Malcolm & marie

Publicado el 12 febrero 2021 por Gerardo Pérez Sánchez @gerardo_perez_s

“Malcolm & Marie” es una interesante película que se asienta sobre unas interpretaciones destacadas. Su apariencia de acusada simplicidad (la acción, a cargo de dos únicos actores, transcurre dentro de una vivienda en tiempo real) esconde la enorme complejidad de la condición humana. Refleja la puesta en escena de una pugna personal a través de una batalla dialéctica que obra como terapia en la que cada miembro de la pareja vomita todo lo que lleva dentro. Sin embargo, aunque logra entretener durante buena parte del metraje, la simpleza del planteamiento también le pasa factura. La reiteración de los punzantes monólogos y la insistencia en las discusiones acaloradas terminan por agotar al espectador. De hecho, mi principal experiencia tras la conclusión del largometraje fue la del agotamiento, pese a reconocerle no pocos valores.

Aunque suene contradictorio, constituye un film antagónico a sí mismo, capaz de presumir al mismo tiempo de sus méritos y de lo opuesto a dichos méritos. De una parte, rebosa autenticidad y credibilidad gracias a unas valientes y sólidas actuaciones pero, simultáneamente, su visionado en forma de permanente montaña rusa conduce finalmente a experimentar cierto regusto de falsedad. Durante una hora y cuarenta y cinco minutos el vaivén de pasiones y broncas, declaraciones de amor y odio, sensualidad y frialdad calculada es continuo,asombrando y saturando a la par.

Un director de cine y su pareja regresan a casa tras el estreno de su último trabajo. Lo que prometía ser una noche de celebración se va transformando en un cruce de acusaciones mutuas donde ambos expresarán sus reproches, miedos y sentimientos, evidenciando que la atracción que les une arrastra, asimismo, numerosas quejas y frustraciones.

Rodada en blanco y negro en plena pandemia, su realizador es Sam Levinson, hijo del oscarizado cineasta Barry Levinson (responsable de títulos tan conocidos como “Rain Man”, “Bugsy”, “La cortina de humo”, “El secreto de la pirámide” o “Good Morning, Vietnam”). Se trata de su tercera incursión en la gran pantalla y, a mi juicio, su mejor película. Aunque los jóvenes le conozcan por su labor detrás de la cámara en la serie de televisión “Euphoria” (donde ya coincidió con la actriz protagonista, Zendaya), cuenta con un innegable futuro dentro de la profesión, si bien debe revisar su tendencia a esa reiteración y optar por un uso proporcional de los recursos cinematográficos. Algunos de los discursos resultan demasiado prolongados y excesivamente redundantes, y el desenlace global, extenuante, por más que englobe muchos aspectos positivos.

Destaca de forma patente el duelo actoral entre los dos únicos intérpretes. John David Washington, hijo del admirado Denzel Washington (una de las grandes figuras de la industria del Séptimo Arte en las últimas décadas) reúne ya varias actuaciones dignas de mención. Debutó con apenas ocho años en “Malcolm X” de Spike Lee, pero empezó a despuntar en “Infiltrado en el KKKlan” (2018), concatenando desde entonces diversos estrenos de relevancia, como “The Old Man & the Gun” (2018) o la reciente “Tenet” (2020). En “Malcolm & Marie” sostiene en gran medida sobre sus hombros la estructura del proyecto, armando un personaje contradictorio cargado de vanidades e inseguridades con el que dota de notable solvencia a la cinta.

La otra mitad del esfuerzo recae sobre Zendaya, icono juvenil que ya posee un premio Emmy por su participación en esa citada rareza (no la califico así en sentido negativo, aunque no me llame la atención la propuesta) emitida en la plataforma HBO titulada “Euphoria”. Hasta ahora sus apariciones eran consecuencia de su particular popularidad, pero en “Malcolm & Marie” realiza su mejor actuación para la pantalla grande y demuestra su valía. Próximamente intervendrá en el remake de “Dune” y sólo queda desear que sepa orientar su carrera artística de manera adecuada.