Madrid se despertó estos días cada vez más sucia y con una basura que inundaba sus calles. Seis mil trabajadores de limpieza pretenden mantener sus puestos de trabajo y sus condiciones laborales y evitar el despido de 1.144 trabajadores anunciado por tres de las cuatro empresas concesionarias. “La plantilla está motivada y tienen conciencia para aguantar el tiempo que sea necesario”, aseguraba el martes Juan Carlos del Río, responsable de la federación de servicios públicos de UGT. Desde CCOO, Félix Carrión recordaba que “la última huelga larga fue en el 93 y duró 32 días”. Según Francisco Javier Palacios, representante de CGT, “la situación es muy diferente a todas la anteriores huelgas. En ésta, no pedimos una subida salarial, sino que no nos quiten derechos y que no nos despidan. Por eso hay personas que, en otros momentos, no han secundado el paro y ahora sí”. Para que finalice la huelga los sindicatos piden que se anulen los EREs y que se mantengan y garanticen los puestos de trabajo y las condiciones actuales de la plantilla durante los ocho años que dura el contrato. Para que eso suceda, las empresas quieren más dinero, pero el Ayuntamiento no está dispuesto perder el ahorro adicional que consiguió con la nueva fórmula de integración de contratos de servicios públicos. Piensa que, si cede en la primera que se ha puesto en marcha, las cinco que están por llegar [movilidad (aparcamiento y señalización), infraestructuras viarias, parques y viveros municipales, instalaciones y suministros de energía y recogida de residuos] podrían venirse abajo antes de entrar en vigor.
En algunas calles, como la de Carretas, la del Doctor Cortezo o Monera, se hace difícil sortear los desperdicios. Nadie recoge los restos de bebida y comida de los locales de alimentación de estas vías. Otras, como la de Sol, amanecen limpias, pese ha haber sido uno de los principales focos de la protesta. En algunos barrios se encendió ya alerta roja. “Como estemos tres días sin limpieza –comentaban vecinos de Lavapiés–, nos puede dar algo”. La alcaldesa de Madrid, lejos de buscar rápidamente una solución, acusa a los sindicatos convocantes del paro en limpieza y jardinería de cometer “actos vandálicos” como quemar contenedores de coches y ensuciar la ciudad. Y, en una rueda de prensa, manifiesta: “Los sindicatos no deben hacer actos vandálicos, deben respetar los servicios mínimos y no deben destruir y quemar contenedores y coches particulares”. Botella no tiene dudas de que Madrid hoy está sucio, como consecuencia de actos vandálicos “porque si los sindicatos hubieran mantenido las condiciones de la huelga, hoy la ciudad no estaría como está”. Por su parte, CCOO, UGT YCGT aseguran que la quema de contenedores y vehículos es un “atentado directo” contra la ciudad y sus ciudadanos, “que, lejos de apoyar al movimiento obrero, lo deslegitima y lo perjudica. Los sindicatos pedimos a cualquier persona, tenga o no relación con los servicios, que cejen de realizar este tipo de acciones y que demuestren su apoyo con quejas al Ayuntamiento de Madrid por subirnos los impuestos y reducirnos los servicios”. Algún coche es calcinado y algunos contenedores y papeleras, son volcados y quemados. Varias personas son identificadas en diversos distritos por desórdenes públicos.
“Una huelga de limpieza –dice Kabila, bajo el título ‘La basura de Ana Botella’– ha convertido a Madrid, que ya estaba poco limpia, en un estercolero, donde la basura acumulada en cinco días empieza a ser un problema serio por falta de higiene y peligro para la salud de los ciudadanos”. Su autor, RGAlmazán, se adhiere a esta huelga. Una huelga “provocada por unas empresas insaciables que pretenden realizar EREs y empeorar los salarios y las condiciones de los trabajadores, cuestión que conocían antes de optar a una subasta de adjudicación, mientras que el Ayuntamiento trata de lavarse las manos como si no fuera el responsable último del servicio. Lo desempeñe quien lo desempeñe es un servicio municipal, cuyas tasas se pagan por parte de los madrileños al Ayuntamiento (…) Mientras tanto el Ayuntamiento se hace la víctima, y ante esta huelga dice que los trabajadores son guerrilla urbana o vándalos descontrolados, o que los madrileños están acostumbrados a tener una ciudad muy limpia (¿?), sin que tome las medidas para que las empresas cumplan con su obligación o las anulen el contrato por incumplimiento manifiesto (…) Y es que en este municipio ya tenemos bastante basura, porque:
“Basura es bajar los impuestos una miseria y subir las tasas una barbaridad, y encima alardear de que se bajan los impuestos. Basura es la gestión que hoy se está juzgando, la del Madrid Arena, donde la señorona de Aznar no admite ninguna responsabilidad de la alcaldía, y mientras las cinco jóvenes acababan de morir, ella se fue a celebrarlo a un SPA portugués. Basura es dedicar cada vez menos a actos culturales y a actividades sociales. Basura es tener que ver cómo se han gastado los millones para un acto fallido como la candidatura olímpica. De lo que sólo ha quedado para la eternidad, el relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor, cantado por Anne Bottle en un inmejorable inglés. Basura es que cada madrileño tenga que pagar por una deuda indecente, 300 euros al año. Basura es votar a un alcalde que cuando le ha venido bien ha abandonado para ser ministro y ha dejado como heredera –cual monarquía— a una concejala que no se había presentado para el máximo cargo. Basura es la gestión de este ayuntamiento, comandado por una alcaldesa no elegida, cuyo único mérito –y me temo que no lo sea— es ser la mujer de… Así es que, si hay basura no caigamos en la trampa que están poniéndonos, la de enfrentar a los trabajadores con el resto de ciudadanos. La responsabilidad es de quien debe cumplir con ese servicio, el Ayuntamiento que, habiendo adjudicado un servicio a unas empresas, debe obligarlas a cumplirlo, o, en su defecto, anular dicho contrato y tomar decisiones concluyentes, por ejemplo municipalizar el servicio”.
Casualmente, tres días después del inicio de la huelga de basureros, el expresidente del Gobierno, José María Aznar, presentó su segundo libro de memorias: “El compromiso del poder”. Le acompañaban y presentaban Josep Piqué, ex ministro, y José María Hidalgo, ex secrecretario general del CCOO, con quienes Aznar confesó haber estado “muy a gusto en el acto”. Curiosamente, no estaba presente ninguno de los ministros de Rajoy. Al día siguiente, Aznar dejó claro que él no podía “dar razón de las ausencias” y que “los ausentes sabrán por qué estuvieron ausentes”. Aznar recalcó que, para él la, política era “un ejercicio de integración”, no de dejar “gente en la cuneta” y pidió que se hiciera política “de integrar” para afrontar el desafío secesionista de Catalunya. “Hay que contenerlo y pararlo”, recalcó, subrayando que “la política se ha inventado para eso” y puso como ejemplo lo que hizo su primer Gobierno en una situación similar en el País Vasco. Quienes sí acudieron a apoyarlo fueron algunos de sus exministros y toda la vieja guardia; la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre; el presidente madrileño, Ignacio González; y destacados representantes de FAES. Como dato curioso, la presencia de Hidalgo, antiguo secretario general del sindicato comunista, quien presentó las memorias de Aznar. En el 2011, Fidalgo pidió el voto para UPyD para las elecciones municipales y autonómicas, arguyendo que “sufrimos una crisis institucional severa, pero sobre todos tenemos una crisis ética y valorativa del copón”.
Fotocomposiciones de Canal 9, en 1005 y en 2013. “Gente que parece ser normal y creyó las noticias de Canal 9”, cuando estaba dominada por el PP. ¡Cueva de ladrones! Ignacio Blanco (EUPV) le canta las cuarenta al PP por RTVV.
Los dibujos de esta semana. Empezamos por Erlich:
Seguimos con otros dibujantes: Forges, J. R. Mora, Ramón, Peridis, A. López, Pat, Ferreres…
Y terminamos con ese video