Campos dormidos, silenciosos, negros. Campos que aquella madrugada mostraban una inusitada actividad. Grupos pequeños de luces titilaban en la negrura y añadían más misterio que claridad.
A las seis de la mañana aún era noche cerrada. El verano estaba mostrando su cara más amable y las madrugadas eran frescas, casi frías. La luz macilenta de las farolas proyectaba sombras alargadas en el cruce donde esperábamos al contacto mientras en la penumbra de otra esquina otro automóvil también aguardaba. A la hora acordada llegó. Seguidme.
Y aunque la situación me sugería la escena de una novela de John Le Carré, la realidad era mucho más grata que un intercambio en el puente Glienicke. La uva está madura y la negra noche es menos negra en la Tierra de Barros porque la iluminan los cosecheros. Estábamos en Hinojosa del Valle, el coche de la penumbra probablemente esperaba a una cuadrilla de vendimiadores y nuestro contacto tiene mucho de afable y poco de espía.
Juan Pedro Carrillo nos muestra el viñedo con orgullo de padre. La conversación fluye: variedades y temperaturas, taninos y acidez, tierras y vinos, uvas y pasión. Pasión por el vino, mimo con la uva y sabiduría en el cultivo es lo que rezuma toda la conversación: no es extraño pues lo que sucede cuando se descorcha
Hoy es la Petit verdot la que está en sazón y desde las tres de la mañana va llenando las cajas que se apilan en el remolque del tractor. Es la Petit una uva peculiar: granos pequeños, racimos poco prietos, mucho raspón y poca uva y, además, a la cepa se le exige poco, para que concentre toda su fuerza en unos pocos racimos. Poco rendimiento, pero así se obtienen los grandes vinos.
La Petit verdot procede de Francia, especialmente de Burdeos, donde es habitual que forme coupages con
No hace mucho más de quince años en España había poco más de veinticinco hectáreas plantadas con Petit verdot y tan solo dos bodegas, Abadía Retuerta y Marqués de Griñón ofrecían monovarietales. Hoy la situación es bien distinta y en muchas regiones se está prestando atención a las virtudes que esta pequeña francesa desarrolla a este lado de los Pirineos elaborando estupendos monovarietales y coupages. E intuyo que esta uva aún va a dar mucho que hablar y que beber.
En Extremadura no está demasiado extendido su cultivo pero los resultados demuestran lo mucho que tiene que decir. Y de ello dan fe el Xentia o el Nadir rosado que cuando hablan en la copa, no hay quien les calle ni quien quiera dejar de escuchar sus matices, sus notas frutales y sus tonos.
Partimos hacia Villafranca de los Barros, donde Pago de las Encomiendas tiene su bodega. Es el lugar
Vemos cómo hábiles manos eliminan restos de hojas sobre la cinta que conduce la uva hacia la despalilladora y desde ésta, directamente viaja a los inmaculados depósitos de acero inoxidable donde se operará el milagro.
Y así transcurrió la mañna del 19 de agosto en Pago de las Encomiendas. Un día para recordar y para agradecer. Un día viendo el trabajo de una familia que transmite pasión en lo que hace y un día disfrutando de su hospitalidad.