Maestro, extráigame la piedra.

Publicado el 09 febrero 2015 por Useenbooks @Naialma

Si bien los veintidós relatos que componen Maestro, extráigame la piedra se desarrollan en escenarios de lo más variopinto (una estación espacial soviética, una isla con un naúfrago, un pueblo del oeste, un castillo medieval o una tribu africana entre otros), todos tienen en común estar protagonizados por lunáticos, hipócritas o majaderos en grado sumo. Como si de una inyección intravenosa de sarcasmo se tratara, Gabriel Rodríguez García consigue despertar al cínico que todos llevamos dentro.

52º premio Fundación Monteleón Libro de Cuentos 2014

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Pero lo que me llamó la atención de este libro no ha sido eso, nunca baso mis lecturas en los premios que han recibido, de hecho, no suelo fijarme; no. Lo que me ha llamado la atención, aparte de la sinopsis ha sido:

“Maestro, extráigame la piedra,
mi nombre es Lubber Das”
es la inscripción que aparece en Extracción de la piedra de la locura, de El Bosco.
Una extendida creencia de la época decía que los idiotas y los locos tenían una piedra en la cabeza y que su extirpación era el único camino para recuperar la sensatez. Lubber Das era la personificación de la estupidez.

Y es que a mí me atraen los personajes (y personas) un tanto chiflados, “originales”, excéntricos, etc. Lo que la sociedad llama bichos raros o que consideran que esto o lo otro son pequeños trastornos mentales.

Todos sabemos que en un libro de relatos nos vamos a encontrar unos que nos gusten más que otros.

Confieso que a veces no sabía muy bien qué personaje era el loco y cuál el cuerdo. Quizá sea porque suelo empatizar/comprender mejor a los bichos raros.

No empezamos bien, aunque la culpa no ha sido del relato («Jack, Molly, etc») sino de mis gustos personales. No suele atraerme la ambientación en el Oeste americano, en la época de la fiebre del oro, los saloons y todo eso. Pero también he de decir que lo que es la historia sí me ha gustado.

En los 21 relatos restantes no encontré más ambientaciones que suela evitar, así que ha sido genial. El estilo de narración y vocabulario también me ha gustado.

Algunos, como por ejemplo «El seductor», cuentan con detalles siniestros pero no pude evitar reír por esas soluciones que encuentran los protagonistas a las ironías de la vida.

«Almacenes Macario» me ha fascinado por la capacidad de decir tanto sobre la sociedad usando solamente carteles listando los productos a la venta, cambiando según las modas.

Personajes entrañables en «Por una cabeza», «Sois los mejores amigos del mundo», «Viernes y yo» y «Vida Social». Este último me ha llamado mucho la atención porque cuenta la historia de un chaval nada interesado en las relaciones sociales pero se inventa una vida llena de compromisos para agradar a su pobre madre.

«Los revolucionarios somos así» represanta a la perfección la época actual, donde muchos creen que con hacer una pintada (o firmar peticiones online) basta para cambiar el mundo y deja la conciencia tranquila para ver un partido en la tele.

Bueno, no me voy a enrollar más comentando relato a relato. Merece la pena darle una oportunidad, es por eso también que he decidido ponerlo en el reto de Viajar Leyendo.

Además, la edición mola. El tipo de papel y la tipografía empleada ofrecen una lectura realmente cómoda. Sonará a tontería pero es algo a lo que le doy la importancia justa y que luego me ayuda a disfrutar más de la lectura. Me ha gustado el dibujo de las pinzas seguidas de las tres primeras hojas en las que vemos la imagen de la portada en distintas fases, teniendo el sombrero casi en la mano en la última imagen. Siempre se agradece que una edición cuide los detalles.

Puntuación: 9/10


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