Luisa Estela Morales.- Tiempo de gran conflictividad y politización pareciera el signo paradigmático. Se rompe el sistema imperante y dominante y por supuesto disminuye el progreso económico y crece la duda y la desconfianza. No debemos temer a los cambios profundos y dejar de lado la mediatización del progresismo como solución.
Si no se da paso definitivo a la revolución del siglo, la crisis nos explotara en la cara; y la crisis es ética, es moral, es la ruptura de un constitucionalismo o más bien contractualismo utilitario, positivista, desprovisto de contenido ético y moral. La norma como recipiente vacio a que se refirieron los juristas del liberalismo.
Pero sus teorías se agotaron y tratan de manera práctica de resolver hoy el asunto con un catalogo bien estrecho y controlado de “derechos humanos” y a falta de acuerdo social interno de cada país, recurren al suprasistema de los organismos internacionales convenientemente organizados y dirigidos. Pareciese que el asunto no es la persona humana y lo colectivo, al vivir en grupo (posición originaria) sino como un guión para que el grupo funcione de acuerdo a un determinado proyecto de sociedad, donde la cultura, la diversidad, los valores y la oral no deben tener cabida y para ello los derechos no son los que nacen con las personas sino los que convienen al “modelo”.
Allí es donde se está gestando la crisis de proporciones inmensas, no en un país, sino en todos, en todos los que no se ajustan al modelo, de allí que el maltusianismo se erige como norma y la gran Europa y el norte anglosajón maniobran para que no continuemos creciendo como población, porque somos muchos y los recursos escasos; y ese instrumentalismo del derecho apunta a los pueblos del sur, rechaza a los que no son de su raza, impide que sigan naciendo y creciendo niños y niñas morenos o rubios pero pobres; para eso se difunden teorías en nombre de la libertad y aquellos que no maten las guerras, o ahogados en el mediterráneo, deben morir de hambre con sanciones y bloqueos o como lo dijo el poeta del pueblo … “que mueran en los vientres sin parto”. Mientras en nuestro socialismo del siglo XXI, inventamos la teoría del parto humanizado para acariciar a las madres (las barrigonas como diría Maduro) y dar la bienvenida a nuestros niños y niñas a nuestro proyecto de mundo mejor y en paz, con justicia.
Luisa Estela Morales
lemoralesl@gmail.com
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