Malas palabras - Cristina Morales

Publicado el 17 febrero 2015 por Rusta @RustaDevoradora

Edición:Lumen, 2015Páginas:192ISBN:9788426401540Precio:16,90 € (e-book: 10,99 €)
En 2015 se cumplen quinientos años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y, como ocurre ante cualquier efeméride señalada, las editoriales han acudido raudas a publicar libros sobre el tema. Entre los dedicados a Santa Teresa, hay de todo: la novela histórica Y de repente, Teresa, de Jesús Sánchez Adalid (Ediciones B); una aproximación a su vida en forma de diario en Para Vos nací, de Espido Freire (Ariel); y este texto breve, Malas palabras(Lumen), firmado por una escritora joven que le da voz en un monólogo intimista y reflexivo. Cristina Morales (Granada, 1985) es licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, y se dio a conocer con Los combatientes (Caballo de Troya, 2013). Lumen publica su segunda novela junto a una reedición de El libro de la vida, la clásica autobiografía de la santa, que en esta ocasión luce una cubierta complementaria a la de Malas palabras.
La autora sitúa Malas palabras en 1462, cuando Teresa de Jesús es una mujer madura que está preparando la fundación de un nuevo convento mientras se aloja en el palacio de su amiga Luisa de la Cerda, en Toledo. Es, además, la época en la que escribe por encargo lo que más tarde se conocerá como El libro de la vida, y junto a esta obra, Morales imagina que Teresa también redacta unas notas más personales en las que se atreve a dar rienda suelta a sus pensamientos y se muestra más sincera que nunca. Estos textos, en primera persona, se dirigen a su confesor, aunque la propia Teresa sabe que nunca podrá enseñárselos por sus contenidos comprometidos, esas malas palabras que no serían bien vistas en su entorno. Por consiguiente, su relato adquiere la forma de un desahogo para sí misma, construido de un modo un tanto disperso, para emular la sensación de estar escrito en papeles sueltos y casi a escondidas, sin el propósito de novelar.

Éxtasis de Santa Teresa, Bernini

La novela evoca el lado más personal de la santa, ya que recuerda momentos de su infancia y juventud, cuando aún era Teresa de Cepeda y Ahumada, la tercera de diez hermanos, una niña lectora e inquieta que no se resignaba a aceptar la vida tal como hacían los demás. En uno de los episodios más impactantes, la Teresa adulta se pone en la piel de su madre, doña Beatriz, que falleció tras dar a luz. Teresa, a pesar de su condición de religiosa, entiende la maternidad, entiende lo que conlleva, y entiende también la vulnerabilidad que supone para las mujeres. Le horroriza pensar en los diez partos que destrozaron a su progenitora, y hace un ingenioso juego de palabras con el nombre de esta («Beatroz») para reivindicar su voz, la que no fue escuchada. Más allá de las memorias, la Teresa que escribe se presenta como una mujer astuta, incansable en su lucha por levantar el convento, y con capacidad para escuchar a sus amigas.Este acercamiento a la figura de Teresa de Jesús, tal como se puede adivinar, tiene mucho de retrato en clave feminista, no solo por el mencionado detalle sobre su madre, sino por la conciencia de mujer que marca el tono de la novela, una conciencia de mujer sierva de Dios, pero no por ello menos lúcida o emprendedora. Estas ideas están inmersas en el discurrir de la conciencia de su monólogo, un monólogo brillante que no cae en el «efecto panfleto» y se impregna de la personalidad atribuida a la narradora: valiente, obstinada, buena amiga, tenaz. Y divertida, también, porque en Malas palabras hay ocurrencias fantásticas que dan chispa a la voz de Teresa (como su deseo infantil, aunque bien justificado, de cambiarse el nombre) y evitan que la novela resulte demasiado seria o plana. El estilo y los puntos de interés de Morales recuerdan a los de Jenn Díaz, otra autora de su generación.

Cristina Morales

Al final, estas Malas palabrastienen bien poco de malas (y disculpad el torpe juego de palabras) y mucho de luminosas, como la mujer a la que rinden homenaje. Morales no pretende narrar la vida de Teresa de Jesús ni resumir sus aportaciones, sino encarnar a la persona con respeto y cariño, imaginar cuáles habrían sido sus confesiones más íntimas, desmitificar la imagen de señora dócil encerrada en el convento. Además, hace un gran trabajo para adaptar su registro al lenguaje de una religiosa del siglo XVI con naturalidad, sin que eso reste fluidez a la narración (no suena exactamente igual que un texto de la época, como es lógico, pero se aprecia el esfuerzo en el uso de expresiones propias de una monja y las referencias al imaginario místico-religioso). En definitiva, una buena propuesta para descubrir otra faceta de la religiosa… y para apuntar el nombre de Cristina Morales entre los autores a los que seguir la pista.Podéis empezar a leerla aquí.