Malas costumbres y europeísmo decadente llegan a España

Publicado el 03 septiembre 2018 por Liberal

Es lógico que un país como España, donde impera por lo general el buen tiempo prácticamente todo el año, donde la cifra de violencia es bajísima si comparamos con otros países y donde abundan preciosos paisajes, diversidad de tierras y culturas (pues nunca será lo mismo un castellano de Valladolid que un catalan), venga tanto turismo, impulsado, no nos engañemos, por lo siguiente: los europeos disponen de mucho más dinero que los españoles y por lo tanto, los precios en España son bajos para ellos. Ciertamente desde que España entró en la repugnante Unión Europea (que siempre ha sido enemiga de los intereses españoles) y en el maldito euro, los precios son ahora muy incalcanzables para gran parte de los españoles y para una parte del turismo extranjero que ahora va a sitios más baratos como Turquía o Túnez, países no muy diferentes a España (muy al pesar de algunos españoles ignorantes que piensan que tienen más en común con un sueco que con un turco).

España ya viene viviendo (y sufriendo) del turismo desde los años 60. En cada década sucesiva, la “calidad” del turista medio en España ha ido deteriorando. Nunca fue un turista idóneo, pero los niveles de descaro, inmoralidad y malas costumbres que traen aumenta de año en año. El alud turístico que ha ido llegando a España desde mediados del presente siglo debe ser tema de estudio, tanto de penalistas como de líderes comunitarios y espirituales. Lo dicho, digno de estudio del psiquiatra y del penalista.

Este turismo creciente, junto con la inevitable pero terrible globalización e integración de España en la llamada “Unión Europea” ha hecho inevitable el contagio de costumbres, y no precisamente buenas. España, desde siempre, cuando ha optado por imitar lo de fuera (que es habitualmente en las últimas décadas) copia lo peorcito de cada país – copian las leyes más represivas en materia antitabaco, como si España fuera USA, sin embargo no copian la libertad en cuestiones fundamentales como reconoce USA.

Hace ya tiempo que me viene chocando cómo la juventud española se han ido impregnando de malas costumbres extranjeras: el creciente amor por la comida rápida y precocinada (un verdadero asco vomitivo y tóxico para la salud pública, provocando aumento de la obesidad), comer rápidamente en el “lunch” un bocata mal hecho o pizza y pasta carbonara (que nada en un charco de nata industrial y potencia la diabetis), anarquía de horarios y como se puede ver en el Madrid de hoy, el cierre de bares castizos de toda la vida sustituídos por cadenas mediocres, carísimas, con pésimo servicio (hay que ver lo terrible que es el servicio hostelero extranjero) y mal hecha las cosas, todo para esta nueva horda de “hipsters” degenerados, sin moral ni conciencia de patria, que son el sueño de todo capitalista sin escrúpulos: consumidores netos. Le dices hoy a un joven español que va a comer cocido o lentejas en casa como Dios manda y te pone mala cara. ¿Copita en el aperitivo o de postre? ¡Ni hablar! Ahora somos muy “healthy” (realmente no) y hacemos “running” y “gym”. Por lo general, salvo en materias de libertades, las costumbres extranjeras, “europeas”, son incompatibles con España y su razón de ser tradicionalemnte.

Por otro lado, están los turistas extranjeros jóvenes que convierten, junto con los gamberros de la juventud española actual, las ciudades en verdaderos meaderos, estercoleros donde campan a sus anchas con patinetas, mala educación, gritos en inglés o el idioma que hablen y una falta de respeto absoluta hacia la cultura regional local de donde estén. Obviamente estoy GENERALIZANDO y hay turistas jóvenes extranjeros que son bellísimas personas cristianas (o ateas) o lo que sea, pero no es la tónica habitual. Debido a las leyes tan permisivas de España y una población condescendiente con la falta de respeto, los turistas extranjeros hacen lo que les da la real gana. Acucia el libertinaje, el desprecio por el escándalo y el deseo de satisfacer el placer, al precio que sea. Eso siempre ha pasado con el turismo, pero ahora lo tenemos en grandes dosis alentados además por un comercio de hostelería fuera de control. Ya no interesa para nada el público nacional, pues por eso abren todos esos baretos indeseables del Madrid de hoy en día, sitios “fashion” y sin personalidad alguna.

La inmensa mayoría de turistas no se comportan en sus países de orígen como hacen en España. Ojo, que tampoco los españoles se comportan muy bien cuando van a Inglaterra, todo sea dicho, aunque de momento no hacen “balconing” ni revientan bares durante un partido de fútbol que no les agrade. Hace ya muchísimos años que la sociedad perdió su rumbo moral y el “saber estar”. Lo del “caballero inglés” es un mito, tan mítico como lo de “todos los españoles son católicos y acogedores”.

A España no suele llegar un turismo de calidad, sino más bien ese haz de indeseables del “demi-monde”, que constituyen la gran vergüenza de Europa, de esta Europa represora, decadente y antidemocrática que castiga duramente los intereses españoles, con el aplauso ignorante de la mayoría de españoles que piensan que ahora sí son “advanced” por estar “in Churop”. Desde Europa han ido llegando todo tipo de seres indeseables en sus tierras de origen para el turismo y España es el prostíbulo de Europa. No han sido las costumbres españolas lo que ha traído malos hábitos, sino más bien la integración en Europa y las malas costumbres europeas tales como comportamientos hiperindividualistas a ultranza, drogas psicotrópicas, pornografía de todo tipo, malos hábitos alimenticios, etc. Ya en los años 60, España empezaba a ser destino de los indeseables. ¿Es que acaso no os acordais de la Keeler que escandalizó Reino Unido y dijo claramente que tenía ganas de ir a España como turista? ¡Normal! Tenía el desmadre garantizado, pues en España la gente se arrodilla ante los extranjeros. La opinión pública de Reino Unido sin embargo, la condujo a la cárcel.

Si no se lucha enérgicamente contra este turismo masivo y esta integración europea cada vez más agresiva y descarada, antidemocrática, la relajación moral (más todavía de lo que ya está) es inevitable. Precisamente la relajación de las buenas costumbres en todos los países ha sido la más activa gangrena que ha descompuesto civilizaciones enteras. No es de extrañar que Francia haya perdido África o Reino Unido el Suez…poblaciones demasiado cuarteadas ya, ajenas a la responsabilidad histórica de la dirección del mundo.

Soluciones perfectas no tengo, pero por lo menos un turismo que se basara en la asociación entre lo que sí puede ser bueno de fuera con lo bueno de España. Me gustaría ver un turismo sin drogas, sin casinos, sin prostitución, sin desfachatez y borrachera en la vía pública. Me gustaría ver que los pueblos de Europa recuperaran también su soberanía y que se echara por tierra, de una vez por todas, este proyecto de la Unión Europea.