Mahler - Décima Sinfonía.

Publicado el 19 mayo 2010 por Maac @Elblogdemaac
El final de la vida de Mahler está marcado por su deteriorada salud y los problemas matrimoniales con Alma Mahler, que había abandonado toda actividad artística para dedicar su vida a su esposo. Intentando solucionar una crisis matrimonial de la pareja, Alma se retiró al balneario de Todelbad, allí conoció a Walter Gropius, la atracción fue mutua comenzando una relación epistolar que llegó a ser interceptada por Mahler, pero Alma no estaba dispuesta a abandonarlo. Estos hechos motivaron que la crisis matrimonial se agravara, a la vez, creció el interés de Mahler por su esposa, le pidió que no lo abandonara y llegó a acudir a una consulta con Sigmund Freud, decidió componer una sinfonía para ella, la Décima, que quedaría en su mayor parte inacabada. Al final del boceto escribiría la siguiente frase: "¡Por ti vivo! ¡Por ti muero! Almschi".
Mahler, era muy supersticioso respecto a las Sinfonías número 9, pensaba que, como le había pasado a Beethoven, no podría ir más allá de la Novena, "La canción de la tierra" la había bautizado como sinfonía pero no le había puesto número, pensando en que, con esta estratagema,  había franqueado el fatídico número 9 se puso a trabajar en su sinfonía número 10. Como si sus temores fueran fundados esta última sinfonía quedaría inejecutable en su totalidad.
Cuando falleció el compositor todavía no se había estrenado ni la Novena ni "La canción de la tierra". En 1924 Alma publicó el adagio de la Décima, se trataba del Primer Movimento, (Adagio. Andante) el único que había quedado terminado, mientras que Ernst Krenek reconstruyó el Tercer Movimiento (Purgatorio), no se atrevió con los tres restantes -Mahler había previsto una sinfonía en cinco movimientos-. Se ofreció a varios compositores, entre los que se encontraban Shostakovich y Schoenberg, la tarea de finalizar la décima pero nadie quería hacerlo, hasta que en 1960 la BBC pidió a Deryck Cooke que hiciera un estudio de esta sinfonía inacabada y éste decidió reconstruirla y el resultado se emitió por la radio con ocasión del centenario del nacimiento del compositor. Bruno Walter convenció a Alma Mahler de que prohibiera sucesivas ejecuciones y así lo hizo hasta que, muerto Walter, la convencieron para que la escuchase. Alma se sorprendió de la cantidad de Mahler que había en esta Décima Sinfonía reconstruída -y es que Cooke lo único que había perseguido es lograr que la música que había llegado fuera ejecutable- , así que le escribió una carta que decía:
"Querido señor Cooke:
El Sr. Byms me ha visitado hoy en Nueva York. Me ha leído sus excelentes artículos sobre la Décima Sinfonía de Mahler y su autorizada partitura. Tras ello, le expresé mi deseo de escuchar, finalmente, la cinta de la BBC de Londres. Me emocioné tanto con esta interpretación que en seguida le rogué al señor Byms que volviera a poner la cinta. Entonces comprendí que había llegado el momento de que yo reconsiderara mi decisión previa impidiendo las interpretaciones de esta obra.
He decidido, por tanto, de una vez y para siempre, darle mi total autorización para que haga interpretar su edición de la obra en cualquier parte del mundo.
Sinceramente suya,
   Alma María Mahler."
Con la colaboración de Alma, que en 1963 prestó manuscritos de Mahler fue posible realizar una segunda versión estrenada en 1964, Alma, que había fallecido meses después de haber dado permiso a Cooke, no pudo escucharla. En los años setenta Cooke aún la retocaría en una tercera y última reconstrucción, de las suyas, puesto que existen versiones de otros composiores, aunque la de Cooke es la que más se interpreta. Opositores al trabajo de cooke fueron Bernstein, Solti, Boulez, Klemperer o Tennstedt, por el contrario la han interpretado directores como Sanderling, inbal, Levine, Martinon, Ormandy, Ratlle, Morris, Chailly, Gielen, Wyss, Harding...
Lo sorprendente de esta Décima Sinfonía, sobre todo del único movimiento que nos ha llegado terminado, el primero, es que Mahler está experimentando con sus armonías cromáticas, con la atonalidad (el "flirteo con la tonalidad" lo llamó Bernstein) y el uso de disonancias, como si quisiera abrir una nueva vía, a saber por dónde hubieran ido los tiros si no llega a sufrir una muerte prematura. Pérez de Arteaga, en su libro sobre el compositor, expone que no hay que exagerar el vanguardismo de la Décima, que hay mucho de Beethoven  en la Décima y cita a Bernstein para decir que va "por la gran línea del sinfonismo germánico".
Os dejo la versión de Eliahu Inbal con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en la versión de 1976 reconstruída por Deryck Cooke :

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