Malos tiempos en El Royale, si las paredes de hotel hablaran

Publicado el 16 noviembre 2018 por Cineenserio @cineenserio

Terror, ciencia ficción, fantástico. Drew Goddard ha demostrado que sabe desenvolverse con soltura en diferentes géneros, ya sea como director (La cabaña en el bosque), productor (Perdidos, Daredevil) o guionista (Guerra Mundial Z, The Martian). Con Malos tiempos en El Royale cambia de registro, escribiendo y dirigiendo un thriller con aroma a ‘film noir’ y toques de comedia negra. Es indudable que su envoltorio es tan vistoso y llamativo como cualquier título de Tarantino, pero la trascendencia de su contenido es discutible.

Malos tiempos en El Royale nos presenta a una serie de personajes variopintos que no se conocen entre sí, pero que lo acabarán haciendo, y de qué manera, al coincidir en El Royale, un hotel dividido literalmente por la frontera entre Nevada y California. Estamos a finales de los 60 y el establecimiento no es ni la sombra de lo que llegó a ser en sus días de gloria, cuando personajes ilustres se alojaban en sus habitaciones y disfrutaban de su casino, ahora prohibido. Durante una sola noche, tendrán que hacer frente a situaciones cada vez más extremas sin que podamos prever cual será su resultado.

Sabiendo de antemano su duración (dos horas y veinte), uno se da cuenta en la primera escena de que el director se tomará su tiempo en la presentación de personajes. Y la verdad es que no se hace pesada, puesto que logra plantar la semilla de la curiosidad en el espectador. ¿Qué está ocurriendo? ¿qué es exactamente ese hotel en medio de la nada? ¿qué secretos esconden los huéspedes? Drew Goddard decide apostar por el detalle y confecciona un lienzo preciosista donde todo está perfectamente trazado. La producción artística es impecable. La música, influenciada inevitablemente porla ‘Motown’ y sus artistas, ambienta de manera excelente aquella época donde The Supremes, The Isley Brothers o Stevie Wonder llevaban la voz cantante. Y el escenario se convierte en un personaje más haciendo que queramos descubrirlo todo sobre cada rincón del hotel. Todos estos ingredientes eran suficientes para haber elevado Malos tiempos en El Royale a un escalafón superior del que finalmente acaba ocupando.

Y en gran medida es culpa del guión, el cual primero juega al despiste lanzando pistas sobre turbias intenciones de quienes llevan el hotel, tramas políticas que afectan a un presidente y supuestos espionajes, para después acabar ahogándose en la línea narrativa por la que decide apostar. Esta decisión coincide con el momento en el que toma protagonismo la historia de Dakota Jonhson. La actriz de 50 Sombras de Grey cumple con su papel, pero no puede hacer nada ante Jeff Bridges, Cynthia Erivo, y Jon Hamm, quienes pueden sacar más jugo a sus historias. Sin embargo, no es a ella a quien le toca la peor papeleta, sino a Chris Hemsworth. No es que su personaje sobre, pero sí es quien hace que Malos tiempos en El Royale acabe resultando larga y comience a dejar cabos sueltos e incongruencias.

Porque llegados al punto en donde el actor australiano toma las riendas, esa intriga inicial ya se ha tornado en escepticismo ante lo que acontece. No se entienden sus motivaciones ni menos sus intenciones de cara a los protagonistas y, si bien le regalan una extensa escena para que se luzca, ésta acaba resultando prescindible. Da la sensación de que durante la filmación se les olvidó decir “corten” y siguieron rodandode más.

Con todo, al nuevo largometraje de Drew Goddard se le perdona esa traición a nuestras expectativas, puesto que no deja de ser una experiencia estimulante donde nada es previsible. Quién sabe qué habría pasado si el Royale hubiera estado en la frontera entre Guadalajara y Teruel.