Cuando vi estas preciosas magdalenas de Sandeea , de La Receta de la Felicidad, me pareció que eran complicadísimas de hacer...pero quise probarlas.
A decir verdad, supe desde el primer momento que no me iba a entretener con la decoración, porque, lo confieso, no es lo mío. En realidad creo que prefiero las cosas un poco menos bonitas y un poco más sabrosas, vamos que no soy de las de VIVA EL FONDANT, VIVA EL CAPITAL.... más bien lo contrario. Así que lo único bonito (bonitísimo) de estas magdalenas son las cápsulas y los pinchitos (Gracias Sara ^^).
Por eso os presento mi versión de las magdalenas al vapor. Versión fea y facilona, y con las cantidades traducidas a nuestros queridos vasos de nocilla. Allá vamos.
Ingredientes para unas 12 magdalenas:
3 huevos medianos
1 vaso de azúcar
3/4 vaso de leche entera
1 vaso y medio de harina
3 cucharaditas de levadura química (tipo Royal)
3 cucharadas de cacao en polvo
1 pizca de sal
Preparación:
1. Mezcla los huevos con el azúcar y bate con una varilla (eléctrica o no) hasta que aumenten de tamaño y su color se vuelva blanquecino.
2. Añade a la mezcla la leche, la harina, la levadura y la sal sin dejar de remover, hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.
3. Divide la masa en dos y añade en una de las partes el cacao en polvo.
4. Pon agua en la cazuela y llévala a hervir.
5. Prepara las cápsulas para las magdalenas colocándolos dentro de un recipiente de cristal o silicona para que el vapor no estropeo las de papel y rellénalas con la masa hasta 3/4 de su capacidad (si pones un poco de cada masa estará riquísimo).
6. Coloca un colador o cesta para cocinar al vapor sobre la cazuela cuando el agua esté hirviendo y coloca con cuidado las magdalenas.
7. Deja que las magdalenas se cocinen durante unos 15 minutos con la tapa de la cazuela puesta.
Si no utilizas un recipiente muy grande para cocer las magdalenas, seca la tapa cada vez que pongas una nueva tanda, para evitar que las magdalenas se mojen.
Por alguna extraña razón que no llego a explicar (puede que sea magia negra) la última tanda, las de chocolate, que me olvidé al fuego y se abrieron quedaron mucho más ricas y jugosas. Ya os digo yo que a veces la comida fea es la más rica.