Maicillo/Sauló, por Leandro Hernández Gómez

Publicado el 09 noviembre 2014 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Editorial Das Kapital. 81 páginas. 1ª edición de 2014.
Ya comenté la semana pasada que en el mismo sobre que me llegó desde Chile la novela Tsunami de Juan Ignacio Colil me llegó el nuevo poemario titulado Maicillo/Sauló de Leandro Hernández Gómez (Osorno, Chile, 1970). Conozco a Leandro desde hace unos ocho años, cuando los dos comentábamos libros de Roberto Bolaño y escritores similares en un foro cibernético de la Fnac. Luego, después de que se cerrara aquel espacio, hemos seguido hablando de libros a través de facebook, mi blog o el correo personal. Cuando los dos hemos conseguido publicar algún libro, los hemos intercambiado a través del correo transoceánico. Espero que en algún momento nos podamos saludar en persona.
Hace tres años comenté el primer poemario de Leandro, cuyo título era Umo (ver AQUÍ la reseña), y que fue publicado también por la pequeña y pujante editorial de Santiago de Chile Das Kapital.
Ya comenté que en Umo el poeta jugaba a confundir el acto de fumar con el de escribir: actos de placer individual, de escasa relevancia social uno y perseguido el otro. Leandro escribía igual que fumaba: con morosidad, con detenimiento, en soledad, para sí mismo, mientras el tiempo pasaba sobre su vida y los objetos cotidianos.
Maicillo/Sauló guarda muchos puntos en común con Umo. En su más reciente obra nos encontramos de nuevo con un poemario metaficcional, ya que Leandro vuelve a reflexionar en ella sobre el propio acto de crear. Pero ahora la identificación que vertebraba Umo al confundir los verbos  “escribir” y “fumar”, se ha transmutado en la relación existente entre los sustantivos “tiuque” y “poeta”. Realicemos una aclaración para los lectores que no sean de Sudamérica: el tiuque es un ave rapaz relativamente pequeña (de unos 40 cm.) que se alimenta de insectos, gusanos, crías de otras aves y que es eminentemente carroñera. Sería el equivalente a un cuervo del hemisferio norte. De hecho con esta última referencia –que yo he tomado de la wikipedia- Leandro compone el último poema del libro:
baltimore
el tiuque es al hemisferio sur lo que el cuervo es al hemisferio norte
así tanto en el sur como en el norte cuando preguntas por el jardín de Epicuro los poetas sólo obtienen como respuesta un never more, never more.
El paralelismo con el que se va a jugar en el libro entre esta pequeña ave carroñera, frecuente en los parques de Santiago de Chile, y el poeta, habitante de los mismos parques, queda fijada en el primer poema del libro:
la reflexión es infinita
relegado a parques y plazas el poeta es un tiuque sobre un eucaliptus
grazna al tope de una copa vacía
la sombra de un tiuque es una reflexión que se alarga sobre el maicillo.
Nueva aclaración para lectores de fuera de Chile: Maicillo es la arena gruesa y amarillenta con que se cubre el pavimento de jardines y patios (rae).
Maicillo/Sauló conversa con Umo, en más de una de sus páginas podemos encontrar guiños al anterior poemario: “todo tiuque/ todo poeta/ todo hablante/ aspira –como se aspira el umo-/ a que sus huesos o sus textos/ sus voces sus graznidos/ tengan manchas rojas.” (pág. 37-38), o: “tal vez pronto se promulgue una ley/ que prohibirá fumar en lugares con juegos infantiles/ no podría ir con mi hijo y mis cigarrillos/ a pelotear un rato sobre un césped semiseco”. (pág. 77-78)
Aunque los temas se repiten de un poemario a otro, he tenido la impresión de leer en Maicillo/Sauló un poemario más maduro y hondo que Umo. En Umo el individualismo del acto de escribir, enmarcado en un contexto de cotidianidad (paso del tiempo, contemplación de los objetos caseros…), distancia al poeta de los otros. En Maicillo/Sauló al centrar su reflexión más que sobre el acto de escribir sobre la figura del poeta, la presencia de éste en sociedad, de este yo que interactúa con los otros, se hace más presente. Igual que el acto de escribir en Umo parecía algo tan abocado al fracaso, al goce individual, como el acto de fumar, en Maicillo/Sauló el poeta con su libreta en el parque se convierte en una figura obsoleta, porque: “los lectores de poesía ya no nacen más/ se extinguieron” (pág. 76)
El poeta, como el tiuque parece rebuscar en la carroña del basural cotidiano para encontrar alimento, que convertido al lenguaje del poeta equivaldría a la idea de encontrar belleza. El poeta ya no se fija en los ruidos de la cafetera, como hacía en Umo, sino que ahora son los gritos que proceden de la multipista del parque los que parecen sacarle de su mundo.
Tiuques y poetas se encuentran en el parque: el ave rapaz carroñera y el poeta, antiguos habitantes de los grandes espacios naturales (a los que pudo cantar una poesía épica como la de Walt Whitman) confluyen ahora en el espacio natural domesticado y falto de grandeza del parque. Será obligación del tiuque (si quiere alimentarse) y del poeta (si quiero hallar alguna belleza) no dejar de observar lo que ocurre en su hábitat. Reproduzco aquí el poema de la página 63 donde se aúnan los temas anteriores:
tarde en el parque
una camanchada ácida nos envuelve incluso en parques y jardines
debiera llover ahora mismo no tener que esperar que se cumpliera el pronóstico:
“posibles chubascos al atardecer”
desde la copa de los eucaliptus que envejecen el maicillo los tiuques tosen.
En unos cuantos poemas, Leandro juega al posmodernismo y posa su mirada y su reflexión sobre las series de televisión norteamericanas (a las que debemos estar enganchados medio mundo), así se homenajea en este libro a Breaking bad o a Criminal minds.
En lo cotidiano también se encuentra lo terrible, y la muerte se filtra en los días que se describen en estos poemas: “Sara, la Cuta, la Cutita/ la hermana de Pancho/ ha muerto en un accidente carretero” (pág. 70); o bien: “en correo matutino/ Martín dice en el asunto: “malas noticias”/ lo abro y leo/ que se nos fue Parrita” (pág. 72). Sin embargo, el poemario se vuelve más cercano y cálido al hablarnos de los días que pasa el poeta con su hijo en el parque, tema que se vuelve recurrente en el último tramo del libro.
Maicillo/Sauló me ha parecido un poemario de versos sencillos y a la vez hondos, que reflexiona sobre el propio acto de escribir, pero sin perder el poeta la capacidad de fijar su mirada sobre el mundo de los otros, sobre la cotidianidad que va desde la realidad ficcional de las series de televisión a lo que ocurre en el parque cercano a su casa, volviéndose sus versos más esenciales y cálidos cuando nos habla de la relación con su hijo. Unos poemas que me han recordado a esa sencillez narrativa que tenía Raymond Carver en sus poemas para encontrar momentos epifánicos en la cotidianidad. Voy a continuación a reproducir aquí dos poemas más del libro, dos poemas que son de los que más me han gustado del conjunto y que me parecen representativos. El primero, titulado la poiesis de los tiuques, dividido en tres partes que aúnan casi todos los temas que se desarrollan en el libro; y el segundo, titulado carpintero, situado al final del poemario, me parece que abre un nuevo camino, hacia la sencillez honda de los momentos epifánicos de la cotidianidad y que, como he apuntado antes, me recordaban a la poesía de Raymond Carver.
la poiesis de los tiuques
i desde Atacama a Chiloé el poeta es un milano chimango
chimango como los chimangos de los cuentos argentinos
tiuque como aquellos que aún rayan el cielo nublado de Ovejería    Alto
el poeta es un tiuque
un ave rapaz que se adapta y raya los cielos
de norte a sur
ii se le tilda de acróbata (ahí el altazor devenido en tiuque) en busca de mejores oportunidades del campo a la ciudad se refugia en parques y azoteas
todo poeta de importancia es un tiuque
el tiuque en la ciudad abandona la acrobacia asume el oficio de los malabares
sus textos son como las pelotas teñidas por las luces rojas de los semáforos que malabaristas punkies lanzan por los aires a la espera de alguna moneda huacha de los choferes de ocasión
la adaptación obliga y el tiuque es un sobreviviente que raya los cielos y los suelos
los conductores cierran las ventanillas de los autos
temerosos de que un texto se les cuele en la cabina.
iii el poeta es un rapaz:
en casos de urgencia se alimenta de carroña
el tiuque no le teme al ser humano
el poeta observa y tose en la copa de un eucaliptus
la especie descrita por un francés en 1816 es la más abundante en Chile
en este país se levanta una piedra y un tiuque abandona la casa de sus padres.
carpintero
la ciudad del poeta el sol desaparece por tres días
el cuarto continúa el frío pero el cielo amanece despejado
a eso de las cinco de la tarde el poeta sale con su hijo al parque
primero van a inflar las llantas de la bicicleta a una bomba bencinera
el poeta camina por uno de los senderos del parque su hijo pedalea más adelante por el mismo sendero
como una aparición extremadamente buena un pájaro carpintero hace lo suyo sobre un arbusto
ver un pájaro carpintero en un parque    (de Santiago de Chile no es algo común
el poeta siente esto como un privilegio su hijo pedalea más adelante
lo llama: hijo, Emilio, mira el niño vuelve y el poeta le indica hacia un árbol mira, un pájaro carpintero
¿lo ves?
Emilio logra verlo y oírlo golpear la corteza de una alcaparra en busca de larvas
¡oh, qué bacán!
lo observan un rato pueden apreciar su plumaje su penacho rojo
el poeta latea a su hijo sobre lo extraordinario de este encuentro
el hijo lo mira y le dice que sí que lo entiende
luego da la vuelta y continúa con su paseo.