Malas portadas en álbumes de buenas bandas y artistas

Por Lennon01
Este post fue motivado por la publicación que realizó el amigo JLO de Cuando el arte ataque, blog amigo de ABBEY ROAD. Allí se publicó en dos partes un post acerca de las peores portadas de disco que toman ejemplos que son esperpénticos desde todo punto de vista, pero que son reales. Hay discos que se han permitido el atentado al buen gusto, al sentido común y a la integridad estética de los usuarios de discos a través de tapas que uno puede pensar que si las hubieran querido hacer peor, no hubieran podido. En ese post las hay de todo tipo y algunas no son tan espantosamente malas y pueden tener alguna salvedad. Pero hay otras en que, además de la salvajada estética que perpetran, prometen un contenido no menos abominable. 
Les damos unos minutos para que vayan al blog amigo a verlas y después vuelvan a ver este post.
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Bien, si ya lo vieron, ahora les queremos decir que nuestro post no va a abundar sobre lo mismo, aunque sí se inspira en lo que acaban de ver. Se inspira porque va a versar sobre malas tapas de discos, o al menos fallidas, malogradas o mal resueltas. No va a abundar sobre lo mismo porque nos vamos a dedicar a buenas bandas y artistas que incluso en buenos discos [en algunos casos] han tenido portadas para nada acordes con su calidad artística y musical.

Aún entre las mejores bandas y los mejores discos aparece algún intento fallido en sus diseños de portada


En otros posts nos hemos extendido acerca del diseño de tapa, de la correspondencia entre el diseño y el contenido musical, lírico o conceptual. Hoy vamos a marcar casos en los que la tapa desmerece el contenido, no alcanza a su nivel de calidad o simplemente fracasa en el intento de ser un elemento integrado al concepto general de la obra.
Steven Wilson, el gran músico, productor, remasterizador de álbumes célebres, señaló la gran importancia que una buena portada tiene en el resultado final de una obra y marca su preferencia por los discos en vinilo por las portadas más significativas, a la vez que se conduele de la existencia de muy buenos discos con pésimas carátulas [cita al respecto dos tapas de Radiohead].
Vamos a empezar por los grandes, para ver que nadie es infalible.

Comenzamos con Love Beach de Emerson Lake & Palmer [1978], porque aparece en los posts del amigo JLO. No es la primera vez que los integrantes de este power trío aparecen en la portada de un disco suyo, pero sí la única en que impera la frivolidad y la superficialidad. Esto no habla de la calidad musical que despliegan, incluso en algunos temas de este mismo álbum. Parece una instantánea de vacaciones en algún paraíso tropical que habla más del aspecto físico de los músicos que de las cualidades musicales que se van a encontrar dentro. Parece que se van de vacaciones ... y de hecho lo hicieron, fue el último disco de la primera etapa de ELP, y el más flojo por cierto. [Fotografía de Jim Houghton]


En una línea similar, este álbum de Steve Hackett, Cured, editado en 1981, es una mucho menos glamorosa imagen como de instantánea turística que revela una enorme falta de imaginación para el caso. Más allá de que parezca una foto de sobremesa en algún entorno isleño [caribeño, sudamericano o mediterráneo], ni siquiera hay un cuidado en los textos sobreimpresos. Esta portada se inserta entre álbumes cuyas portadas son más cuidadas - al menos dos anteriores y dos posteriores - en base a dibujos de su segunda esposa, la brasileña Kim Poor. Pero es sorpresivo que sea la propia Poor la autora de las fotografías - la de la contraportada es levemente menos mala - y que haya también intervenido en el diseño junto a Bryan Hemming.


Si bien el concepto responde al mensaje verbal de probar/saborear  la banda, nos parece malísimamente logrado. Come Taste The Band, de Deep Purple fue editado en 1975, luego de que Ritchie Blackmore abandonara la banda y fuera reemplazado por Tommy Bolin. Por consiguiente, la idea de probar algo nuevo, como un licor decantado, o algo así, constituía un buen concepto. Sin embargo, el licor se agriaría por el mal desempeño que tuvo Bolin, cuya adicción a drogas y alcohol lo llevaron a penosos episodios y a su salida de la banda para resultar víctima fatal de sí mismo en 1976. Pero no es por eso que nos parece sumamente fallida la idea, sino porque es una idea que no es simple sino elemental, facilonga, obvia, facilista y que estropea un concepto que podría haber sido bueno. Este es uno de esos casos en que uno dice: si no encontrás una solución mejor, abandoná la idea en lugar de quemarla. [Fotografía de Peter Williams]


Este último álbum de Deep Purple, Now What, editado en 2014 peca de extremo vacío, de una resolución carente de ingenio [aun cuando juega a suplantar la P y la L de Purple por los signos de interrogación y admiración, pero la macanea cuando los repite grandes en el centro de la portada] redundante aun en los pocos elementos con que juega. El que diga ¡Pah! ¡Cómo se rompieron la cabeza! con la mejor de sus ironías, tiene razón. [Nos fue imposible identificar al diseñador]


Ilustre antecesor, supongo que involuntariamente, resultó la tapa de un álbum en el cual el contenido y la imagen de tapa nada tienen que ver en calidad. Otra resolución llena de obviedad y de simplismo [no simplicidad]. El simulacro de una pared de ladrillos y de una frase grafiteada no aportan nada al concepto de la obra. The Wall de Pink Floyd, editado en 1979, es una obra compleja, una obra mayor, que merecía una portada a la altura de las excelentes tapas de Pink Floyd. Es la primera tapa desde The Piper At The Gates Of Dawn que no contó con el diseño de Hipgnosis. Curiosamente, el dibujante y animador que realizó esta tapa, Gerald Scarfe, es el mismo de los excelentes dibujos y animaciones que aparecerían tres años después [1982] en el film de Alan Parker que llevó a la pantalla la historia que Waters cuenta en The Wall.


Y ya que estamos con Pink Floyd, sigamos. Editado en 1983, The Final Cut es el último álbum de la era Waters en Pink Floyd, el siguiente a The Wall y el primero sin Rick Wright como miembro de la banda. El diseño geométrico de la portada no tiene nada de particular, es simplemente poco atractivo, poco elocuente, poco conectado con la banda y hace extrañar horriblemente a Storm Thorgerson de Hipgnosis, algo que se corregiría en 1987 cuando la banda vuelva a estar activa ya sin Waters. [Ilustraciones de Artful Dodger - Fotografías de Willie Christie]


Rush editó Counterparts en 1993. En medio de muy buenas portadas para sus álbumes, algunas mejor logradas que otras, está esta que resulta como mínimo incomprensible. Es claro que la idea del título se relaciona con el tornillo y la tuerca y con la línea punteada que recuerda el dibujo técnico, pero lo que resulta incomprensible es que este diseño pertenezca a un artista de la talla de Hugh Syme. Un planteo que, más que minimalista, resulta simplote, sin mucha sustancia. Es un caso fallido.


1983. La era clásica de Yes había ya pasado, así como la mini era Buggles del álbum Drama. Sin embargo, algo unía aquellas etapas: buenos diseños, ya fuera por medio de Roger Dean como por Hipgnosis. Ahora comenzaba la era Rabin influida por una onda más tecno de teclados de nueva generación y de guitarras más chirriantes. Había vuelto Jon Anderson, había vuelto Tony Kaye, había ingresado Trevor Rabin. La banda era otra y comenzaba una nueva era. Yes necesitaba otro look [hasta en los cortes de pelo]. La mercadotecnia invadió a esta banda, de las mejores de los '70. En los '80 la cara debía ser otra. En realidad, se perdió toda fantasía en las tapas y toda fisonomía humana. Solo quedaron signos poco elocuentes, nada comunicadores, así como los temas del álbum. Curiosamente, de aquí salió el tema que resultó el mayor éxito comercial de la banda, así como una de sus mayores claudicaciones en lo artístico: Owner Of A Lonely Heart, que no es un mal tema, es un lindo tema tecno pop, pero no a la altura de Yes. Del resto ni hablemos, todo olvidable, como la tapa. [Diseño de Greg Allen]


Sigamos con Yes. 1987. Continúa la era Rabin y es más de lo mismo, tanto en la música como en la tapa. Otro éxito comercial fuerte: Rhythm Of Love. El resto, olvidable también. Otra tapa en base a signos que pretenden formar nuevos logos de Yes desentendidos de las formas orgánicas de Roger Dean y asimilándose más a un geometrismo tecnologizado. El auge de las computadoras [ordenadores, amigos españoles], de los sonidos sintéticos, de la asepsia sonora del CD, todo creado en línea con la tecnología que da uno de sus primeros saltos cualitativos. Puede que la tapa diga todo esto, pero lo dice con un lenguaje pobre, igual que la mayor parte de la música del álbum. [Tampoco fue posible identificar al diseñador]


Si bien este Rock'n'Roll Prophet se editó en 1982, fue grabado en 1979 en Suiza, bastante contemporáneamente con Rhapsodies. La tapa se basa en una fotografía sin duda planificada que revela bastante mal gusto, aunque no hay que descartar un carácter paródico. No pudimos dar con el responsable de esta tapa. Solamente destaquemos un detalle: el bajo Höfner 500/1, como el que usaba y usa Paul McCartney.


No Expense Spared es un álbum de Rick Wakeman junto a su hijo Adam Wakeman, bajo el nombre de Wakeman With Wakeman [WWW], editado en 1994. Lo que plantea la portada es seguramente paródico, la entrada a un edificio [quizás residencial, quizás hotel] supuestamente con cierto nivel de lujo, dado la recepcionista y el portero, de dos personajes andrajosos y con signos de ebriedad. Todo orlado por signos de libras y pesos/dólares. La concepción de la fotografía correspondió a Nina Wakeman, la tercera esposa de Rick, pero no la madre de sus hijos músicos, una ex modelo [Nina Carter]. La fotografía corresponde a Ian Clark. Lo que pudo ser una buena imagen paródica se convirtió en la parodia de una buena imagen.


El último disco de Genesis antes de su desbande en 1999, ya con Ray Wilson al frente en lugar de Phil Collins, este Calling All Stations  se editó en 1997. La tapa no tiene la inventiva ni la fantasía de otrora. El recurso muy obvio de la frase repitiéndose como el llamado de una emisora reforzado por las ondas concéntricas a una silueta humana se nutren de un simbolismo muy básico, algo infantil. No queda constancia de a quién se debe el diseño, sí que los fotógrafos que participaron fueron Peter Robathan y Kevin Westenberg.  


Tambiés este es un último álbum de estudio, ya que si bien luego se editó el Christmas Album, j-tull Dot Com fue verdaderamente el último disco de Jethro Tull que contenía temas nuevos. Su edición corresponde a 1999. Su portada es bastante desconcertante con esa especie de ídolo antiguo oriental con cabeza de carnero y una especie de bola cristalina en llamas, algo que contrasta netamente con el nombre informático. Pero además resulta un diseño muy poco atractivo, árido, despegado del espíritu del disco. Quizás más que una mala portada podríamos considerarla un intento fallido y mal resuelto. [Diseño de Bogdan Zarkowski]


Bien amigos, llegamos a un primer final de este tema, ya que seguiremos rastreando otros ejemplos por el estilo. Seguramente no llegaremos a las cotas de humor involuntario - y a veces de ridículo - de las tapas que propone nuestro amigo JLO. Nuestro propósito pasa por mostrar cómo aún en buenas bandas y aún en discos cuyo contenido es bueno, la cubierta es mala, malograda o fallida.
Invitamos a los amigos de ABBEY ROAD a sugerirnos otros ejemplos, escribiéndonos al mail que figura en la parte superior del blog.
Volveremos con otros ejemplos que vayan surgiendo o que nos sugieran ustedes.
Hasta pronto