Como no teníamos muchos días, nos decidimos por la actividad imprescindible; el cruce de montaña a montaña subidos en un aparato llamado "tarabita", que no es más que una plataforma que cuelga de una cuerda y te lleva hasta el inicio de un sendero lleno de cascadas preciosas en un entorno de bosque nublado impresionante.
Caminamos por el sendero encontrándonos con las diversas caídas de agua, donde, según la valentía de cada uno, te puedes bañar en aguas heladas y disfrutar del chorro a presión encima de tu cabeza. Aprovechamos aquí para comer comidas y desayunos típicos, tomar cerveza y ponernos al día sobre nuestras vidas.
El pueblito en sí no tiene gran cosa, pero es lindo para pasear y conocer gente, pues es un destino habitual de fin de semana de los quiteños.
Uno de los atractivos de este lugar son los colibríes de todos los colores y todas las especies que puedas imaginar. En muchos lugares hay comederos de aves donde también puedes ver tucanes comiendo frutas. Es una experiencia muy bonita sin tener que caminar durante horas por la naturaleza.
El último día visitamos el mariposario de Mindo, donde reproducen varias especies de mariposas y puedes pasear entre ellas además de ver todos sus estados larvarios en vivo.