Fiel a lo esperado y estudiado, Nott volvió a apostar por el rigor, el Lento. Adormecido del amanecer matutino, íntimo desde el susurro de una cuerda que nadie pensaría en el número, unísonos madera y metal del instrumento ideal, desperezarse con el convencimiento de una larga jornada de lo terrenal a lo universal, ecos de trompetas y gorjeos de pájaros para arrancar la mañana que avanza lenta y segura hacia la plenitud, alegría y paso preciso, claro, despejado, equilibrado y siempre cantabile, melodías de siempre en nuestro subconsciente muy consciente "Mahler".
Poderosamente agitado, pero no demasiado rápido, instrucciones precisas del incomprendido bohemio seguidas literalmente por el máximo cofrade Nott, aire cosmopolita, vienés y malagueño, luz después del mediodía con brisa mediterránea cual aire del Danubio, terciopelo del ropaje en los tronos y cirios que comienzan a iluminarse encendidos por la trompa que avisa de una tormenta floral antes del atardecer abrileño, jolgorio mezclado con nerviosismo y devoción.
Marcha fúnebre: Solemne y medido, sin retardarse, la noche en procesión, dolor y canto popular, el paso seguro, la banda de música ayudando al viaje interior y el recogimiento en la calle roto por el espacio entre los tronos, un Mahler diría que malagueño universal (con perdón de los bohemios), el oboe cual saeta en la reja y Nott ayudando al respiro preciso indicado con "martilleo de campana" antes de retomar el largo camino de peregrinación por los barrios, con pausa catedralicia obligada antes de recogerse en las casas madres. El tiempo de Mahler ha llegado para quedarse, con toses cual castigo o tentación y hasta el silbido de teléfono no enmudecido al que el dios supremo castigará con el fuego eterno de la sordera. El rubato de Nott para conjugar los dos mundos y el balanceo que da vida a unas imágenes que rompen cualquier iconoclasta, el arpa profética de "la Quinta", el coro celeste de maderas, manto floral de los violines y la visión global hecha sonido orquestal con todos los aromas posibles.
Atormentado. Agitado, la recta final de la noche, las dudas morales, el dilema por querer creer en algo supremo, las interrogantes vitales con auténtico tormento y agitación desde todas las intensidades imaginables dictadas por un Nott todopoderoso al que la Suisse Romande responde como un todo, poderosa, voluptuosa por momentos, limpia noche y estrellada de vientos racheados, desgarros en cuerda, corazonadas en timbales, tormentas metálicas de truenos y relámpagos interiores, la batalla de luces y sombras que se disipan con las luces de un alba inalcanzable por momentos antes del remanso tras el desasosiego, el triunfo de la vida hecha sinfonía... (y Mahler seguiría explorando).