Durante años hemos asistido impotentes a la violencia de género. En un reportaje de Juanma Velasco para el diario "El Correo", a propósito del libro que se publica a finales del 2016, "Violencia contra las mujeres en la Castilla del final de la Edad Media", hay una clara referencia a la violencia ejercida contra las mujeres en todos los tiempos.
Muchos de los documentos analizados corresponden a denuncias de las mujeres vascas que piden ayuda para defenderse de los maridos y de los hijos.
Así, Mencía de la Vera (1456-1515), señora de Tordehumos (Valladolid) y casada con Fernando de Granada, hermano de Boabdil, el último rey de aquella ciudad, lleva el testimonio de los criados que declaran de qué modo "le agrede, le rompe un dedo, le tira de los pelos..."
En la Chancillería de Valladolid, hay una sala de fijosdalgos de Vizcaya, exclusiva para casos de litigantes vascos (una especie de Tribunal Supremo de la época, donde llegaban las mujeres, cuando carecían de recursos o no habían sido oídas en sus denuncias por los alcaldes de los concejos, a los que acudían en primera instancia.
Como en la actualidad se citan las medidas de alejamiento, antes existía la "Carta de Seguro". Los pregoneros tenían la obligación de vocear el documento donde vivía la víctima para que todo el mundo supiera que el agresor no se podía acercar a la mujer.
A este respecto, la autora hace mención a otro documento donde figura la petición de María Sarmiento de Orduña, que en 1488, cuando queda viuda, reclama a los monarcas la Carta de Seguro para defenderse de su propio hijo, Pedro López de Ayala. "Dice que tiene miedo de él y de sus hombres y criados y está segura que la herirán o la matarán a ella o a sus otros hijos para quedarse con la herencia".
La investigadora trata de apartar la idea de la pasividad de las mujeres a lo largo de la historia en esta historia del maltrato que no parece tener fin.
De la sección "La Madeja", para Diario Palentino, @2017