Malaca, la ciudad que da nombre a una de las vías marítimas más congestionadas del mundo, el Estrecho de Malaca, es una pequeña y encantadora ciudad a la que el turismo internacional aún no ha descubierto. Pero eso no significa que no explote sus muchos atractivos ante sus visitantes. Lo único que éstos son en su mayoría compatriotas malayos que proceden principalmente de la cercana y bullicioso capital de Malasia, Kuala Lumpur. Nosotros por nuestra parte ya estábamos advertidos de los grandes atractivos de la ciudad, no en vano está incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad, aunque lo que aún desconocíamos era la facilidad, o a lo peor la dificultad, para visitar esta ciudad que fue uno de los asentamientos comerciales más importantes de todo Asia debido en gran parte a su privilegiada posición dominando el Estrecho de Malaca. A principios del siglo XVI los portugueses se establecieron en la zona tras vencer al Sultán de Malaca y levantaron fuertes y fortificaciones para defender esta importante plaza en el comercio con Oriente. Pero poco más de un siglo lograron los portugueses mantener en su poder Malaca ya que los holandeses consiguieron expulsarles y establecerse en la ciudad dejando un importante patrimonio también. Pero lo que más nos apeteció para situarnos en la ciudad nada más desembarcar del Volendam fue volver a embarcar en unas pequeñas lanchas que recorrían el río para así tomar conciencia del tamaño y de paso conocer algunos de los enclaves destacados.
Parece ser que los marinos europeos denominaban a la ciudad de Malaca la "Venecia de Oriente" por lo serpenteante del curso del río y la gran cantidad de puentes que lo cruzaban. Y yo añado que lo de denominar lugares como "la Venecia de...." hoy en día es un recurso demasiado gastado. Pero en fin, lo que si que es verdad es que este paseo de algo menos de una hora es imprescindible para disfrutar de muchas partes de la ciudad que de otra forma sería más raro que nos desplazáramos hasta Kampung Morten, a parte de resultar de lo más agradable.
A lo largo de la navegación por el río pudimos contemplar la vida local, a parte de admirar las magníficas pinturas y murales que adornaban las fachadas de las casas.
El paseo por el río nos reservó una gran sorpresa. Un gran varano acuático de más de dos metros de longitud reposaba tranquilamente en una de las orillas el Río Malaca tomando el sol plácidamente. Es el segundo lagarto más grande del mundo tras su hermano mayor el dragón de Komodo. Me encantan este tipo de sorpresas.
El puente peatonal Tan Boon Seng del que se apoderaron los portugueses para cortar la comunicación entre ambas orillas de Malaca. Es quizás uno de los puentes más vistosos de los numerosos que cruzan el Río de Malaca.
Un moderno monoraíl, que aparentemente no parecía funcionar aún, recorre toda una margen de la rivera del Río Malaca. Un buen medio de transporte con grandes vistas panorámicas.
Y tras veinte minutos de navegación llegamos a Kampung Morten, un antiguo asentamiento malayo a orillas del Río de Malaca declarado Patrimonio Nacional. Es un típico pueblo malayo, pero su excelente estado de conservación hace que sea casi como un museo viviente, con su típica arquitectura y sus estilo de vida preservado desde hace siglos. Detrás es posible apreciar las grandes torres de apartamentos que se están levantando en gran número por la ciudad y que sin duda van a distorsionar el perfil de la misma.
En la tranquila navegación por el río se agradecían los toldos solares que nos protegían del intenso sol que azotaba nuestras cabezas. También es de reseñar un cierto olor desagradable en algunas zonas del río. No en vano algunos desagües vierten al mismo directamente.
El Bastión de Middleburg fue construido por los holandeses como medio para reforzar la defensa de la ciudad de Malaca en la desembocadura del río. A pesar de la exagerada restauración (o reconstrucción) por parte del gobierno malayo, es un buen lugar para imaginar lo que era esta ciudad 400 años atrás, además de poder tirar alguna fotografía chula en sus cañones.
El pequeño casco histórico de Malaca se encuentra en un excepcional buen estado. Aquí es donde se nota la herencia dejada por los holandeses durante los años de dominio y ocupación de estos territorios, construyendo muchas edificaciones con la característica terracota roja que es una de las señas de identidad de Malaca. En todos ellos destaca sobre todo la Iglesia de Cristo, construida en el año 1753 tal como reza en su fachada principal, y justo frente a ella la torre del reloj presidiendo la pequeña Plaza de los Holandeses que sirve como punto de encuentro de locales y turistas. Por supuestos también es el punto de encuentro de unos curiosos vehículos de transporte público. Se trata de unas bici taxis decoradas extravagantemente, y con un obsesivo motivo común a todas ellas en sus sobrecargada decoración: todo lo que se relacione con el personaje Hello Kitty.
El sobrio y sencillo interior de la Iglesia de Cristo alberga placas conmemorativas que honran a diversos personajes locales y también a soldados holandeses que dejaron sus vidas en este lugar. Pero interesante resultan sus bancos de madera labrada a mano con más de 200 años de antigüedad.
El Museo Islámico de Malaca
Las ruinas de la Iglesia de San Pablo continúan dominando el horizonte de la ciudad de Malaca. A pesar de los siglos pasados y de todos los ataques y vicisitudes sufridas se sigue aferrando a la colina que la vio erguirse en los tiempos de las primeras colonizaciones. La construcción de la ciudad fortificada fue llevada por los portugueses en poco tiempo. La importancia geográfica apremiaba asegurar este valioso puerto, y para ello no dudaron en utiliza 1500 esclavos para lograrlo en el menor espacio de tiempo posible. Aunque después de casi un siglo cayó en manos holandesas, y posteriormente volvió a caer, esta vez en manos del imperio británico.
Museo del Governador Holandés
De los restos de la fortaleza portuguesa A`Famosa aún sobrevive una de sus puertas más célebres. La Puerta de Santiago aún continua vigilando el acceso a la colina en la que alzaba, y aún se alza aunque en ruinas, la Iglesia de San Pablo junto a unos amenazantes cañones.
El Memorial de la Proclamación de la Independencia de Malaca exhibe una muestra de documentos de la historia temprana del sultanato, y se encuentra ubicado en esta elegante mansión holandesa. También cuenta con una exposición permanente de fotografías históricas, monedas y películas donde se relata el camino hacia la independencia de Malasia. fuera del edificio también se muestra la limusina que utilizó el primer jefe de gobierno y algún vehículo militar.
El Palacio del Sultán de Malaca es una réplica del Palacio del Sultán de Mansur Shah del siglo XV. Fue reconstruido con las mismas técnicas y los materiales más similares a los originales y resultó especialmente laboriosa. El original se levantó sin ningún clavo y su tejado era de cobre y zinc, un espectacular palacio que fue destruido en un voraz incendio provocado por un rayo. Y es que por entonces aún no se había inventado el pararrayos.
En un país netamente musulmán como lo es Malasia el uso del hijab es generalizado entre las mujeres, pero eso si, con unos toque importantes de color y combinaciones imposibles.
Y de nuevo volvían a aparecer los característicos triciclos con sus "hello kittys"
Una de las últimas citas antes de embarcar nuevamente en el Volendam era conocer y pasear por el barrio chino de Malaca. El barrio rebosa actividad y vida con gran cantidad de comercios, algunos templos profusamente decorados y con la posibilidad de visitar el Museo Cultural de Cheng Ho`s ubicado en un edificio de más de 600 años de antigüedad.
La bella mezquita de Kampung Kling se mezcla en el barrio chino
Resulta inquietante el ángulo de inclinación de la Iglesia de San Francisco Javier
Momentos antes de embarcar en nuestro barco, el Volendam, fondeado frente a la desembocadura del Río Malaca. Precisamente muchos de los lodos arrastrados por el río junto a algo de contaminación hace que algunas pequeñas playas de la ciudad no sean atractivas. Como conclusión, al final nos llevamos un muy grato recuerdo de esta pequeña ciudad, que a su vez ofrece muchos alicientes para el que la visita por primera vez. Y si se dispone más tiempo, éste se puede ocupar con una visita al museo marítimo que incluye la réplica de un galeón a tamaño real y una patrullera de la armada ya retirada. O al Melaka Bird Park, un parque que contienen cientos de especies de aves dentro del jardín botánico. O por qué no la granja de cocodrilos, o el zoo....en fin, un lugar para conocer.
Otra bella mezquita, la de Masjid Selat, levantada sobre pilotes en el mar