Malasia

Por Zhra @AzaZtnB

Es mi último día de visado Tailandés, me he informado y no ponen muchos problemas en la frontera si te pasas de los días permitidos, sólo te piden que pagues una multa y tan campantes. Pero con la lluvia y el mal tiempo tampoco tengo mucho que hacer en Ko Lanta así que cojo un autobús hacia la isla de George Town en Penang, Malasia. Sé que os preguntaréis inquietos si estoy en una isla y voy a otra isla porque rayos no cojo un barco? En primer lugar el precio es más caro, en segundo lugar no lo he visto anunciado en ningún sitio y tercero pero más importante porque no pienso subirme en un barco con esa mar! Voy caminando por el fondo del océano si hace falta, lo que sería un record mundial de apnea, pero a mí no me pillas subida en un barco. 12 horas de bus, que se convertirán en 14, pregunto en varios sitios por el precio y ninguno coincide aunque todo el mundo va en el mismo minibus, hay diferencias bastante grandes y pienso que no voy a echar nada de menos regatear. Al final he comprado el billete más barato y me vienen a buscar al albergue con un sidecar para llevarme al minibus que nos llevará hasta Trang. Es decir un minibus que nos llevará de la isla a tierra firme, para ello usan un trozo de carretera flotante. No exactamente, es en realidad un transbordador donde se suben los coches pero por lo que a mí respecta es un trozo de carretera flotante que mola más. El minibus está lleno de tailandeses, dos chicas holandesas a las que quiero meter un calcetín en la boca a ver si se callan de una vez y otra chica que tiene cara de estar más perdida que un pato en un supermercado. A la salida de la carretera flotante los conductores de minibus empiezan una carrera por la carretera hasta que poco a poco los vamos perdiendo. Al llegar a una estación de servicio nos hacen intercambiar de minibus Tu aquí, yo allí, él allá, nosotros vamos al mismo sitio por ahí, la chica perdida se une. Otro montón de horas dormitando, leyendo, viendo pasar el paisaje y deseando que alguien les meta de una vez el calcetín en la boca, yo me ofrezco a perder un calcetín por la causa. Finalmente llegamos a Hat Yai y por señas nos dicen que dejemos las mochilas con unos señores y nos vayamos a dar una vuelta de dos horas mientras llega el bus que nos cruzará la frontera. Los tailandeses ya se han ido y nosotras nos miramos pensando que nos van a robar hasta los ya citados calcetines de la mochila. Después de mucha desconfianza dejamos las mochilas grandes ahí y nos vamos a buscar comida, mi presupuesto es de 50 céntimos de euro (20B) porque pensaba comer el bocadillo que llevo en la mochila pero al final consigo un plato de verduras hervidas. Volvemos un poco antes para pillarles con las manos en la masa pero nadie ha tocado nuestras mochilas, a las 15:30 puntual llega el autobusero que nos llevará, ahora sí, a George Town. En la frontera de Tailandia dejamos las mochilas en el minibus y salimos del país a pie, el agente repite cinco o seis veces mi nombre y al final me pone el sello sin decir nada. Ya en Kuala Lumpur me comentarán que mi nombre es muy gracioso para los árabes viniendo de una europea. Volvemos a subirnos al minibus mientras cruzamos tierra de nadie y bajamos con las mochilas para entrar en Malasia. Allí el agente fronterizo resulta ser un aficionado del Real Madrid y al ver que soy de Barcelona me dice que me deja pasar sólo si le digo alguien que juegue en el Barça, le digo Messi y me alegro que no siga preguntando porque lo siguiente que le puedo decir es Raul y me envían de vuelta a Tailandia de una patada. Lo diré siempre no entiendo la gracia de estar sentada en el sofá viendo como otros se divierten jugando a fútbol. Tengo 90 días para estar en Malasia, no necesito ni la mitad. El conductor resulta ser un auténtico gilipollas del que mejor no hablar, la policía le para cruzando el puente hasta la isla de Penang por ir a 160km/h. Cuando finalmente llegamos las dos holandesas y yo intentamos sacar dinero en el primer cajero que vemos pero a ninguna nos funciona. Son las 23 hora local, no tenemos dinero, no hemos cenado, no conocemos la ciudad y está todo a oscuras. Aquí es cuando la tecnología hace milagros, enciendo mi GPS y en cinco minutos llegamos a mi albergue, prometemos pagarle al día siguiente y casi sin presentarme a la chica con la que comparto habitación me quedo dormida.
Primer día en George Town, reviso lo que se puede hacer en el mapa y pido recomendaciones; pasear por la ciudad, ver la pequeña India, el fueret Cornwallis, algún museo. Estoy lista, preparada para ver la ciudad, pongo un pie fuera de la albergue y empiezan a llover pulpos del cielo.

Vuelvo a meter un pie dentro y me confirman que va a estar así toda la semana. La ciudad es realmente bonita incluso a través de una capa de agua cubriéndote la visión, Fort Corn Wallis es el primer asentamiento en la zona y el fuerte está bien conservado, en las paredes de las calles del centro hay dibujos hechos con hierro y escritos en inglés.

Una vez recorrida la ciudad bajo mi impermeable amarillo chillón y resignada a perderme las vistas desde la colina de Penang voy al centro comercial donde acabo viendo la tercera parte del Hobbit, sin palomitas porque sólo hay con caramelo iuuuugh. Por supuesto antes de comprar la entrada confirmo que la peli sea en inglés pero justo al empezar la peli me doy cuenta que no me entero de nada de lo que está pasando y entonces recuerdo que jamás llegué a ver la segunda parte y como cualquier alusión al libro que le da título es pura coincidencia acabo deduciendo la mitad de la peli. Para acabar el día visito un Starbucks, en cuanto me vaya de Asia no voy a poder beber más Frapuccinos de Té verde ni Té Tailandés con bolitas de tapicoa así que hay que aprovechar, En la aplicación para trabajar en los Starbucks te piden no sólo tu foto y referencias sino actividades extra curriculares, estado civil, nombre y ocupación del esposo/a, padres, hermanos e hijos con fechas de nacimiento, lugar de estudios o trabajos, sexo y antecedentes criminales. Eso para servir café, no quiero saber lo que me pedirían para ser taxista.

Tres días después voy a Kuala Lumpur, en mi planificación del viaje nunca estuvo Kuala Lumpur y la única razón por la que estoy aquí es que el vuelo Bangkok – Australia hacía escala en Kuala Lumpur y pensé que en mi viaje las escalas eran absurdas y compré un billete directamente desde Kuala Lumpur a Perth. Es por eso que no tenía ni idea de qué esperar de la ciudad, aprovechando los días de lluvia en Penang pregunté a la gente y la respuesta fue contundente: Centros comerciales y las torres Petronas, aunque estrictamente los bajos de las Petronas son un centro comercial así que podríamos decir que sólo hay centros comerciales.

Cuando llegué a mi alojamiento volví a preguntar y le caí en gracia al padre del propietario. Mientras el propietario intentaba cogerme los datos para hacer el registro de entrada, él me hablaba de lo maravillosa que era la casa de huéspedes, el desayuno, las habitaciones y como era tan maja decidió darme una habitación más grande, de hecho me dejaba escoger a dónde quería las vistas de la ventana. Luego me hizo un recorrido por las tres plantas mostrándome orgulloso la lavadora – secadora que acababan de comprar, el lavabo, la terraza, la televisión común, la mesa etc. No se ha visto a un padre más orgulloso del negocio de su hijo. Cuando por fin conseguí librarme del buen hombre dejé la mochila en la cama y me puse a estudiar el mapa en busca de algo interesante. Estaba en ello cuando llamaron a la puerta y la abrí para ver a una niña de 9 años diciéndome que se va a ver las torres y que vaya con ellos. Al principio creo que se ha equivocado de habitación pero me mira esperando respuesta y en impulso digo que vale, cojo mi billetera y la sigo mientras me pregunto quienes son “ellos”, bajamos las escaleras. El padre del propietario y su mujer me están esperando para que vaya con ellos a las torres Petronas.

La mujer no habla nada de inglés y el padre se encarga de liderar la comitiva unos pasos más adelante así que entablo conversación con la niña haciendo de interprete. Son de Pakistán, en concreto de Hyderabad, el marido suele venir a Malasia por negocios pero para ellas es la primera vez que salen del país, esperan estar aquí un mes y dentro de poco venir a vivir. El marido se une a la conversación para decir que la mujer en Pakistán no tiene permitido viajar sola a ningún sitio, la niña pide ayuda para atarse las bambas y me explican que en su país se las atan alguno de los cuatro sirvientes pero aquí han de valerse por sí mismos, de hecho les resulta extraño moverse sin guardaespaldas, siempre van con uno delante y otro detrás.

Me acuerdo de Esme, una mujer de 90 años que cuidé en Londres, la persona más vital que he conocido jamás, cuando sea mayor me conformo con ser la mitad de lo que es ella, mientras la ayudaba a ducharse y vestirse le gustaba explicarme su vida en India con sus sirvientes. Y me doy cuenta que los ricos de Pakistán e India son personas comunes en Europa. El padre de familia nos guía por las calles hasta un autobús gratuito con wifi, nos hacemos fotos frente a los árboles de Navidad y me confirman que ellos no celebran la Navidad pero ir de compras siempre les gusta. Kuala Lumpur está lleno, llenísimo de centros comerciales, en cada esquina hay uno incluyendo el triangulo de oro que contiene las torres Petronas y el Pavillion que parece un centro comercial americano. Cerca de China

Town está el mercado central, el templo hindú Sri Maha Mariamman, el templo chino Guan Di y hay un montón de edificios coloniales muy interesantes pero se ven en una tarde. Apenas a 20 minutos en tren están las cuevas Batu, desde Kuala Lumpur el billete cuesta 2RM (unos 50cts).

Mariamman

La estatua de Murugan de casi 43 metros se ve desde la parada de tren y, al lado están los 272 escalones para subir a las cuevas. Es uno de los templos hindús más populares fuera de la India, gracias a su festival Thaipusam donde se realiza una peregrinación de 8 horas realizando la danza Kavdi donde los seguidores se infringen daño físico como clavarse pinchos, ponerse argollas y arrastrar objetos, caminar por fuego etc implorando ayuda a Murugan. Una vez vistas las cuevas ya he decidido que me voy a escapar unos días a Singapur.