Año: 2016
Editorial: Autopublicado
Género: Colección de relatos
Valoración: Recomendable
Son muy pocas las ocasiones en que se alinean los astros y cae en nuestro poder un libro autopublicado que parece profesional. Aunque mi compañero Javier reseñó una obra de estas características la semana pasada, y a pesar de que hoy les traigo otra de estas rarae aves, les aseguro que es algo que ocurre de higos a brevas. Así que hoy estamos de celebración.
Lo que no bailamos es una colección de diez relatos que nos presentan diversas facetas de la sociedad chilena, protagonizados todos ellos por personajes inseguros, llenos de dudas, arrepentimientos, decepciones o nostalgia. Individuos que quisieron bailar y no pudieron, o no les dejaron. Trabajadores sociales frustrados, adolescentes embarazadas, parejas con problemas de dinero, amantes asediados por sentimientos de culpa son algunos de los protagonistas de estas historias.
Se trata de un libro de lectura rápida, disfrutona, que diría mi madre. El estilo de Maivo Suárez es ágil, fluido, con un leve aroma cortazariano, capaz de engarzar bellas imágenes con otras que evidencian un socarrón sentido del humor, haciendo uso siempre del precioso dialecto chileno. Desde el primer párrafo nos invade la sensación de estar en buenas manos, a merced de alguien que sabe escribir de verdad. Así que enseguida uno se relaja y se permite paladear con gusto los delicados entremeses que nos sirve la autora. Pero no hay que dejarse engañar, pues la ligereza de la escritura de Maivo Suárez es tan solo un espejismo; subyacen siempre profundas reflexiones acerca de los males de la sociedad chilena, presente y pasada.
Aunque ha sido una lectura que en todo momento he disfrutado, y tal vez porque soy una consumidora acérrima de literatura de género, he echado en falta algo más de chicha en las tramas de Lo que no bailamos. Maivo Suárez es capaz de generar atmósferas llenas de detalles que derrochan verosimilitud (algo de un mérito más que notable), pero en la mayoría de los cuentos no pasan demasiadas cosas; simplemente se nos ofrece una ventana a través de la que mirar por unas horas la vida de estos personajes atormentados. Por ello, a veces me quedaba con ganas de que se me contara más acerca de todos ellos. Insisto, esto puede deberse a mi poca costumbre con la narrativa. O tal vez sea una prueba de la capacidad de la autora de generar interés en el lector.
Les recomiendo la lectura de toda la colección, pero hay tres cuentos con los que me quedo porque me han parecido inmejorables. El primero, Lo que no bailamos, da nombre a la obra completa y nos presenta un retrato de la vida en pareja que huele a lluvia, a nostalgia y a deseos de revolución; una preciosidad. El segundo, Una de hormigas, es un diálogo entre dos amantes tan divertido como trágico; una muestra perfecta de la sutileza de la que es capaz Maivo Suárez. Y por último, mi favorito, VDM, el último corte del libro y un relato tan bueno que les diría que lo lean sí o sí, con independencia de que se animen o no con el resto. Lo protagoniza una trabajadora social, antigua profesión de la autora, lo que hace que sus entresijos y claroscuros queden plasmados con maestría. Pero, ante todo, la historia que narra es punzante, ácida, terriblemente real. Un relato tan bueno que ojalá se anime la autora a transformarlo en novela, ya que tiene todos los ingredientes necesarios para ello.
Todo un descubrimiento esta escritora chilena, y más teniendo en cuenta que Lo que no bailamos es su ópera prima. Yo personalmente estaré atenta a futuras entregas. Así da gusto.
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