Imaginemos a los cinco millones de desempleados españoles con una maleta cada uno simbolizando que deben emigrar a Alemania porque Rodríguez Zapatero negó durante tres años la crisis económica, lo que multiplicó el paro del que España tiene la tercera parte de toda Europa.
Si cada maleta midiera un metro de largo, y se pusieran todas pegadas, esos cinco millones formarían ocho filas de emigrantes que cubrirían la distancia entre Madrid y La/A Coruña, la ciudad donde, este jueves hará ocho años, se produjo una manifestación de supuestos emigrantes con 100.000 maletas.
El acto se convocó contra el PP tras el inevitable hundimiento del Prestige en alta mar: si aquel petrolero-chatarra en lugar de llevarlo mar adentro se hunde en una ría gallega habría destruido Galicia y provocado sangrientos disturbios.
La idea de esa manifestación tan extraordinaria fue de Manuel Rivas, autor de fascinantes reportajes y cuentos, poeta y novelista de arcana lírica, y articulista nacionalista, garzonista y zapateril.
El resultado fue tan brillante que aquellas imágenes asombraron al mundo. Ver cien mil “emigrantes” esperando con sus maletas el imaginario trasatlántico para llevarlos a América o Australia era conmovedor. Y supuso un duro golpe para Aznar y el PP.
Pero lo asombroso ocurrió después: los manifestantes, procedentes de los pueblos más dañados por las 70.000 toneladas del chapapote del petrolero hundido, a los tres meses votaron masivamente al PP.
Hábilmente, Aznar les había metido dinero en las maletas y les había pagado generosamente que limpiaran la contaminación.
Ahora tenemos cinco millones de candidatos a emigrantes de verdad, pero el PP no tiene pizca de imaginación para el agitprop.
Porque podría organizar casi tres filas de emigrantes arrastrando sus maletas con las que cubriría cada metro de los 1.866 kilómetros que separan Madrid y Berlín, para pedirle trabajo a Angela Merkel.
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SALAS . Casualmente, hoy en El Correo Gallego
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