Ayer, después de muchos, muchos años, volví a asistir a una corrida de rejones. Uno anda intentando encontrar su identidad en esta fiesta moderna, la de la tauromaquia 2.0. Es posible que dado como están las cosas, su futuro vaya hacia sus inicios, en los que vuelva a predominar el toreo a caballo aderezado con los mozos a pie capeando al bicho, poniendo banderillas sobre un fieltro dispuesto en el lomo del burel, por supuesto, sin pitones, y simulando o suprimiendo la muerte con estoque, siendo apuntillado el animal en el interior de los corrales. La verdad es que desde el punto de vista fotográfico da mucho una corrida de rejones, y además el festejo resulta atrayente si la extraordinaria banda de música de La Malagueta, bajo la batuta del maestro Puyana, ofrece una continua y extraordinaria sinfonía de pasodobles como la que nos regaló ayer, último día de la feria taurina de Málaga. Pero, lo cierto es que sólo aguanté los tres primeros toros, sin duda por mi supino desconocimiento del arte del rejoneo, pero también porque sigo sin soportar el que en este tipo de festejos se mutile al toro de lidia con ese “legalizado” desmoche, porque para el rey de la dehesa siempre exijo el respeto que se merece. Y que no vengan con lo del pobre caballo al que hay que proteger…Hubo rejoneadores que lo hicieron y me vienen ahora a la memoria Gregorio Moreno que toreó varios años en plazas de primera en puntas, y el maestro Cañero. Coincido plenamente con el escrito del aficionado Jorge V. Sáez que, entre otras muchas cosas, dice:
“…Porque cualquier intento de orillar el peligro del toro manipulando sus defensas, en aras de proteger la sensibilidad del espectador y la integridad del caballo, es prescindir de lo esencial, denotando un absoluto desconocimiento de los patrones por los que se rige la propia naturaleza de la fiesta de los toros.
… La diferencia entre el acto vulgar y el extraordinario, viene delimitado por la misma dificultad de ejecución de la acción. En la confrontación que supone la lidia, no caben las medianías, de ahí el que únicamente ante un toro íntegro, tenga justificación y valor el dominio que sobre el ejerza el lidiador…
…Pienso, que el tributo pagado por no atender a este primordial principio ha convertido al espectáculo actual del toreo a caballo en mero trance estético trivial, no carente de riesgo porque igualmente existe, pensemos que si los toros aún despuntados hieren, porque no dejarlos en puntas que es su estado natural…”
En fin, vanas reflexiones propias, del que, “cariñosamente”, califica como “talibán” uno de los más nefastos usías que se ha sentado en el palco de la Malagueta. Pero todo se andará, por suerte uno tiene buenos amigos y maestros en el conocimiento del rejoneo, e intentaré ir aprendiendo de lo que puede ser el futuro de esta decadente fiesta, más cercano de lo que pueda parecernos. Pero me da que ni por esas va a ser posible.
Así pues, les recomiendo la lectura de la crónica de mi querido amigo y maestro Agustín Hervás en su blog:
ENTRE TUDELA Y SEVILLA, CARTAGENA- Por Agustín Hervás
Les dejo la galería fotográfica de mi primo Antonio Pastor, gran fotógrafo del rotativo El Mundo en nuestra ciudad, al que desde estas líneas quiero agradecer su deferencia durante esta feria. Mil gracias, primo.