Supongamos que Tomás Gómez no sea un buen líder para los socialistas madrileños, lo normal sería que ellos lo quitaran, porque si no dejamos andar a los niños, nunca se harán hombres. Las encuestas en Madrid dan mal para el PSOE y bien para el PP, pero sucede desde hace muchos años y no parece que lo resuelva un candidato nombrado a dedo, quizás merezca reflexiones mas profundas, que siempre se tapan con estos mamoneos.
Lo que nos encontramos en Madrid, es una forma nefasta de hacer política, que en vez de colectiva y potenciar implicación de la militancia, se torna individualista y salvadora, paralizadora de ánimos y complicidades, en vez de potenciar el debate y la discusión, los mandamases maniobran por detrás con supuestas soluciones, en vez de definir unos objetivos, una línea y trabajar por ella con constancia durante tiempo, nos encontramos el síndrome del Real Madrid, un entrenador cada temporada.
Así se conduce por el camino de la derrota profunda, aquella que no solo quita votos, sino que quita militancia e ilusiones, aquella que cansa de tanto mangoneo y aparta a la gente, que en el mejor de los casos se lo pensará, en el peor los mandará a paseo para siempre.
Ahora pongo a Sebastián, luego lo quito, ahora quito a Simancas y pongo a Tomás Gómez, luego lo quito, empujo a Trinidad, luego me la llevo. Si miramos mas lejos veremos que el Sr. Zapatero aplica la misma historia que con Marín, Presidente del Congreso en el ejercicio de su cargo, una de las mayores autoridades de España, que deberían nombrar los parlamentarios después de unas elecciones. Pues nada, a él (ZP) se le ocurrió meses antes quitarle y nombrar sucesor para el puesto y luego ya se lo contaría a los parlamentarios. Y lo mismo para el cargo del Sr. Dívar, (vaya elección) no era él el encargado de nombrarle.
En estos casos me pregunto donde estarán los militantes y líderes del PSOE que no le impiden actuar de dicha forma, porque de poco sirve tener horas y horas de discusión en programas si luego todo queda reducido a que se actúa como y cuando quiere el jefe. Ya ni siquiera hablamos de modificar la ley electoral y hacerla mas justa, de abrir las listas para que los ciudadanos podamos elegir de entre los candidatos de un mismo partido, ni siquiera hablamos de que las comisiones parlamentarias tengan mayor peso público y de que los elegidos por el pueblo estén mas cerca de escuchar y hablar con el pueblo. Hablamos de cuestiones elementales de respeto democrático, de no saltarse las normas internas que se dan asimismo las instituciones.
Ah, que el PP hace lo mismo? Pues será igual de condenable porque son prácticas deplorables que atentan contra el sistema y las instituciones.