Está en Ámsterdam, se encuentra en el cruce entre la Kerkstraat y el río Amstel, es un puente peatonal que cuenta una historia. Exactamente así como lo afirmo: un puente que les cuenta una historia a todos los que lo atraviesan. Con un arrullador golpeteo de olas de fondo, una voz masculina relata que dos hermanas ancianas que vivían en las márgenes opuestas del río tuvieron que hacerlo construir para poder visitarse con mayor asiduidad, ya que -por serios problemas de salud- no conseguían dar toda la vuelta hasta los otros cruces que había a varias cuadras del lugar. Me quedé escuchando la leyenda por mucho rato, se repetía -alternadamente- en holandés y en inglés, pero cada vez que la oía me parecía la primera. En fin... quizás todo fuese una fantasía creada por el Hash Pop que acababa de probar (es un caramelo, qué embromar, acá está permitido), pero a eso que habita en mí y que intenta escribir cosas bellas, es probable que esta vez se le haya escapado un retazo de Verdad.