Magia a la luz de la luna: ¿dónde está el truco?

Publicado el 06 diciembre 2014 por Juancarrasco @JuanCdlH

Casi por los pelos nos llega la esperada cita anual con el cine del prolífico Woody Allen. Parece pauta de estricto cumplimiento por parte del genial autor neoyorkino alternar trabajos extenuantes con ligerezas divertidas que le ayuden a desconectar empujando al público a echar unas risas sin aparentes pretensiones en lo que se le suele calificar de “obra menor” dentro de su nutrida filmografía. Tras demostrar el año pasado con el bombazo de Blue Jasmine que la edad no mengua el talento de Woody, Magia a la luz de la luna es de esas cintas de asueto agradables de ver, hechas deprisa y corriendo con esa supuesta obsesión por no dejar año sin estreno. Lo que ocurre es que en el caso que nos atañe, por lo divertido del delirante guión y lo atinado del casting, le ha salido el proyecto, casi sin pretenderlo, mejor de lo esperado a priori. Y eso a pesar de faltarle un repaso general que pula detalles y de la ausencia de cargas de profundidad corrosiva marca de la casa en la sencilla historia y en los diálogos que dejan un sabor de magia blanca alejado de sus grandes éxitos.

Hablando de magia, hay que mencionar que Colin Firth interpreta con los matices de humanidad y comedia para los que está más que capacitado a un mago chino que no es chino, sino británico, racionalista hasta la desesperación y con enorme éxito profesional en el mundo de lo ilusorio. Su presencia es requerida por un amigo y colega para desenmascarar a una espiritista (estupenda y entrañable Emma Stone, bordando su papel y ya fichada para la próxima de Allen) que supuestamente está embaucando a una familia rica y poderosa con sus poderes para husmear en el más allá y comunicarse con los espíritus. El mago y la médium chocarán frontalmente para que uno de los dos acabe dando su brazo a torcer y se concluya que el sentido común es el mayor poder que hay o, por el contrario, que no podemos explicar todo lo que existe y que un más allá da sentido a la vida y aliento a los fatalistas…

La delirante comedia deja momentos de pura diversión, interactuaciones deliciosas entre los protagonistas (sin llegar a saltar la chispa de la química, pero con sobrado oficio) y un repertorio visual precioso de la Costa Azul francesa en los años 20, que es donde se centra el grueso del metraje.

Allen consigue una vez más que nos alegremos de haberle elegido como compañía de una tarde de fin de semana y que, al igual que él mismo, estemos anhelando tener otra cita con su arte el año que viene incluso antes de haber acabado de ver la película. Como con total seguridad se preguntaría el personaje de Colin Firth en esta película, claro alter ego del director, ¿dónde demonios estará el truco de este mago casi octogenario? En cada una de sus últimas producciones acaba siendo de recibo por motivos evidentes terminar cualquier valoración deseándole esta sorprendente vitalidad mucho tiempo más, tiempo que se traducirá en gozo del cinéfilo…

Dirección: Woody Allen. Título original: Magic in the Moonlight. País: USA. Duración: 98 min. Género: Comedia romántica. Guión: Woody Allen. Intérpretes: Colin Firth (Stanley), Emma Stone (Sophie), Marcia Gay Harden (Sra. Baker), Jacki Weaver (Grace Catledge), Eileen Atkins (tía Vanessa), Hamish Linklater (Brice Catledge), Simon McBurney (Howard Burkan), Catherine McCormack (Olivia). Producción: Letty Aronson, Edward Walson y Stephen Tenenbaum. Fotografía: Darius Khondji. Diseño de producción: Anne Seibel. Vestuario: Sonia Grande.