Majuela cinefila 29. 2001, una odisea del espacio

Publicado el 18 enero 2015 por Ganarseunacre @ganarseunacre

2001. UNA ODISEA DEL ESPACIO (2001: A Space Odyssey, 1968)


FICHA TÉCNICA: Título original: 2001: A Space Odyssey Año: 1968Duración: 139 min.País: Reino UnidoDirector: Stanley KubrickGuión: Stanley Kubrick & Arthur C. Clarke (Novela corta: Arthur C. Clarke)Música: Richard Strauss, Johann StraussFotografía: Geoffrey UnsworthReparto:Keir Dullea, Gary Lockwood, William Sylvester, Daniel Richter, Leonard Rossiter, Margaret Tyzack, Robert Beatty, Sean Sullivan, Frank Miller, Penny Brahms, Alan Gilfford, Vivian KubrickProductora: Coproducción Reino Unido-EEUU; Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) / Stanley Kubrick Productions
Unos hombres-mono prehistóricos descubren un misterioso monolito de granito negro, que, a medida que van venciendo el miedo que les produce, provocará un espectacular desarrollo de su inteligencia. Ya en el presente, se descubre enterrado en la luna un monolito, idéntico al anterior, que emite señales hacia Júpiter, y se envía una nave para investigarlo. La tripulación de la nave la forman los pilotos Bowman y Poole, tres compañeros, mantenidos en un estado de hibernación, y HAL, un ordenador infalible, que, sin embargo, simulará un fallo mecánico, matará a los astronautas dormidos y abandonará a Poole en medio del espacio. Tras desconectar los bancos de memoria del ordenador, Bowman continuará el viaje en solitario. En las proximidades de Júpiter avista un monolito en órbita y entra en una dimensión desconocida, donde se encontrará con una replica envejecida de sí mismo. Al acercarse a un monolito negro, se transforma en el feto del que nacerá una nueva humanidad.

Las deliberadas connotaciones homéricas de su título pueden ofrecer algún indicio sobre cuáles eran las ambiciones de Stanley Kubrick al realizar 2001, una odisea del espacio, una película cuya temática aborda, ni más ni menos, que la historia y el desarrollo futuro de toda la humanidad; como queda de manifiesto en la famosa escena en la que una herramienta ósea del hombre primitivo sale volando por los aires para transformarse en una inmensa nave espacial en órbita. De acuerdo con la interpretación más generalizada de una obra que, según definición de su propio director, ha de entenderse como una «experiencia no verbal», la humanidad ha trascendido su condición humana por medio de la tecnología, pero ha de ir más allá de la propia tecnología para poder renacer como un superhombre astral. A pesar de estas pretenciosas elucubraciones nietzschianas sobre la «humanidad», no deja de ser irónico que, como ocurre con buena parte de la obra posterior de Kubrick, uno de los fallos de la película resida precisamente en su falta de calidez humana. En este sentido, resulta curioso que en una película que aspira a poner de manifiesto la deshumanización a que aboca la tecnología, el principal énfasis visual recaiga en una maquinaria futura -concebida y ejecutada, eso sí, de forma magistral- o en la brillante impronta estilística de su director (puesta de manifiesto en el extravagante virtuosismo del que hace gala en la elección de las piezas de música clásica de su banda sonora), mucho más que en los propios personajes. Sin embargo, en última instancia, lo más irónico del caso es que una producción tan cerebral fuera acogida con el máximo entusiasmo por los gurús de la psicodelia, que vieron en ella «un viaje alucinante»; una frase que luego sería utilizada en los carteles que anunciaban la reposición de la película.

Nominada para cuatro premios de la Academia, la película tan sólo recibió el Oscar por los mejores efectos especiales, pero produjo unos muy sustanciales dividendos de 24 millones de dólares brutos, partiendo de un presupuesto que, según se dijo, había alcanzado los 11 millones. En 1984, se estrenaría su continuación, 2010, Odisea Dos (2010), una película inteligente y bastante accesible, aunque inevitablemente decepcionante, que fue dirigida por Peter Hyams, y en la que una misión conjunta de soviéticos y norteamericanos era enviada para descubrir qué había sucedido exactamente durante la misión a Júpiter del Discovery.