A mal tiempo, buena cara, y pese a la lluvia torrencial en el exterior la música de órgano es capaz de atraer como un imán espiritual a tantos seguidores del llamado instrumento rey, y nada menos que con uno de los grandes maestros, el donostiarra Esteban Elizondo, con un programa único casi pleno de su tierra que él ha rescatado de muchos archivos llevándolos por medio mundo, música muy cercana a nuestro tiempo sin olvidar la del gran Guridi.
Todos los compositores elegidos recuerdan la escuela francesa como no podía ser menos por influencia y cercanía, así como la Schola Cantorum tanto parisina como la de Comillas que tanto marcó a esta generación de compositores. Así la selección de diez obras del valenciano Torres rebosó sabores galos con una elección delicada de registros y unos pedales puntuales que ayudaban a redondear una sonoridad típica, desde el Adviento-Ofertorio hasta la Meditación III que cerraba este bloque, reconociendo la Berceuse de la que desconocía su autoría pese a esconderse copias a mano de muchos organistas del norte en tiempos donde las fotocopiadores eran ciencia ficción, así como distintas versiones instrumentales. Impresionante igualmente el número sexto, Ofertorio pascual, de un lirismo apropiado para la ejecución dentro y fuera de la liturgia.
Otra agradable sorpresa resultó el Ofertorio en Do m. de Beobide, partitura cercana a Widor o al primer Messiaen donde las disonancias sin perder lenguaje tonal brillaron con luz propia en otra lección de registración, siguiendo con las dos obras finales de Guridi, el tercer número del "Tríptico del Buen Pastor" para concluir rebosante el Final en DO Mayor, broche de oro a un programa de su tierra, pues Elizondo ejerce magisterio allá donde va.