De Mendoza a Buenos Aires, de Buenos Aires a Madrid, de Madrid a Almería, de Almería a Málaga. Todo rápido rápido rápido.
Voy por la calle de la catedral en Málaga, quizás un poco triste, quizás interpretando mil cosas a la vez. La soledad pesa bastante en días como estos.
De repente me canso de estar inmersa en mis pensamientos. Dejo las cosas en un hostel de por ahí y me voy a caminar por El Paseo de España y dejo que se vaya tranquilizando todo mientras observo la inmensa arboleda.
Se me pasa un poco la locura, ahora camino más despacio y la carga de la mochila de pensamientos que pesaba mucho más que mi mochila viajera, se va descargando. Ahora veo la soledad con una perspectiva diferente.
Encuentro un puesto de bicicletas y, dado que tenía solo un día para conocer la ciudad, no lo pienso dos veces: tomo la bici eléctrica.
Le tomo confianza y la pongo al palo en pleno puerto, doy un par de vueltas cerca de los barcos y me voy hacia la Malagueta (que rima con teta) y sigo al palazo con mi bici hacia Caleta (que rima con galleta…. y también con teta).
A esta altura dejo que todas las preocupaciones se vayan con el viento del mar.
Vuelvo hacia la ciudad y veo a lo lejos, más allá de los Jardines Puerta Oscura, la gran Alcazaba.
Le meto caña a la bici con el motorcito eléctrico al chapazo, subo por Alcazabilla y conquisto la empinada calle, como los españoles conquistaron el territorio árabe de ese lugar unos siglos atrás.
*Alcazaba:
La Alcazaba es un fuerte de la época musulmana, está construida arriba de otro fuerte de origen fenicio-púnico. Está ubicada en las faldas del monte Gibralfaro, y muy cercana al centro histórico de la ciudad. Además, a su lado se encuentra el teatro romano.
Bajo y me quedan unos 20 minutos de recorrido, voy al puerto esquivando grupos turísticos . Y me encuentro con el Museo Alborania, le pego una ojeada y vuelvo por la Avenida Cervantes. Encuentro el Rectorado de UMA, el Banco de España y la casa Consistoral.
Al otro día salgo rumbo a Canarias.
A veces las paradas en el camino me ayudan a prepararme para el siguiente nivel. Aprendí que el precio de mi libertad es la soledad. Digamos que en Málaga dejé lo que venía cargando para recargarme de cosas bellas en Canarias, que te lo contaré en otra entrada.
¡Hasta la próxima!