¡¡Maldad!!

Por Javier Ribas

¡Qué duro es que alguien te haga daño! Pero peor aún es si no sabes porqué. En una conversación con alguien cercano me explicaba que lo había pasado muy mal pues una persona de la que dependía económicamente le estaba perjudicando cada día más. Sin explicaciones, sin ninguna razón, sin que viniera a cuento. Poco a poco. Apretándole cada día más. No lo entendía. 
Me dijo que a partir de ahora iba a dejar de confiar en la gente pues esa persona le había hecho mucho daño. La definió como una persona mala. 
Esto me hizo pensar en la maldad. Mejor dicho, en la existencia real de ella. Porque la maldad existe.Está ahí. Más de lo que nos creemos. Y lo que es peor, desde mi punto de vista existe y no tiene razón. Simplemente es. 
Hay personas que hacen daño sin más. Por hacer daño. No sé que encuentran en ello. Pero actúan así. Porque puedo empatizar – que no admitir – con la venganza, la ira, el desengaño, la envidia u otros “dones” similares. Pero no me cabe en la cabeza, no entiendo, no empatizo, no comprendo, cuando el fin último es dañar por dañar
Mi amigo puso en duda todos sus valores – yo también – y casi le requebrajan por la mitad. Estaba obsesionado por encontrar una explicación a la actuación de esa persona. E incluso dispuesto a cambiar su forma de ser para ponerse en modo defensivo permanente. La maldad le apresó, le atemorizó y removió sus principios. 
Menos mal que este terremoto no le destrozó sus estructuras. Sus principios le permitieron distanciarse, alejarse y retomar posición, poniendo simplemente al malo en su sitio justo. Sólo a ese malo, no a todas las personas que le rodean. Tuvo que trabajar fuertemente con sus valores y principios para superar la situación. Lo pasó mal pero al final triunfó. Salió victorioso en una difícil batalla, tal vez la mayor de todas. 
En este mundo en el que buscamos nuestro sitio con anhelo no podemos olvidar que la maldad existe. Hay que reconocerla, denunciarla y apartarla. Eso sí, preguntémonos si vale la pena buscarle justificaciones si la peor maldad es la que no las tiene.