La polémica foto de la agencia ATP.
En otras ocasiones, he comentado aquí que la noticia a mucha distancia casi deja de serlo para convertirse en anécdota. Leemos que un ciudadano chino se ha suicidado en un centro comercial y nos acercamos a la tragedia con curiosidad y una absoluta falta de empatía con la víctima y su familia. ¡Ay! Si se tratara de un vecino nuestro, en nuestro centro comercial y cayera muerto a nuestros pies, necesitaríamos asistencia psicológica y algún especialista explicaría en televisión que estas situaciones generan mucho estrés y mucha ansiedad y que las consecuencias de pasar por un trance así no se superan con facilidad.
La agencia que ha distribuido la noticia quiere exprimir al máximo el hecho y nos detalla que el fallecido llevaba cinco horas comprando con su novia y que harto de la situación no encontró otra salida que tirarse por un balcón. El Daily Mail ha recogido el hecho en sus páginas y los medios locales, que rebotan la información en su web, adornan el fatal desenlace. A falta de otros detalles, nos cuentan que se trataba de Tao Hasiao, de 38 años, e ilustran la entrada con una fotografía borrosa, como hecha con un móvil o una cámara de seguridad, que ahora se lleva mucho. Yo no le veo la gracia. Ni al hecho, ni a la forma de contarlo. Será que no estoy de humor.
Otra anécdota le ha costado su carrera, su salud y alguna otra cosilla al soldado francés que hace casi un año se fotografió con unas gafas de ventisca y un pañuelo con una calavera en una pose muy de guerra, pero de antes de la Edad Media. La imagen es muy impactante y se tomo en Malí, en una de esas guerras casi olvidadas, con intervención francesa sorda y efectiva contra los yihaidistas, matando aquí y allá y tratando de evitar que caiga alguno de los suyos, que bajas, aunque muchas menos, también han tenido.
El origen de la foto es complejo para el profano, pero basta saber que el soldado o el reportero gráfico de la agencia AFP que la hizo o un colega de Le Parisien, que también participó en el montaje, trataron de emular a un personaje de un video juego que conoce todo el mundo y se llama Call of Duty. La parte implicada niega que todo fuera premeditado y quiere presentar los hechos como una sucesión de casualidades que dio origen a una imagen ya icónica. A los mandamases del ejército francés no les gusto que se identificara a sus hombres con la muerte, dicen, aunque lleven armas, peguen tiros y maten de verdad, que yo no pongo en duda lo oportuno de la intervención, pero sí que se anden en estos detalles tan insustanciales.
El hecho (otra vez dramático y poco explicado) es que al cabo Erik Thorsten, que así se llama, ya no le toman fotos, porque le expulsaron de la Legión Extranjera. Ahora toma él… antidepresivos, tranquilizantes, tal vez para olvidar que perdió en un segundo de un clic su orgullo guerrero o, quizás, para recordar que la foto no tiene nada que ver con su deriva personal y que su destino ya estaba escrito. En cualquier caso, una mala noticia: la desgracia que se ceba en un hombre, sea un chino de compras o un polaco pegando tiros en África.