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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en su rápido viaje a Brasilea, donde fue recibido con todos los protocolos de Jefe de Estado, pero sin entusiasmo de la población, pidió a la mandataria Dilma Rousseff, en sus dos horas de conversación en el Palacio del Planalto, una ayuda urgente, con carácter de emergencia, de productos alimentarios para abastecer a su país.
Junto a esa petición de alimentos, el líder venezolano pidió también ayuda a Brasil para desarrollar una “revolución agrícola” en Venezuela. Por último lanzó al gobierno Rousseff un S.O.S para que Venezuela pueda enfrentar la actual
crisis energética que lleva provocando apagones en el país.
Después del encuentro con Dilma, el presidente venezolano tuvo una reunión con los ministros de Agricultura de Brasil y Venezuela para concretar de qué tipos de alimentos Brasil debería proveer a los venezolanos. Entre otros figuran como más urgentes, azúcar, aceite, harina de maíz y leche.
Maduro acusó a los opositores de su gobierno de esconder dichos alimentos. Ante la evidencia, por lo que se refiere a la falta de energía, que no tendría por qué faltar en Venezuela, el asesor de la Presidencia de la República de Brasil para Asuntos Internacionales, Marco Aurélio García, quiso puntualizar: “Venezuela tiene gas, tiene petroleo, no debería sufrir falta de abastecimiento de energía” y añadió, “Los problemas que están ocurriendo en aquel país debe ser más bien debidos a la distribución y a la manutención de equipamientos”.
En los encuentros de Maduro con Dilma y Lula, quedó de manifiesto la diferencia de tono de las respectivas declaraciones. Dilma centró sus palabras en la importancia de Brasil y Venezuela en el “crecimiento económico de la
región, la inclusión social y, sobretodo, en el fortalecimiento de la democracia”. A su vez, Maduro hizo un elogio sin matices de su gobierno y que contrastaba con las peticiones de ayuda para resolver los graves problemas que lo afectan. “Hemos construido un sistema electoral casi perfecto. Nuestro país es un país profundamente democrático, con un sistema moderno, avanzado y confiable”, ha expresado el venezolano. Mientras tanto, fuera del Palacio del Planalto, grupos de manifestantes demostraban su disgusto por el encuentro entre Dilma y Maduro y mostraban pancartas que decían: “Maduro, la legitimidad no se compra”.