Madrid, pueblo a pueblo, con niños (VI): Lozoyuela

Por Qhacerconninos @QHacerConNinos

Ponemos rumbo a otro pequeño pueblo (con una superficie que apenas supera los 52 km² y a 1028 metros de altura sobre el nivel del mar) de gran belleza en todos los sentidos: Lozoyuela. Aunque para ser fieles a la verdad tendremos que referirnos a su nombre completo, el que hace alusión a los tres núcleos urbanos que reúne: Lozoyuela-Navas de Buitrago-Sieteiglesias. Antigua frontera entre cristianos y musulmanes, el municipio pertenece a los atrayentes pueblos de la Sierra Norte de Madrid (Rascafría, La Hiruela, Puebla de la Sierra, Patones ...) y el paisaje que lo rodea es de ensueño: prados, altozanos, dehesas, zonas de cultivo, bosques de fresnos y pinos...

Y todo a poco más de 70 kilómetros de la capital. Parece mentira que un lugar pequeño reúna tanto: cultura, ocio, paisajes espectaculares, interesante arquitectura y gastronomía. Además, insistimos en ello, está a un tiro de piedra de otros municipios con gran encanto. ¿Nos acompañáis? Os animará a visitarlo, y más de una vez.

Orígenes reales y de realeza

Pues, aunque hay quien apunta a que la historia de Lozoyuela se inició con el asentamiento de evasores de impuestos procedentes de Lozoya, lo cierto es que fue con la reconquista de los Valles de Jarama y del Lozoya, en el siglo IX y con Fernando I en el trono de la Corona, cuando se inició la repoblación. Pero cuando realmente, y tras diversas campañas y división de tierras, se ordenó jurídicamente fue en el reinado de Alfonso VI El Bravo, hijo de Fernando I, ya a inicios del siglo XI. Ya entonces 39 municipios formaban parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda.

En cualquier caso, hubo que esperar al año 1368, cuando Enrique II otorgó a Pedro González de Mendoza el señorío de Buitrago cuando el nombre de Lozoyuela apareció por vez primera en un documento escrito. El señorío perteneció a la misma familia hasta inicios del siglo XX. La realidad, como en el resto de municipios de la zona, es que las principales huellas de vida humana están en el Paleolítico Inferior; la cuenca alta del Jarama cuenta con algunos 'testigos' arqueológicos.

Legado histórico de 'obligada' visita en familia

El nombre del pueblo parece ser que proviene del latín y su significado corresponde a pequeño collado. Su economía y principal industria, y de ello no hay duda, procede de la ganadería. Cerca de Lozoyuela se encuentra la necrópolis visigoda de Sieteiglesias, del siglo XVII con 85 tumbas con una morfología muy variada, y también dio renombre al lugar la construcción de la iglesia de Lozoyuela, a finales del siglo anterior.

Pero si algo destaca en belleza es el puente romano, también conocido como el Puente del Cura, ya que dicen que el párroco de la localidad lo atravesaba para ir a decir misa en Cincovillas. Hoy es una de las rutas favoritas de los senderistas de todas las edades. En el recorrido, además de paisajes de gran belleza, hay varios antiguos abrevaderos. Dos sábados al mes se realizan actividades de senderismo. Lo podéis consultar en la Oficina de Turismo (teléfono: 91 869 42 79 y 671 54 59 51. turismolozoyuela.com).

Pero en el casco urbano hay que visitar la Ermita de la Virgen de la Soledad, un gran edificio, construido en el siglo XVII, que la Cofradía de las Plagas elevó en honor a la patrona de la localidad. Se accede a ella -está al inicio del pueblo- por un pequeño patio y cuenta con dos entradas por dos arcos de medio punto. Está en la Avenida de Madrid, 42.

Lozoyuela también tiene patrón y a él está dedicada la Iglesia de San Nicolás de Bari, declarada Bien de Interés Cultural. Es del siglo XVIII y está ubicada en un montículo. Es de una sola planta y torre de campanario, pero en su austeridad está su belleza. Se accede a ella por un arco de medio punto.

Un estanco que es museo... y un museo que guarda las costumbres del lugar

Es curioso el Estanco Museo Velasco, que actualmente regenta la sexta generación de la familia con ese apellido. Está ubicado en lo que fue -en el siglo XIX- Casa de Postas y también tienda de alimentación, donde antiguamente paraban las diligencias con rumbo a la capital. Hoy es un establecimiento de interés público, porque, además de dedicarse a la venta habitual de los productos de estanco, es un museo. En él podréis ver todo tipo de utensilios de la vida cotidiana desde el siglo XIX; desde juguetes a quinqués, monedas, documentos, cartas... y también objetos rescatados de una antigua farmacia anexa a este establecimiento y que sufrió un incendio. Está ubicado en la Avenida Madrid, 95.

El Museo Etnográfico (junto a la Oficina de Turismo y en una de las antiguas Casas de los Maestros) es otra interesante visita. Fue inaugurado en 1913 y la mayoría de los objetos que trasladan a los visitantes a la vida del pueblo desde 1830 proceden de donaciones de la familia Velasco. Allí podréis ver aparejos de labranza y ganadería, utensilios de caza y pesca, cacharros de cocina y objetos de la vida hogareña ... y mucho más. Las visitas guiadas se reservan en la Oficina de Turismo de la localidad.

El poder y el encanto del agua

Como en muchos de los pequeños municipios de nuestra geografía, en Lozoyuela los lavaderos a las afueras del pueblo eran lugar de encuentro mientras la ropa se lavaba (y restregaba en las piedras) con jabón casero. La Fuente Vieja, cuyas aguas procedían de un manantial que emanaba agua en todas las estaciones del año, es uno de esos lugares. A ella acudían las mujeres hasta 1948. Hoy es un lugar relajante en el que se disfruta del sonido del agua. El líquido elemento es importante en esta localidad; lo comprobaréis viendo las muchas fuentes de granito, como la Fuente de los 2 Caños de la Iglesia, que hay en diferentes zonas del pueblo.

Sentados a la mesa ante buenos platos

El chuletón es todo un referente de la zona -todas las carnes son excelentes-, pero también lo son los judiones y los guisos con patatas. No es necesario que las temperaturas sean bajas para darse un homenaje con estos platos. Pero hay otras opciones. Os sugerimos que acudáis a dos restaurantes del pueblo en los que se come bien, a buen precio y son agradables.

El Rincón de Merche (Avenida de Madrid, 99) es uno de ellos. Está especializado en bacalao (muy recomendable el gratinado con pisto) y en carpaccio, pero es una delicia iniciar la comida con una ensalada de jamón de pato con vinagreta de mango y terminarla con un carpaccio de piña, por ejemplo. Porque en este local, ubicado en una acogedora casa de piedra con terraza, hay donde elegir. Abre todos los días excepto los lunes. La comida se puede llevar a domicilio. Para reservar y comprobar horarios llamad al teléfono 91 869 42 34.

En la Calle del Ejidillo, 3, se encuentra el Bar Restaurante La Toscana. Los adultos valoraréis su buena cerveza; los aperitivos y la carta, todos los miembros de la familia. Allí tienen lugar de honor la sopa castellana, los judiones, su revuelto de gambas o de morcilla, el bacalao a la riojana o el cachopo. El horario de lunes y martes es de 10:00 a 19:00, el de jueves a domingo, de 10:00 a 23:00 (los miércoles permanece cerrado). Teléfono: 648 40 68 59.