Magnetizado, por Carlos Busqued

Publicado el 22 marzo 2020 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Magnetizado, de Carlos Busqued

Editorial Anagrama. 147 páginas. 1ª edición de 2018.
En 2008, Carlos Busqued (Presidencia Roque Sáenz Pena, Argentina, 1970) quedó finalista del premio Herralde con una novela titulada Bajo este sol tremendo. Es una novela de la que he leído muy buenos comentarios y que siempre ha estado en mi lista de posibles lecturas. La he hojeado más de una vez en la biblioteca de Móstoles.
En 2018, toda una década después, se publicó su segunda novela, también en Anagrama. En el colegio en el que trabajo el día del libro se tiene la costumbre de hacer un amigo invisible de libros en cada clase, donde también participa el tutor del grupo. Yo suele dirigir mucho mis deseos para no encontrarme luego con libros que no voy a leer. De este modo, llegó a mis manos Magnetizado (he de pedir un libro que sea fácil de encontrar para mi amigo invisible y me fijo entonces en las novedades). Con mi desbarajuste habitual de libros por leer, me he acercado a Magnetizado a finales de 2019.
En septiembre de 1982, no mucho después de la guerra de las Malvinas, en unas pocas calles de Buenos Aires aparecen tres taxistas asesinados en sus vehículos. El autor de los crímenes resultará ser Ricardo Melogno, un joven de veinte años, al que denuncia su propia familia. Al final, los asesinados por Melogno, en un corto periodo de tiempo resultarán ser cuatro taxistas, porque había cometido otro asesinato previo, que la policía no había vinculado aún a los otros tres.
Carlos Busqued acude al psiquiátrico en el que está encerrado Melogno y graba más de noventa horas de entrevistas con él, entre noviembre de 2014 y diciembre de 2015. En una nota, le cuenta al lector que ha editado los textos, pero tratando de respetar las palabras de Melogno. La novela empieza directamente con una de estas entrevistas. Cuando Busqued pregunta cambia el tipo de letra. En más de un caso, las palabras del escritor se eliminan y sólo transcribe las respuestas de Melogno. Además de estas entrevistas, en el libro también nos encontraremos con unas fotos de recortes de prensa de 1982, una entrevista con una psiquiatra que ha seguido el caso de Melogno y con dos breves capítulos escritos por Busqued: en uno describe –con un estilo escueto, periodístico– el caso criminal, tal y como sucedió en 1982, y ya hacia el final, en otro capítulo breve, describe, desde la ficción (pero respetando las declaraciones del asesino), la escena de un crimen. La historia personal de Ricardo Melogno es tremenda: un chico retraído, que prefiere quedarse ensimismado en su mundo, imaginándose, por ejemplo, como un héroe de series de televisión –se cita Shogun–, que relacionarse con los demás. Vive con su madre, que no le aporta ningún gesto de cariño, sino palizas. La madre, además, acude a un templo donde se practican ritos espiritistas y el niño Melogno crecerá con miedo a presencias invisibles, de las que se protege durmiendo con un cuchillo bajo la cama. El servicio militar parece ordenarle la mente, además de alejarle de su madre. No participa como soldado en la guerra de las Malvinas porque durante este tiempo estuvo detenido por encubridor (no había denunciado unos robos que sabía que se estaban cometiendo en su cuartel). Al dejar de ser militar, después de dos años, regresa a su casa y su padre le monta un quiosco, para que se gane la vida. Además le da una pistola para que pueda proteger su negocio. Y Melogno empieza a desconectarse de la realidad; pasea por la ciudad, no vuelve a la casa familiar a dormir, entra en sesiones continuas de cine y permanece allí seis horas, camina por la ciudad… mejor de noche, para estar más tranquilo, y en todos estos paseos lleva una carterita con la pistola dentro. En algún momento toma taxis y algo en su interior le indica que ese taxista y no otro es el que debe morir. «Un caso raro de crimen sin resolver. El asesino está preso, están claros el dónde, el cuándo, el cómo, el quién, pero falta el porqué.», le dice Busqued a la psiquiatra en la página 133. Y aquí está una de las claves del libro. Me ha impresionado esta declaración de Melogno: «El problema central, mi gran problema a nivel judicial, es la falta de motivo para mis hechos. Si yo hubiera dicho que maté para robar, estaría en libertad hace quince años. O que lo hice por placer. Habría una lógica. Pero no recuerdo ninguna causa o detonante. No hubo ningún antecedente previo.» (pág. 120)
Ricardo Melogno lleva treinta cuatro años encerrado, en cárceles y centros psiquiátricos, cuando le entrevista Busqued. Es un preso veterano al que los otros reclusos tienen respeto y piden consejo como intermediario en conflictos. Su discurso es coherente, no parece realmente un loco. Es escalofriante el retrato que hace de las cárceles y centros psiquiátricos argentinos, una historia de terror en sí misma. Los expertos no se ponen de acuerdo en el diagnóstico mental de Melogno, ¿es un psicópata, un autista, un paranoico, un esquizofrénico? Ninguno se atreve a firmar un papel que diga que ya no es un enfermo mental y que el riesgo de que vuelva a asesinar ha desaparecido, así que permanece encerrado. ¿Era responsable de sus actos o no? Depende de la institución que trate su caso. Me ha resultado muy interesante el tema psiquiátrico y judicial. Es sorprendente observar cómo en la mente humana pueden darse trastornos o problemas que los expertos no pueden catalogar. En algún momento, se dice que los asesinatos en realidad «curaron» a Melogno de su trastorno y, desde entonces, es un hombre tranquilo que no volvería a matar. Todo resulta inquietante, y cuando el preso cuenta los detalles miserables de su infancia y su vida en la cárcel es difícil no sentir empatía hacia él.
En A sangre fría, Truman Capote investiga un caso de «crimen real» y él decide no aparecer en la novela, aunque su presencia acabó cambiando parte de los hechos. En El adversario, Emmanuel Carrèrre también investiga un crimen real y le explica al lector por qué le interesa el tema y cómo va avanzando en su trabajo. En Magnetizado, Carlos Busqued ha elegido una opción intermedia. En las entrevistas que le hace a Melogno aparecen sus preguntas y, por tanto, él está presente en el texto; pero en ningún momento le cuenta al lector por qué le interesa Melogno o por qué decide escribir este libro. Busqued no opina, sólo muestra a su asesino. De este modo, su libro se parece más a una investigación periodística que a una novela. He leído Magnetizado con un creciente interés, el testimonio vital de Melogno es tremendo y en todo momento quería saber más cosas sobre él; así que como narración ha funcionado para mí perfectamente. Pero también considero que me hubiera gustado leer un libro más largo, en el que Busqued se mostrara más. Imagino que los asesinatos de los taxistas tuvieron que impresionarle cuando viera las noticias con once o doce años, y que esa historia seguiría en su cabeza, hasta que década después deseó escribir sobre ello y conocer al asesino real. Me hubiera gustado saber qué opina Busqued de Melogno, cómo evoluciona la relación con él después de más de un año de entrevistas, cómo le afecta este trabajo. Por ahora me voy a conformar con acercarme a su otra novela, Bajo este sol tremendo, que me está llamando.