La Plataforma para la Lengua catalana ha publicado en su págima web un listado de diversos políticos, intelectuales o instituciones que, en su parecer, maltratan el catalán, para que se pueda votar sobre él y otorgarle el premio “al más maltratador” del idioma en cuestión.
Uno, que es un poco lego en estos asuntos, tiene la sensación, tal vez equivocada, de que el idioma maltratado en Cataluña, es el español; bajo el eufemismo “inmersión lingüística” se sometió al castellano al ostracismo llegando a sancionar las autoridades democráticas de esta comunidad, por rotular los establecimientos públicos solamente en el idioma de todo el estado, cercenando así la libertad de la ciudadanía de expresarse en la lengua oficial que desee. Por lo tanto, y desde la imposición de idioma establecida por el pensamiento políticamente correcto, no cabe un maltrato al catalán, que está protegido por la ley salvo que se interprete, como parece ser el caso, que la opción libre de elegir, se considera como tal por el mero hecho de preferir la lengua de Cervantes, o de denunciar el acoso masivo al que se somete al español en Cataluña. Con la túnica de la falsa democracia, se ejerce el victimismo amparándose en la norma establecida por una administración sesgada que sigue utilizando las señas de identidad como cortina de humo de una situación económica desastrosa en la región y de una corrupción generalizada entre sus dirigentes. Mientras tanto, la ciudadanía puede votar sobre si la Constitución española o la Coca Cola “maltratan” el catalán, sin más trascedencia que la alegría infantil ante un capricho inútil.