente, que le estaba marcando. Pero Perera prolonga en demasía las faenas, el toro se para y le propina una tremenda voltereta de la que felizmente sale ileso. Pinchazo y estocada. En el quinto inicia la faena con un pase cambiado por la espalda muy ajustado. En redondo, ligando, aguantando y consintiendo. Al toro le cuesta pasar y repone. Pero sigue en su distancia obligándole, con las zapatillas atornilladas, en una clara demostración de valor y disposición. Pero, como es habitual en él, se da el arrimón innecesario, se pone pesado e instrumenta trapazos al final de la faena. El de la Puebla del Prior ha estado muy por encima de sus toros y no se entienden las protestas de algunos al inicio de faena.

Daniel Luque anda sin suerte con los lotes que le han tocado en Madrid, porque de nuevo le tocó el peor de una mala corrida. Luque dio buena muestra de la gran clase que atesora con el capote, que maneja echando los vuelos con mucho temple, jugando bien los brazos y componiendo estéticamente la figura. Poco más, ya que con la muleta a pesar de que lo intentó el pozo estaba seco.

La suerte de varas otro despropósito. Puyazos traseros, tapando la salida, sin medir en el primer encuentro, picotazos por puyazos en la segunda entrada… Cuantos toros desgracian estos montados a los que había que quitarles el galón de oro ganado con sangre, valor y honra por sus antecesores. Y el público obligando a desmonterarse a los banderilleros de Perera, Joselito Gutiérrez y Barbero, simplemente por cumplir con su oficio. Madrid, quien te ha visto y quien te ve.

Paz y salud